nº 186: noviembre-diciembre 2018

Producciones Lentas presenta… entrevista con José Luis Rebordinos, director del Festival de Cine de San Sebastián.

Kerman Arzalluz

Rebordinos

Antes ya lo había hecho Javier Gurruchaga. Dejar a un lado su insulso puesto de trabajo en una entidad bancaria para lanzarse a la aventura, a lo que realmente le gustaba. Fue un salto al vacío sin red al mundo de la música y el espectáculo. El gris empleado abandonó ese “mundo fosilizado” –como lo definió en alguna ocasión-, en el que había entrado como botones, para descubrirse como un notable vocalista de voz rota y formidable showman.
Jose Luis Rebordinos (Rentería, 1961), al igual que el líder de la Orquesta Mondragón, pasó por una entidad de crédito, en este caso, la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastian, antes de tomar la decisión de cambiar su puesto de trabajo cómodo pero anodino por su verdadera pasión, el cine. Fuentes que no viene al caso revelar, confirman la determinación con la que el actual Director del Festival de Cine de San Sebastian dio el paso. Estaba convencido de lo que quería hacer. Visto lo visto, no le fue mal. De la Caja de Ahorros al añorado cine Reina de Renteria, pasando por la Semana de Cine Fantástico y de Terror hasta llegar al Zinemaldi donostiarra, sin olvidarnos de sus más de treinta años en Donostia Kultura.
Nos recibe cordial en su despacho de Tabakalera y bastan treinta segundos para darse cuenta de que es de esas personas apasionadas de lo que hacen, que si volvieran a nacer se abrirían un hueco desde el ámbito que fuese hasta llegar al mundo del cine. Vehemente en el discurso, se le ve en su “salsa”, encantado de responder a las preguntas de Luke que, como revista de literatura y arte contemporáneo, se centra, sobre todo, en aspectos generales, en la visión que nuestro protagonista pueda tener sobre el cine, en particular, y la cultura, en general, y sobre los proyectos más globales e integradores que tiene en “cartel” el Festival, más allá del desembarco de Roma en Netflix, las filias y fobias hacia Kafarnaun, la heterogeneidad de la sección oficial o la dosis de glamour.

-Le tengo que confesar que hace unos años, en 2013, me llevé una gran alegría cuando escuché en la radio “Premio Donostia para Hugh Jackman”. Había entendido Gene Hackman. ¿No va a haber en Donostia más actores y actrices de la talla de Gene Hackman, los “grandes” de la escena?

Puede haberlos, lo que pasa es que hemos hecho una apuesta por gente más joven. ¿Qué pasa con aquellos grandes actores? Que cada vez quedan menos, los grandes actores de Hollywood desgraciadamente nos van dejando, de ahí que empezáramos a apostar por actores y actrices más jóvenes –creo que la primera fue Susan Sarandon-, que ya tenían obra y les quedaba obra por delante. Creo que algunos de los Premios Donostia de los últimos años serán los Gene Hackman del futuro y les habremos dado el Donostia a mitad de su carrera. Es una apuesta estratégica, precisamente por la dificultad de traer a los grandes actores del Hollywood dorado, que en muchos casos ya no viajan. Por otra parte, queríamos rejuvenecer un poco el Festival. Hubo una época en la que los Premios Donostia eran una excusa para poder traer actores y actrices porque normalmente era muy difícil traerlos. Hoy en día muchos de esos actores y actrices vienen con sus películas, no hace falta darles el premio. A algunos se les da pero ellos ya vienen porque traen sus películas. Ha cambiado un poco el panorama, no necesitamos tantas excusas para traer actores, los actores vienen con películas e intentamos que esté aquí el cine actual, el cine que cuenta en el momento. No obstante, no se puede descartar que en un momento dado haya un premio de ese estilo y también hay que decir que hemos empezado a dar el Premio Donostia a gente que no es actor o actriz, el año pasado se lo dimos a Agnes Wajda. Insisto, lo de dar el premio a actores y actrices más jóvenes fue un tema estratégico, una forma de rejuvenecer el Festival, de hecho se empezó a hacer antes de mi llegada como Director. En cuanto a Gene Hackman, pues la verdad es que estaríamos encantados de dárselo, pero es una de esas estrellas que es muy complicado de traer porque en la mayoría de los casos ya no viajan. Ya intentamos en su momento darle el premio Donostia a Robert Redford, a Clint Eastwood, pero como te digo, es muy difícil porque tienen ya una edad.

-En 2016 realicé para Luke el seguimiento de la sección Nuevos Directores, que recoge las óperas primas o segundas películas de los realizadores, y pude constatar el pesimismo como común denominador en todas las obras. Cintas, en líneas generales, crudas y descorazonadoras, en las que la violencia, la falta de oportunidades, las drogas, la apatía y el abandono estaban muy presentes. ¿Son un retrato de nuestra sociedad?

