LUKE nº 177 marzo-abril 2017

R. Rayarù

Tres pasiones poéticas
(una erótica—una práctica—una trágica)

rama
Foto: Teo Fagalde Robinson

“Per te, mon amour…
Che ancora non capisci che la vita è un gioco.
Una roulette russa che non c´entra niente con la Russia, rossa e comunista.
È un gioco a mani vuote.
È un arma con un unica pallottola. Si fà girare il tamburo e si punta dritto al cervello.
Si spara uno per volta, finché uno dei due non cade morto” *

Aldo Fangetti

Sueño n° 49

Esta mañana sin querer me desperté contigo mi niña,
entre sueños y despierto aparecía tu figura delgada y sonriente
Te soñé mientras dormías plácidamente,
desnuda a mi lado, apoyada sobre tu espalda,
sobre tus nalgas y tus piernas
Tus cabellos delgados y lisos, desplegados al rededor de tu cara;
parecías una flor
Tu cuerpo entero era el de una musa,
probablemente el cuerpo desnudo de la primera mujer que vino al mundo
Tus senos eran dos semi soles perfectos que irradiaban una luz de media tarde
y un calor inesperados
Tu sexo era una manzana roja, grande y apetitosa —jugosa en mi sueño—
Yo cogía los pétalos de una flor y recorría tu cuerpo desde tus pies hasta tu cabeza.
Iniciaba pasándolos delicadamente entre los dedos de tus pies, practicando un suave slalom entre ellos, con los pétalos como si fuesen una flor carnívora que devoraban cada uno de tus dedos; desde el interior de esos labios rojos y delicados salían nuevamente tus dedos a la luz, húmedos y relucientes.
Saltaba indistintamente de un pie a otro. Subía por la planta y volvía a descender por el empeine hasta llegar a tus tobillos y así, de vuelta a empezar, una y otra vez.
Recorría tus piernas suaves y lisas con los mismos pétalos
Entraba en cada poro diminuto acariciando sus paredes;
ellos, se dejaban recorrer, mientras despedían un olor a flores frescas de primavera,
a sal, a brisa marina de alguna playa desierta —probablemente de las costas de Chile—
Así, lentamente seguía subiendo hasta tu pubis…
decidido mordía con fuerza la manzana roja y jugosa
Ya despierto lengüeteaba tu vagina,
recorría cada labio con mi lengua,
me perdía entre cada uno de tus pliegues,
de tus cavidades húmedas y sinuosas
Mordisqueaba delicadamente tu clítoris,
y lo acariciaba con mis labios
Con fuerza te penetraba con mi lengua,
que crecía y se endurecía con cada embestida
Luego se enroscaba y se retiraba,
arremetía con más fuerza
Se abría y se cerraba como una medusa desplegada que se contrae repentinamente
como para defenderse de un peligro desconocido
Volvía a jugar con sus pliegues,
a lengüetear sus paredes,
sus cavidades,
a acariciar tu clítoris,
a deleitarme bebiendo incansablemente tus jugos
Chupándome —después de eso—
mis propios labios para no perder ni una gota de tus maravillosas secreciones
Finalmente sellaba todo con un beso enorme
Tu vagina y mi boca eran uno y yo, poco a poco desaparecía en ese gesto. Me hacía diminuto mientras tú, con tus manos fuertes, sostenías mi cabeza rabiosa apretándola contra tu sexo rojo y jugoso
Gemías y llorabas al mismo tiempo

El placer —me explicabas—, está al borde del precipicio,
de lo desconocido,
de lo inexistente,
de lo que nunca ha sucedido,
pero que a veces,
no solo en sueños,
sucede

