LUKE nº 177 marzo-abril 2017

Enrique Gutiérrez Ordorika

Solaris

Hizo escala en Solaris, el planeta océano, y los iconos se desplegaron sobre los brotes de los abedules sin que los ocres se desperdigaran en demasía

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Foto: ©ardiluzu

“Mientras seguía nuestras huellas el destino,
como el loco, armado de una navaja”.

Arseny Tarkovski (Poemas de “El espejo”)

Duelo

El primer domingo de junio, el ramo de violetas azules y el abrazo de la música me acompañan por debajo de las adustas fachadas de la avenida Gorki. Regreso de encender una vela en el Monasterio de las Doncellas y de llorar por ti, mi pequeña Natalia, buscando al Jorge Dantés sobre el que poder disparar a veinte pasos -dados a la espalda- de la lápida en la que yacen un puñado de lirios muertos.

Yaik

Cerca del servicio de correos, entre la estaciones de los ferrocarriles de Kazán y Leningrado, mirando hacia la Catedral de la Epifanía, apareció el espectro de Chumakov montando en el caballo blanco de su antiguo caudillo. La montura avanzó entre los conductores de los automóviles que lo miraban incrédulos. Alguna alma piadosa había hecho un buen remiendo con aquellos miembros descuartizados... Pero se le notaban varias puntadas en las comisuras de los labios, le costaba sonreír. Un pordiosero que solicitaba limosna en el borde de la acera, le tendió una botella de vodka casero. El jinete, sobrecogido por aquel bello gesto, se dirigió al indigente diciéndole:
- "Agradezco al súbdito del zar la delicadeza. Un siervo no es culpable de las atrocidades de su amo. Pero le rogaría, buen hombre, me dijera en qué país me encuentro. Llevo más de doscientos años dando vueltas, buscando el territorio del Yaik para unirme a los sublevados".

Ajenjo del Don

Se llama Grigori Melejov y, contrariamente a lo que pensé hace algunos años, aún no ha bajado del monte. En el descuido que anega los campos se advierte que sus manos siguen ausentes del arado. Y es que "suele ocurrir que al lado de un trigal, en una pradera de abundantes hierbas y flores, irrumpe, como una nube de humo plúmeo, un ajenjo, y los granos de trigo, mientras van madurando, absorben su amargura".
Lo siento Natuska, pero el filo de mis besos conserva su sabor a guadaña, te reabrirá las heridas si rozo tus labios. ¡Ay de nosotros, querida Aisinia! Lobeznos en celo, en busca de un bosque salvaje en el que no hollaran pisadas de ninguna humanidad.

Tarkovski

Hizo escala en Solaris, el planeta océano, y los iconos se desplegaron sobre los brotes de los abedules sin que los ocres se desperdigaran en demasía. Sobre la nueva Cassiopea brilló un aro lunar de excelsa trinidad y en las aletas del arcángel centelleó el platino. Le preguntaron si había partido del Kosmódromo de Baikonur, y él dijo que no había oído hablar de un lugar con semejante nombre. -En las bases exteriores se desconfía de los enviados con sigilo. Conocen el poder de los expedientes que siguen rutas oficiosas-. Sobornaron a la turgente Paula para que le sonsacara.
La ocasión aportó bases para un nuevo experimento. La hipótesis resultó sostenible: "la inmersión de dos cuerpos desnudos, hombre y mujer, no provoca la agresividad del océano".
El interrogante, sin embargo, se mantiene todavía. ¿Qué ocurriría si variase la cantidad en los parámetros o se alterasen proporción o paridad en los sexos sumergidos?
El viajero no se demoró demasiado. Partió a la mañana siguiente.
Paula fue condecorada. Había demostrado, nuevamente, estar científicamente preparada para misiones difíciles. Obtuvo dos resultados ciertos y uno improbable:
El primero, el nombre del misterioso visitante: Andrei Rubliov. El segundo, el motivo de su misión: una entrevista con dios. El tercero, un secreto que se reserva y se le nota cuando sonríe.