La sección de Nuevos Directores es la sección en la que trabaja con más libertad el comité de selección porque es una sección donde no hay grandes servidumbres. En la sección oficial tienes que dar una dosis de glamour, una dosis de cine para el gran público, otra para la crítica internacional, otra para la crítica nacional, local, mientras que en Nuevos Directores ponemos lo que nos gusta, y creo que a veces refleja bastante bien lo que está pasando porque el mundo no está para tirar cohetes, eso es obvio, y esta gente joven, que normalmente hace un cine rabioso, un cine de actualidad, que hace un cine comprometido, un cine con cosas nuevas, normalmente se mueve en entornos complicados. No es casualidad que en estos momentos los países del Este estén generando unas óperas primas muy potentes porque son países con una transformación económica y social brutal, que vienen de un momento bastante complejo, etc. Es verdad que desde el propio comité de selección vemos que esa sección se escora a menudo hacia un tipo de cine social, hacia un tipo de cine que trata grandes temas, temas duros, etc., y estamos intentando ampliar ese campo para que, como en la Oficial, sea una sección representativa de todo. No sé si fue ese año o el siguiente, ganó El novato, que era una comedia. Realmente buscamos que haya un poco de todo pero es verdad que normalmente la gente más joven, o se lanza a un tipo de cine muy experimental o se lanza a un cine que choca con la realidad a la que se enfrenta. Por tanto, sí es verdad que normalmente los nuevos directores tratan esos temas, de hecho la sección de Nuevos Directores de los Festivales de otros lugares del mundo suelen tener un cine bastante triste y bastante duro. Es curioso porque los jóvenes deberían ser los más esperanzados pero también es cierto que son jóvenes que empiezan a encontrarse la desilusión del mundo, un mundo que quizá no es el que esperaban.

-Quizá habría que abrir un paréntesis, crear un espacio “Be positive”, con películas que recogieran los valores positivos de la vida, la buena gente…

Ya hay cosas… al final el Festival es un conjunto, hemos hecho un ciclo sobre comedias americanas de los 80, el año pasado había dos comedias en competición: C´est la vie, la comedia de Nakachi Toledano, y la película ganadora The disaster artist, de James Franco. Si te fijas un poco en el conjunto del Festival te darás cuenta de que hay un poco de todo y de que hay películas de género, fantástico, policíaco, comedia…intentamos que haya una mayor presencia de cine de entretenimiento pero de calidad, que el conjunto sea variado. Si coges el total verás que eso se produce en gran medida, de hecho, somos uno de los Festivales que más cine de género pone en su Sección Oficial, sea comedia o sea fantástico, sea policíaco o thriller.

-Ese humor que sirve para desacralizar. Si no recuerdo mal, dentro de esa sección de Nuevos Directores estaba El picadero que realmente trataba un tema duro, la falta de trabajo, la falta de oportunidades, de medios, en este caso, para poder encontrar un espacio donde poder disfrutar con la pareja ya que los protagonistas se veían obligados a urdir todo tipo de planes para poder intimar. Todo ello tratado con humor, que aporta el contrapunto y genera la tragicomedia, un humor que hace que lo triste no sea tan triste, y que podamos observar la dureza de lo que acontece con cierto placer.

El humor sigue siendo algo revolucionario, una de las mejores armas contra la intolerancia, frente al fanatismo, la estupidez y la locura, el humor es una buena arma. El año pasado tuvimos la proyección de Fe de etarras en el Velódromo, de Borja Cobeaga, que montó un follón tremendo, con un ministro pidiendo que no se proyectara la película, y al final la ves, con ese humor, y lo que hace Borja Cobeaga, sobre todo, es destrozar a la propia ETA, es una película que se ríe de ETA, le hace mucho daño mediante el humor, mucho más que cuando las gentes más furibundas van contra ETA. Con una sonrisa, Borja Cobeaga construye y hace mucho más, pone contra las cuerdas a una organización fascista y asesina como ETA. Por tanto, creo que el humor es importante, que mediante el humor casi todo vale y casi todo es posible, aunque no te guste, aunque sea contra ti, no hay nada mejor que reírse de uno mismo, y cuando te gusta reírte de los demás hay que aceptar también que se rían de ti. Creo que hay que poner muy pocos límites al humor.

-Aunque para desacralizar, la verdad, me quedo con Elle, de Isabelle Huppert, de la que todavía no me he recuperado. Una película impresionante, con un tema durísimo, y que realmente le deja a uno estupefacto, con la reflexión de cómo se pueden llegar a tratar una violación y todo lo que conlleva y acarrea, con ese punto de creatividad y de originalidad.