Useful Poetry n° 71

“tra le pieghe di una vagina, si trova nascosta una tragedia” **
Aldo Fangetti

Nos hemos acostumbrado a nuestros cuerpos desnudos,
a nuestro olor, a nuestras secreciones intimas y profundas
El tiempo ha creado en nosotros hábitos
Malos Hábitos —sería correcto llamarlos—
Cómo por ejemplo:
pensar que eternamente estaremos juntos…
que las relaciones crecen sin necesidad de alimentarlas,
que el amor es un optional del que se puede prescindir
Malos Hábitos que se graban en nuestra memoria hasta el Alzheimer
Gestos cotidianos que de tanto repetirlos se transforman en automatismos,
tan banales como darse un beso…
—y a veces ni eso—
Gestos tan cotidianos como dormir juntos y,
hacer el amor, de vez en cuando, sin ganas
Gestos como mirar sin verse
Como oír sin escucharse
Como hablar sin voz
Como conectar a través del celular desde habitaciones contiguas
Los Malos Hábitos son como un virus letal,
trabajan en silencio,
dentro de nuestros cuerpos,
dentro de nuestras mentes
Circundan el espacio y lo hacen denso e irrespirable
Transforman la pasión en tibieza,
el amor en cariño,
el deseo en costumbre —y de allí en aceptación—
La aceptación en aburrimiento,
el aburrimiento en tedio,
y el tedio, ya no nos molesta…
Al final bajamos los brazos frente a él;
lo dejamos actuar tranquilamente,
ganar terreno,
ocupar nuestro habitat,
nuestra mente,
nuestra intimidad,
nuestros deseos profundos…
—y finalmente acabar con nuestros sueños—

Ah… estábamos en el tedio
¡Es verdad!
En el fondo a todo se acostumbra uno
¿No crees?
A las discusiones continuas
A los silencios corrosivos
A los chistes repetidos
A las sonrisas forzadas
A las caricias desganadas
A los besos negados
A las noches vacías
A las cenas delante de un muro —nuestros muros, tendría que decir—
A los errores constantes, las quejas, las reglas, los espacios invadidos, los deseos reprimidos…
A todo se acostumbra uno ¿no?
Después de todo:
El hombre es un animal de costumbres

Así es amor mío…
De tanto repetir estas palabras las he hecho mías
Ahora ya no me afectan,
estoy inmune
Me he acostumbrado a ellas
En el fondo: yo también soy un animal de costumbres
Soy un mediocre como tu me dices
con términos afilados como un bisturí
—con palabras hechas de miradas y de silencios—
Un perdedor, un pobretón, un bueno para nada
—naturalmente esto no me lo dices directamente, pero tus silencios son parte de ese cinismo que me hablabas años atrás…—
“¡Uno sfigato per natura! —cosa posso fare?—…” ***

¿Pero tú?
¡Si, tú!
¿Eres una bruja? —como te repetía incansablemente—
Siempre perfecta
Siempre a tiempo
Nunca te equivocas
Nunca se te olvida nada
Nunca te cae una gota de agua al suelo
Nunca pides disculpas
Nunca aceptas una crítica
Nunca cometes un error…
—¿Es posible amor mío?— ¡Ni un puto error!
En fin
Nunca… Nunca has sido tan asertiva como ahora,
tan perfecta como ahora —eso al menos tendrías que reconocerlo—

Aun así de vez en cuando sueño…
Sueño como todos los seres humanos que sueñan de vez en cuando;
mientras estoy despierto, o durmiendo:
Me gustaría despertarme con tu lengua que recorre mi cuerpo, escondida bajo tus cabellos que se
mueven lentamente como un animal prehistórico
Con esa pasión urgente que no puede esperar
Con ese sentimiento que aflora de los poros efervescentes
cuando nada es más importante que el aquí y el ahora
Sueño que nuestras lenguas se enroscaran al lamerse, como la danza de dos serpientes africanas,
como dos cisnes de cuello negro
…Cada vez, como si fuera la primera vez
Me gustaría reinventar el acto amoroso, cada mañana o cada noche, pese al apuro, al cansancio,
a los problemas y a las prioridades
Me gustaría eliminar los automatismos y cambiarlos por emociones frescas como flores de esas que
de vez en cuando coloco en algún lugar invisible de nuestra casa
¿Las has visto amor mío?
¿Las has visto?
Me gustaría dedicarle un tiempo infinito al amor,
a partir de la sorpresa y no de lo obvio…
Del descubrirse e inventarse como adolescentes, sin certezas ni prejuicios
redescubrirse en cada caricia, en cada beso, en cada mirada;
amarnos en la cocina o en el pasillo,
sentirnos vivos
¡Tremendamente vivos!
¿Tú sueñas amor mío?
Se qué estamos hechos de repeticiones de nuestros propios actos
Qué nuestra mente funciona con la visualización y memorización de esos actos,
de esas repeticiones…
Me pregunto si ese amor primordial que nos acercó una vez, pasa por la mente de un modo salvaje
¿En qué momento decidimos colocarlo allí y arrancarlo a las vísceras o al corazón?
¿Cuándo decidimos vivir del recuerdo de lo que un día tuvimos y de la imposibilidad de recuperarlo?
¿Eso es parte de los automatismos?
¿De esos malos hábitos que llegan sigilosos pero imparables con los años?
De esas costumbres profundas y arraigadas como si estuvieran grabadas en nuestro ADN
En alguna zona de nuestro cerebro que sería mejor no explorar
Peor aún: de nuestro corazón, que a fuerza de bombear incansablemente se ha olvidado el verdadero motivo de estar juntos
Soy consciente de que el amor se transforma con los años…
La pasión deja paso al conocimiento, a la admiración, a un sentimiento de ternura maternal o paternal. En algunos casos a una especie de sumisión —maligna pero aceptable—
Pero esa misma conciencia me dice que esta vez hay algo que no funciona.
Qué este no es el camino
¡Qué no puede ser el camino!…
Qué el inicio del final está en marcha y que si no hacemos algo ahora mismo
finalmente llegará, violento,
para arrancarlo todo de raíz
Algo me dice que nuestra planta se está secando, porque ninguno de los dos se ha preocupado de ella
De regarla, de podarla, de hablarle, de acariciarla;
de protegerla del frío y del calor excesivos…
Incluso de la soledad
y hasta de la tristeza…
Una relación también es eso:
Cuidarla, cuidarse, cuidarte, cuidarme…
—y todas las conjugaciones posibles—
¿Tú qué piensas amor mío?
¿Me escuchas cuándo te hablo?
¿Cuándo te grito?
…Amor Mío

