LUKE nº 177 marzo-abril 2017

Álex Oviedo

Cámara oscura

goof

Después del error cometido en la 89ª edición de los Oscar anunciando La La Land como mejor película en vez de Moonlight, y el sonrojo de dos estrellas como Faye Dunaway y Warren Beatty, viene bien acercarse a un libro que explique alguno de los grandes errores que ha dado el séptimo arte. Me refiero a Goof. Los mejores gazapos del cine, de Víctor Arribas, recientemente publicado por Espasa. Las nuevas tecnologías, las redes sociales o la constante información con la que nos bombardean permitieron que la equivocación de los actores de Bonnie & Clyde se hiciese viral y llegase a cada uno de nuestros hogares, analizando cada gesto, cada sonrisa ladeada, los rostros de póker de quienes se dieron cuenta de que la equivocación se debía a su interés por subir a Instagram una foto de Emma Stone con el Oscar a la Mejor Actriz, en vez de hacer su trabajo.

Son precisamente las nuevas tecnologías las que nos permiten descubrir a día de hoy muchos de los gazapos en los que incurrieron algunas de las mejores películas de todos los tiempos. Dos ejemplos: en la famosa carrera de Ben-Hur, de William Wyler, los delfines que se voltean al paso de las cuádrigas no se han movido en la tercera vuelta o desaparece misteriosamente una corona de laurel; y en Con la muerte en los talones, de Alfred Hitchcock, uno de los niños se lleva las manos a los oídos segundos antes de que Eve Mary Saint dispare a Cary Grant.

Es habitual ver a figurantes con relojes de pulsera en películas de romanos, un avión que cruza el firmamento en Troya, pantalones vaqueros en Piratas del Caribe o Gladiator, por citar algunas películas.

—Como curiosidad, existe una página web llamada MovieMistake.com, en la que se ha llegado a hacer una lista de las diez películas con más gazapos, en la que abre la lista Apocalypse Now con 562 y la cierra La guerra de las galaxias con 278 errores—.

Más allá de estos gazapos analizados con profusión por Arribas, el libro permite seguir las apariciones de muchos directores en sus propios filmes siguiendo la estela de Hitchcock (Scorsese, Spielberg, Coppola...), los papeles que iban dirigidos a una actriz o actor y que acabaron en manos de otros (el caso más conocido, el de Indiana Jones, que era para Tom Selleck, pero también Cary Grant al que tentaron para hacer de James Bond o Michelle Pfeiffer, la primera opción para convertirse en la Clarice de El silencio de los corderos), o el análisis sobre remakes que podrían haberse evitado o grandes actores/directores a los que nunca concedieron un Oscar. Un libro repleto de pequeñas historias, un disfrute para los cinéfilos.