Creo que es una de las mejores películas de los últimos años, soy fan loco de Elle. Cuando la vi en Cannes me quedé alucinado, luego estuvo aquí, en Perlas. Además conozco personalmente a Isabelle Huppert, una mujer espléndida con la que es un placer charlar y, por otra parte, una de las mejores actrices en activo. Como decía el propio Verhoeven, muy pocas actrices se hubieran atrevido a hacer ese papel y lo hubieran podido hacer con el nivel que consigue Isabelle Huppert. Es un alarde de interpretación y la película es maravillosa, insisto, es una de mis películas favoritas de los últimos años.

-Hace poco decía el poeta Benjamín Prado en unas declaraciones a la prensa que los dos motores de la economía española son la cultura y el turismo y que el gobierno no los cuida. ¿Qué impresión le merecen esas manifestaciones?

Bueno, yo no opino de los gobiernos porque no me toca. Como ciudadano tengo mi opinión; como Director del Festival, represento a un Festival que a su vez representa a todos los ciudadanos y en él tengo un Consejo de Administración en el que están presentes todas las fuerzas políticas y todas apoyan al Festival por igual. Lo que sí pienso es que la cultura y probablemente el turismo sean dos de los motores que mueven el Estado, eso se sabe, vale con ver los datos del P.I.B. En el caso de la cultura, creo que va mucho más allá, que la cultura es un motor económico sin lugar a dudas y además hay que reivindicarlo como tal. Durante muchos años ha dado la impresión que desde la propia cultura hablar de dinero y hablar de economía era manchar la cultura y eso no es así. La cultura es también industria, la cultura es movimiento económico, la cultura significa una rentabilidad económica. Pero la cultura es mucho más, la cultura es lo que permite a los pueblos avanzar, lo que permite a los seres humanos desarrollarse, lo que permite que seamos un poquito mejor cada día. Lo permite, no quiere decir que la persona más culta sea mejor, conocemos grandes fascistas, grandes dictadores y grandes genocidas que eran muy cultos, tampoco nos engañemos, la cultura te puede hacer mejor, puede hacer a un pueblo mejor pero no es garantía de nada. Pero al mismo tiempo sí que creo que para un país que quiere desarrollarse, el apoyo a la cultura y a la educación, en concreto, son fundamentales, creo que la educación sí que hace a los seres humanos, es fundamental, y ahora que se habla tanto de todos estos problemas, del machismo, las agresiones sexuales, lo que está pasando con la emigración, con los ataques de racismo y de estupidez, pienso que eso se combate con la educación, y con una educación fuerte, coherente, en la que a los seres humanos se les enseñe a ser solidarios, se les enseñen los aspectos básicos de la convivencia. La solución pasa por ahí y menos por ciertas estridencias y ciertos eslóganes que al final no van a dejar mucha huella, hay que incidir en la educación, hay que invertir más dinero en educación, hay que tener un mayor control de los profesores, de la gente que se dedica a la docencia, que tiene que estar mucho mejor pagada, con mejores condiciones y también mucho más fiscalizada porque tampoco puede estar cualquiera dando clase. En definitiva, creo que los gobiernos deberían cuidar mucho más la educación de lo que en general se cuida.

-La cultura, ese “algo” inútil sin el que no podríamos vivir, ¿verdad?

Sí, también alguien dijo algo así como “si la cultura es cara, vete a ver lo que es la ausencia de ella”. Es fundamental pero es triste que, normalmente, casi todos los gobiernos, da igual que sean de izquierdas o de derechas, cuando tienen que recortar, lo hacen de la Cultura y de la Educación, son las primeras grandes partidas en caer; y luego viene la Sanidad, precisamente las que algunos defenderíamos que deberían de ser intocables y sin embargo, son las primeras que sufren los ajustes presupuestarios.

-Siguiendo el hilo de las partidas presupuestarias, sé que está satisfecho con el presupuesto del Festival, que no aspira a tener el de Cannes o el de Berlín; ahora bien, un millón más no vendría mal.

Sí, bueno, nosotros estamos ahora en un presupuesto de ocho millones cien y yo decía que lo ideal para San Sebastián sería un presupuesto de nueve millones, nueve millones y medio, eso sería lo ideal, tampoco más, porque si tuviéramos quince tampoco podríamos hacer nada con ellos, somos una ciudad de doscientos mil habitantes, con las posibilidades de infraestructuras y de funcionamiento que tenemos. Claro que nos gustaría tener un poco más pero con toda la crisis que ha habido, creo que las instituciones nos aportan un dinero que está bien y con los sponsors tiramos de un dinero que nos viene muy bien también. Vamos a ver si conseguimos mantenernos. Ahora bien, tener un millón más nos permitiría funcionar con más tranquilidad, porque cada año es una especie de aventura, llegas al límite, estás intentando mejorar un poco las condiciones de los trabajadores, generar puestos de trabajo, y no te llega para poder armarlo todo en tres años como quieres. Obviamente estaríamos más cómodos con más, lo que pasa es que venimos de unos años muy duros, tal vez en los próximos años podamos pedir un poco más a todos pero en la crisis las instituciones nos han aguantado los presupuestos y eso es digno de satisfacción y de agradecimiento porque han sido años muy duros y ha habido muchos recortes y en el caso del Festival no ha habido subidas hasta estos últimos dos años pero nos han aguantado el presupuesto y eso es, insisto, digno de agradecimiento.

