nº 186: noviembre-diciembre 2018

Cámara oscura

Alex Oviedo

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En la década de los treinta del pasado siglo, Frank Capra dirigió algunas de sus mejores películas, que le valdrían no sólo la consideración como director sino también el reconocimiento de los premios. En 1934, rodaba Sucedió una noche (It happenned one night), con Clark Gable y Claudette Colbert, con la que lograría el Oscar a la mejor película, director, al mejor guión adaptado, además de sendos premios para sus actores, lo que la convertía en el primer film en obtener los cuatro grandes premios. Dos años después, dirigía El secreto de vivir (Mr. Deeds Goes to Town), con Gary Cooper y Jean Arthur, que le valdría un nuevo Oscar como director.

Y de nuevo, en 1938 obtenía los dos grandes premios de la Academia (el de Mejor Película y Director) por Vive como quieras (You cant take it with you), una gran comedia en la que una familia alocada vive a su manera en la casa del abuelo (Lionel Barrymore): su hija escribe obras de teatro porque un día se encontró una máquina de escribir, el yerno prepara fuegos artificiales en el sótano, una de sus nietas ejecuta pasos de ballet a todas horas mientras el marido toca el xilófono… A la casa acude todas las noches un profesor de ballet porque es la única forma de cenar caliente, un cuervo revolotea por el salón y ayuda a los trabajadores del sótano a llevar las piezas de los cohetes; hay dos sirvientes negros que comparten espacio en la casa. Y luego está la segunda nieta (Jean Arthur), que se ha enamorado de su jefe (James Stewart), el hijo del presidente de una familia de empresarios, los Kirby, que planean hacerse con toda una manzana de edificios para apuntalar un gran negocio. La compra de esos inmuebles obligaría a marcharse a todos sus inquilinos, aunque sólo puede llevarse a cabo si se adquiere la última casa, precisamente en la que viven los Vanderhof-Sycamore.

La diferencia entre ambas familias es el detonante de esta comedia. Mientras una se rige en base a los negocios y los beneficios para sus accionistas, incluso aunque a través de ellos puedan dejar en la calle a miles de personas, la otra aboga por permitir que casa persona se realice a sí misma. O como dice el abuelo: que sea feliz. ¿Utopía? ¿Absurdo? Algunos críticos vieron en la postura del abuelo una defensa del más radical liberalismo. Lo cierto es que nos encontramos en plena depresión americana, y la película muestra muchas de las situaciones que luego encontraremos en el que quizás sea la más conocida de Capra: ¡Qué bello es vivir! (It's a Wonderful Life): una América en la que unas familias subsisten mientras otras se enriquecen a costa de las primeras. En la que los pobres acaban ayudándose entre ellos para superar los desmanes de los poderosos, del establishment, hasta el punto de recolectar el dinero que alguien necesita cuando está en apuros. ¿Les suena?

Hay una escena en Vive como quieras que resulta insultantemente moderna: la de esa gran compañía que se hace con toda una manzana de edificios para desahuciar a sus inquilinos. Da igual la vida de las familias que viven en ellos o su situación personal. Quizás incluso les vuelva a alquilar en un futuro la misma casa por el triple de su valor. Lo importante es que los beneficios sean pingües. Que varios altos cargos puedan engrosar más dinero en sus abultadas cuentas bancarias. En este sentido, la sociedad occidental no ha cambiado nada y Vive como quieras es, ochenta años después, una película moderna.

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© 2018 Luke

ISSN: 1578-8644

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