El aullido del lobo

“Para decirlo de otra manera,
no es la herida la que causa el grito, si no exactamente a la inversa;
para herirse era preciso el grito, todo lo demás es un pretexto”
Diamela Eltit

¡Tenías razón amor mío!
En la gestación de la poesía está escondida una mujer sin dientes
Hecha de agua
Ligera como el aire
Blanca como arena
Desde ahora no seré más que un fantasma para ti
El mismo que antes estaba detrás de las palabras
Del verbo
Hecho de frases escuetas y afiladas
Less is more predicaban los minimalistas
Así mismo yo,
pian, piano
Empiezo a desaparecer de tu vida
También de la mía
Mis palabras de titanio empiezan a diluirse
a transformarse en azufre
Mi cuerpo,
de sólido pasa a líquido
y de líquido finalmente a gaseoso
El fantasma fue liberado y ahora vaga
delante de la página blanca
Transparente como todos los fantasmas
Invisible, como los hilos de una marioneta manejada con maestría
Pero aun así, dando coletazos con movimientos bruscos y violentos
Lentamente el verbo desaparece
La poesía muere
Se escurre entre los dedos
Nuestros pasos no dejan huellas
Ellas se desvanecen sobre la playa
bajo una tremenda ola de lluvia ácida
La misma que me carcome las entrañas
Tu nombre es un torrente de agua gélida
sobre el cual arremete el fantasma
dando las últimas estocadas de una batalla perdida
Sin aliento
Sin credo
Sin esperanza
Solo combate por la dignidad de dar hasta el último suspiro
Hasta la última gota de sudor
Hasta colocar la última pincelada de amor desvanecido
—allí, donde más duele—
Hay que quedar vacíos
—dice el fantasma—
Vacíos frente a la página en blanco
Vacíos frente a tu cuerpo desnudo
Y allí, solo allí, bajar la guardia
Con dignidad —hasta rendir las armas si hace falta—
El combate se ha terminado
La batalla está perdida
En la gestación de la poesía estaba escondida la muerte como una vieja zorra con los dientes rojos y afilados
Hábil y rápida
Sigilosa, como el fantasma
Más que el fantasma en realidad

Ya medio borracho
Desangrado y tambaleante…
Me destierro
Derrotado, tomo nuevamente el verbo
Lo manejo con cuidado, como si trabajara con nitroglicerina
Siempre bajo un peligro latente
Siempre a punto de explotar
con la frente sudada
y las manos temblorosas
Pero el fantasma ya nada teme
No le quedan lágrimas
Ni cuerpo
Ni dientes

Le queda solo el último aullido de un lobo hambriento


* Para ti, amor mío…
Que aún no entiendes que la vida es un juego.
Una ruleta rusa que no tiene nada que ver con la Rusia, roja y comunista.
Es un juego a manos vacías.
Es una pistola con una sola bala. Se gira la nuez y se apunta directo a los sesos.
Se dispara uno a la vez, hasta que uno de los dos cae muerto”

** Entre los pliegues de una vagina, se encuentra escondida una tragedia.

*** ¡Un desafortunado por naturaleza! —¿qué puedo hacer?—…

traducción del italiano por R.Rayarù