-Dos cosas, al hilo una vez más de lo que comentaba, en este caso de San Sebastian como ciudad de 200.000 habitantes…Festival de Cine Internacional de San Sebastian, Semana de Cine Fantástico y de Terror, Quincena Musical, Jazzaldi, Certamen de masas corales de Tolosa…¿cabe más cultura en Gipuzkoa?

No sé si cabe más cultura. Fíjate que hace un rato estaba con un amigo catalán que es distribuidor y comentábamos que en San Sebastian en concreto, y en Euskadi, en general, las fuerzas políticas han apostado por la cultura siempre, desde que yo recuerdo, es decir, yo he sido muy crítico de joven con ellas pero es verdad que comparativamente, que una ciudad como San Sebastian tenga la actividad cultural que tiene no es fruto de la casualidad. Por supuesto, hay un apoyo muy fuerte por parte de los ciudadanos, de agentes privados, por parte de ciudadanos de a pie que organizan cosas pero sin el apoyo de las instituciones, en este caso, Diputación, Ayuntamiento y Gobierno Vasco, sería imposible. Hay una apuesta muy clara en Euskadi por la cultura, probablemente mucho más fuerte que en otros lugares del Estado, y eso es digno de aplauso. Hace poco me hacían una entrevista y ahora que está de moda decir que todos los políticos son malos, corruptos, etc, y no estoy de acuerdo, yo he conocido políticos mejores y peores, y en general, después de más de treinta años trabajando con la administración desde Donostia Kultura, puedo decir que me he encontrado con políticos bastante interesantes, que han apostado por el Festival o por la cultura desde el Ayuntamiento, y de signos muy distintos, no siempre de los mismos colores. No sé si cabe más cultura, lo que sí es cierto que San Sebastian es una ciudad que bebe cultura, respira cultura por todos los lados, con unas instituciones que la gobiernan, que han tenido claro que apoyar la cultura era algo importante para el desarrollo de San Sebastian, del territorio y del país.

-Un apoyo institucional y una ciudad que se vuelca, con 600.000, 700.000.- euros de ingresos en taquilla para el Festival, y “llenos” en todas las proyecciones de todas las secciones.

Así es. El año pasado estábamos en 174.000.- espectadores. Me gustaría organizar las proyecciones de otra manera más cómoda pero abría que reducir el número de espectadores y eso es muy complicado. A veces tienes cuatro sesiones en el Victoria Eugenia, unas colas enormes, la gente entrando, otros esperando…pero es que hay tanta demanda que quitar sesiones sería también un drama para esa gente que se quedara fuera. Hay apoyo institucional y apoyo de la gente y, sobre todo, una relación dialéctica, es decir, cuando tú –y lo decíamos de la Educación-, desde lo público apuestas por el jazz, el festival de cine de terror, el festival de cine de derechos humanos, la quincena, etc., generas un público también. Todos sabemos que en el sistema capitalista de la oferta y la demanda ésta se genera, es decir, que tú puedes generar un tipo de demanda, que no surge de manera natural. Sí hay unas demandas naturales pero luego tú, en función de la oferta, puedes generar un tipo determinado de demanda, como la televisión, que genera un tipo determinado de público, no precisamente el que más me interesa. Y en esta ciudad ha habido ese tipo de relación dialéctica. ¿Qué ha sido antes el público o las actividades, las actividades o el público? Pues yo creo que se han ido alimentando las unas a las otras, ha habido una apuesta por parte de las instituciones y del sector privado también, porque nosotros tenemos, por ejemplo, empresas como Irizar, Orona, Kutxa, que desde el territorio nos están apoyando. Tú generas una actividad y esa actividad genera un público y ese público al mismo tiempo genera una demanda, es decir, hay una relación dialéctica y creo que eso ha funcionado muy bien en el País Vasco en general, porque vas a Bilbao o a Vitoria y la masa cultural es muy potente. A veces hay gente que nos dice “tenéis ahí una peli que ha aguantado seis semanas y en Madrid ha aguantado tres y ha hecho un poco menos que Madrid pero ha hecho unos resultados muy buenos”. No es casualidad. Entre semana la gente no va tanto al cine pero va. En Tabakalera ahora mismo hay cuatro o cinco días de proyección a la semana, existe el Cineclub Kresala, la SADE tiene los jueves programación en v.o., y toda la programación más o menos va funcionando y para eso tienes que tener un público, pero es que esa misma oferta genera ese público. Lo difícil es encontrar el equilibrio, a veces uno sí que tiene la impresión de que hay una sobreprogramación, pero prefiero una sobreprogramación a una no programación porque la ausencia de programación cultural es un problema.

Luego empieza a pasar algo muy interesante en San Sebastian, y es que empieza a haber agentes privados, muchas veces ciudadanos, que generan cosas. Un festival como Dock of the Bay, de música, muy interesante, lo genera una gente ajena a las instituciones. Los Bang Bang Zinema los genera un tipo de gente, empieza a haber personas que se organizan para hacer cosas relacionadas con la cultura. Siempre la ha habido pero ahora empieza a haber algunas iniciativas que están teniendo mucho éxito. Eso también es bueno porque en San Sebastian a veces hemos sido agentes muy pasivos de la cultura, hemos sido espectadores de obras, de música, etc, pero nos ha faltado organizar cosas y creo que es bueno que una parcela de lo que se organiza en San Sebastian, sea organizado por la gente, que puede luego estar apoyada o no por las instituciones pero que sea la gente la que diga cómo se hace y qué se hace y por qué. Es bueno que una parte la genere el ciudadano, no todo, y que otra parte se haga de una manera profesional, desde una institución. Creo que estamos en un momento muy interesante para la ciudad sobre todo a nivel audiovisual…Tabakalera ha sido un revulsivo brutal, es una máquina de generar actividades y de hacer cosas interesantes.

-Pasando un poco a lo concreto, a lo particular, este año ha llamado la atención la supresión del concurso de carteles, que ofrecía la posibilidad a la gente de proyectar su creatividad, y se ha decidido poner los carteles en manos de una gran agencia, para dar una imagen corporativa. ¿Cuándo y por qué se toma esa decisión?

Cuando llegamos decidimos sacar a concurso todos los carteles porque queríamos inaugurar una época de absoluta transparencia y trasladar el mensaje de que la gente participara en el Festival y una forma de hacerlo era presentando carteles o votándolos porque era una locura lo de las votaciones de 30.000 personas. Lo hemos mantenido unos años pero luego los resultados eran los que eran, no porque los carteles fueran mejores o peores sino porque no había ninguna coherencia entre ellos y así decidimos hace unos años invitar para el “Oficial” a varios estudios. Esto no acababa de funcionar porque todo esto lo chequeamos cuando nos movemos por festivales internacionales para ver qué impresión dan nuestros carteles, y una de las cosas que nos pedían era que la imagen del Festival tuviera una coherencia, que se modernizara ya que la propia imagen del Festival daba problemas porque nuestro logo no se veía. Yo iba por los Campos Elíseos y veía Lady Mcbeth y veía Toronto International Film Festival y San Sebastian y se veía mucho más claro el de Toronto y salvo yo que sabía que aquella cosa rara era el nuestro, no se veía porque era una concha llena de líneas, etc. Entonces unimos la necesidad de una imagen más moderna a los carteles, no sé si volveremos al antiguo sistema pero sí queríamos empezar creando una imagen que sirviera para todo el año. Antes acabábamos un Festival y hasta que llegaba el cartel de la siguiente edición no había imagen del Festival, ahora tenemos una imagen corporativa y luego están los carteles que ahora tienen una coherencia. Queríamos que todo tuviera coherencia, ahora todos tienen una misma tipografía, todos tienen algo de foto y de dibujo sobre la foto, es decir, hay una especie de unidad… todos van con unas manchas planas de color que van a ser los colores de cada sección, insisto, hay un trabajo muy potente detrás, hecho por el estudio TGA en busca de coherencia. Se ha buscado –que a unos les gustará más y a otros les gustará menos- una concha mucho más sintética, que se vea, y el SIFF –San Sebastian International Film Festival- como acrónimo.

Es curioso porque de repente hemos leído en medios que hay gente muy enfadada porque cree que ha cambiado el nombre del festival de cine y no es verdad. El festival de Cine de San Sebastian se sigue llamando Donostia Zinemaldia / Festival de San Sebastian, no sólo Donostia Zinemaldia, no solo Festival de San Sebastian, como algunos dicen, el nombre del Festival es Donostia Zinemaldia / Festival de San Sebastian, lo que pasa es que se ha creado una concha con un SIFF, que es un acrónimo, que normalmente va con el nombre enteros para que tenga una mayor visibilidad pero el nombre del festival no ha cambiado para nada.

-Con las cuestiones idiomáticas siempre hay una sensibilidad especial.

Nosotros lo hemos enseñado suelto, por separado, pero el nombre del festival no ha cambiado, lo que se ha creado es un acrónimo que es el SSIF, junto a la concha, pero el nombre del festival es el mismo y además en el 90% de las aplicaciones sale Donostia Zinemaldia / Festival de cine de San Sebastian, todo junto, en muy poquitas cosas sale solo la concha o solo la concha con el SSIF.

-La escuela de cine Elías Querejeta comienza su andadura. ¿Qué va a aportar al Festival, al mundo del cine y a la ciudad?

El Festival va a formar parte del Comité de Dirección académica de la Escuela, de hecho, la Escuela Elías Querejeta es una escuela de la Diputación Foral de Gipuzkoa, pero en su dirección académica participan la Filmoteca Vasca, el Festival de San Sebastian y la propia Tabakalera, porque se crean tres especialidades muy unidas orgánicamente a cada una de las instituciones: la que tiene que ver con archivo, memoria, parte técnica, enlaza con la Filmoteca Vasca; la que tiene que ver con la creación, con Tabakalera; y la que tiene que ver con todo lo que es programación cinematográfica y crítica cinematográfica, con el Festival de cine. De hecho, hemos creado una asignatura relacionada con el Festival de Cine que se va a dar a lo largo de todo el año, es decir, los responsables de los diferentes departamentos del Festival van a explicar a los alumnos cómo funciona el Festival desde dentro. ¿Qué va a aportar? Yo creo que va a aportar mucho porque es una escuela de alta especialización, que va a traer a cuarenta y cinco alumnos de muchos lugares del mundo, de Europa, Latinoamérica, de Gipuzkoa, del resto del Estado, que ya tienen un pequeño bagaje detrás, no son gente que acaba de terminar, se les exige un currículum detrás para poder participar; y segundo, por la que escuela va a traer a lo largo del año a algunas de la personas más importantes del mundo del cine. Cuando hablamos de programación cinematográfica, va a pasar Tierry Frémaux, Director del Festival de cine de Cannes, o va a pasar Carlo Chatrian, el director del Festival de Locarno y recientemente nombrado Director del Festival de cine de Berlin. La escuela nos va a permitir traer a la ciudad a algunas de las personas más importantes del cine mundial a nivel de programación, a nivel de archivos fílmicos y a nivel de producción, realización, etc. Eso por un lado. Y por otro lado, nos va a poner también en el mundo, porque esa gente que viene va a conocer a nuestros cineastas, va a conocer lo que está pasando aquí, etc., por ejemplo, tenemos un programa que se llama Ikusmira Berriak, que lo hacemos con Tabakalera, que es un programa de residencias. Pues Carlo Chatrian ha estado aquí, en esas residencias, y se crean conexiones, se crean una serie de relaciones que permiten, nos permiten que nuestro propio cine sea presentado a toda esa gente que venga, gente que va a conocer lo que está pasando en el País Vasco, y nosotros vamos a conocer qué está haciendo esa gente por el mundo y yo siempre he dicho que es fundamental que nuestra propia gente salga fuera y que traigamos aquí lo que está fuera. Al final, nos transformamos en contacto con otros, nos transformamos conociendo otras realidades.

Luego la escuela va a tener otro efecto, en este caso sobre el festival. Nosotros no queremos una escuela en la que les contamos qué queremos y ya está, queremos que sea de ida y vuelta. Un festival de cine nos guste o no es bastante endogámico, vivimos viendo películas, dentro de los festivales, dentro de nuestra forma de entender el cine. Entonces, de pronto, juntarnos con quince chavales, chicos y chicas del mundo, que quieren programar, pero que vienen con ideas nuevas, que están empezando, nos va a transformar seguro. Las prácticas, por ejemplo… a un grupo vamos a intentar hacerle las prácticas a lo largo de todo el año. Van a firmar un contrato de confidencialidad y van a tener la oportunidad, probablemente de febrero a octubre, de conocer qué pasa aquí dentro, van a saber por qué seleccionamos una película, van a conocer todas nuestras servidumbres, las buenas y las malas, por qué a veces tienes que poner algo que te puede gustar más o menos, por qué esto va aquí y no allá, por qué has rechazado una cosa. Lo van a conocer totalmente, van a conocer uno de los festivales más importantes del mundo desde dentro. Y yo me voy a juntar con ellos y quiero que me den cosas, quiero que ellos me expliquen cómo lo ven, por qué no están de acuerdo conmigo, por qué ellos lo harían de otra manera, seguro que eso nos transforma. Va a ser un viaje de ida y vuelta, estoy seguro que la escuela va a ser sangre bullendo que nos va a suponer una transfusión, que va a ser importante, para el centro, para el festival, para todos, va a suponer un roce con mucha gente diferente, en situaciones muy diferentes y con cometidos diferentes y eso es muy bueno.

-Para ir terminando, si le parece, dos pinceladas breves sobre otros tantos aspectos del festival: uno, el Glocal in Progress –películas europeas en lenguas no hegemónicas-. ¿Qué se cuece en esa sección, en esa actividad programada?

Creo que es importante buscar y ver dónde puedes aportar algo y dónde puede ser algo especial y, fíjate qué curioso, porque llegamos a Glocal in Progress a través del Foro de Coproducción, es decir, nosotros tenemos una lengua en común con millones de personas, que es el castellano, somos un mercado único, tú una película argentina de Darín la puedes poner en España tal cual, somos el mismo mercado…una película de Darín o de Mercedes Morán o de Sbaraglia. Nosotros nos hemos especializado un poco en todo lo que tiene que ver con América Latina y queremos ser una de las puertas importantes de entrada del cine latinoamericano en Europa. Lo hacemos a través de un foro de coproducción, de un cine en construcción que es un Work in Progress, una sección como Horizontes Latinos, etc. Pensando dónde podíamos posicionarnos en Europa, dijimos, si una lengua en común nos une a mucha gente, una lengua diferente también nos une a mucha gente porque ¿qué pasa con el euskera? El País Vasco es un país del primer mundo, es un país económicamente fuerte comparativamente con el mundo, producimos en euskera sin ningún problema, es decir y se produce en euskera mucho, comparativamente con otros países de Europa. ¿Cuál es el problema del euskera? Que luego no tenemos mercado, nuestro mercado qué puede ser ¿un millón de personas que pueden hablar euskera, setecientasmil, ochocientas mil, un millón de personas que pueden hacer ese cine en condiciones? Es un mercado muy pequeño pero es que ese problema es el mismo que tienen los islandeses, que producen un cine estupendo, que gana premios, que gana en el festival de cine de San Sebastian, en Cannes, etc, el tema es que luego hay trescientos mil que hablan islandés…y lo mismo les pasa a los polacos, los irlandeses… El Gobierno Vasco estaba trabajando con diferentes países en el tema Glocal, que era lo global y lo global en el tema del lenguaje y entonces pensamos en crear un Work in progress para dar visibilidad a un cine que se hace en lenguas no hegemónicas que tienen este problema en el mercado y, al mismo tiempo, convertir a San Sebastian en un punto de encuentro de estos países, de estas cinematografías, que nos permita articular cosas. Igual tenemos que ver si dentro de dos o tres años creamos una red de festivales para proyectar este tipo de películas pero, de momento, hemos creado un sitio para empezar a conocernos y empezar a trabajar fundamentalmente pero el discurso es un poco ese…si una lengua común nos une a muchos, una lengua diferente también nos puede unir a muchos que tienen lenguas diferentes y tienen el mismo problema, es decir, mercados pequeños por su lengua específica y, bueno, así nació Glocal y yo estoy convencido de que dentro de unos años va a ser algo muy importante.

-Un proyecto muy interesante desde un punto de vista conceptual, parece acertado ese globalizar desde lo mínimo, desde lo local…

Esa es la pelea, cómo conseguirlo. Nosotros producimos, cómo conseguimos que eso se vea. Afortunadamente ya empieza a pasar, Loreak o Handia están dando la vuelta al mundo, las ha comprado Netflix, las ha llevado una distribuidora internacional como Film Factory, importantísima, es decir, poco a poco el cine vasco comienza a colocarse, están pasando con el cine vasco cosas que yo hace quince años hubiera dicho que eran imposibles como que una distribuidora del nivel de Film Factory compre películas en euskera. No nos olvidemos de que las distribuidoras compran cine para ganar dinero. Por tanto, que una distribuidora como Film Factory compre cine vasco siendo la mejor distribuidora a nivel mundial para el cine español y latino, y ya esté con La trinchera infinita, la siguiente película de Moriarty, de los mismos que han hecho Handia, tiene un valor importante.

-Quizá hay que sacudirse el complejo de inferioridad, esos comentarios del tipo “La peli ha estado bien, maja, para ser de aquí”, como si todo lo que llega de Nueva York fuera estupendo y lo propio, en el mejor de los casos, digno.

El jurado que premia Handia es un jurado internacional…

-Sí, por supuesto, pero quiero decir que no hay que apoyar necesariamente lo de aquí por el hecho de que sea de aquí, si no es bueno, ni ensalzar las obras que vienen de Australia, Japón o Estados Unidos, sobre todo, por el hecho de ser foráneas.

Siempre hemos intentado ser poco paternalistas y nos han llovido críticas, a veces hasta con razón. Yo a una película vasca si es de cinco le puede dar un cinco y medio pero no le voy a dar un ocho, es decir, si es de tres no la vamos a poner, si es de cinco y medio igual le das un seis y la apoyas un poco pero no más, porque si no iríamos contra el propio cine vasco y pasa lo mismo con el cine español. Claro que tiene que haber un apoyo, este es el festival más importante del Estado y tenemos que apoyar el cine español, hay tres instituciones vascas detrás de nuestro festival, tenemos que apoyar el cine vasco pero, ojo, que un paternalismo mal entendido puede ir contra la propia cinematografía, hay que tener mucho cuidado con eso.

-Contra el festival y contra el cine en general, en última instancia.

Efectivamente, pero fíjate que el año pasado en Glocal gana la película Dantza, una película de bailes vascos, y que el jurado que le da el premio es de Madrid, son industrias de Madrid, y además salen fascinados de la película. Entonces, volviendo a lo que decías tú, a veces valoramos también menos lo que tenemos que lo que llega de fuera y vienen los de fuera a recordarnos que está bastante bien. El caso de Dantza es increíble, son unas empresas de Madrid que valoran una película rumana, otra también de fuera y una vasca e, insisto, ven Danztza, una película muy radical y muy hermosa, pero toda hecha con bailes vascos, y salen fascinados y le dan el premio.

-Claro, te refieres al extremo opuesto de lo que yo comentaba, que es el de no ser profeta en tu tierra.

Y luego hay otra cosa. No es que se le dé el premio y ya está, no, es que es una película que se quedan ellos, como coproductores, es decir, que tienen que medir muy mucho dónde se meten porque se gastan un dinero en posproducción. Lógicamente luego van a querer recuperar ese dinero.

Se está produciendo cine vasco y al final los resultados son fruto de muchas cosas cosas a la vez. Estamos en un momento en el que desde el propio festival se está apostando por el cine vasco, en la medida de lo posible y de muchas maneras, desde la parte industrial hasta la parte de programación. Desde las instituciones también se está haciendo, el Gobierno Vasco está apostando por él y tiene una preocupación real por el cine vasco y considera que es un motor; el propio lehendakari, me consta, porque he tenido la oportunidad de hablar con él, que es consciente de que el cine vasco es un motor industrial y cultural y quiere saber qué está pasando y quiere apoyar. En definitiva, se están juntando una serie de cosas. Los propios productores antiguos están transmitiendo a toda una nueva generación de productores un saber y eso está dando sus frutos, empieza una nueva generación de directores, estamos en un buen momento para el cine vasco. Los agentes involucrados están a favor de obra y luego acertaremos más, acertaremos menos, seremos capaces de involucrarnos más o menos pero sí que creo que estamos en un momento como yo no lo he conocido en treinta años.

-El Festival quiere abrir un archivo al público, es el proyecto estrella para la setenta edición, y ya se está trabajando en ello. ¿Qué medios se van a invertir en este apartado?, ¿qué va a proporcionar ese archivo abierto a la ciudadanía?

Se está trabajando ya. La escuela de cine nos permite poder acometer este proyecto, nosotros no podríamos permitirnos hacer este trabajo solos, económicamente sería imposible. La escuela de cine busca proyectos y Pablo La Parra, que es un poco el profesor encargado de desarrollar este tipo de ideas de investigación va a liderar este proyecto con cuatro alumnos de la escuela, que van a hacer sus prácticas trabajando en esta idea, y un equipo formado por el festival, la propia filmoteca y veremos si alguna institución más. Va a ser un proyecto para poner en valor todo un archivo que está ordenado pero no está trabajado, un archivo en el que hay fotos, cartas, materiales desde finales de los cincuenta…un archivo que ya tiene el Festival de Cannes. Queremos que sea un archivo no solo donde puedas ir y ver qué fotos hay de los cincuenta o de los sesenta sino que tú digas, vamos a ver, a mí me interesa el festival de cine de San Sebastian relacionado con la transición democrática y que puedas ir y encontrar todo aquello que de alguna manera te remita a esa época; o que digas el festival y la violencia de ETA y tengas todo lo que el festival te remita, desde películas hasta los problemas que hubo con la sesión que se paró, etc., o el nuevo cine vasco, los ikuskas, un intento de hacer un cine nacional vasco. Queremos que temáticamente sea un lugar para que el ciudadano y los investigadores puedan acceder a todo lo que el festival pueda dar. ¿Qué va a aportar? Pues no lo sabemos porque, precisamente, lo bonito de este proyecto es que ahora mismo lo estamos descorchando, ahora se va a empezar a trabajar y no sabemos lo que hay dentro, son decenas de años de material acumulado y conservado estupendamente por producción. Toca descorchar la botella y ver lo que hay. Yo estoy seguro de que va a haber sorpresas estupendas, no sé cuántas pero seguro, porque por aquí ha pasado gente muy importante, como Agnes Warda, que nos ha enviado unas cartas muy bonitas que están guardadas… y seguro que habrá cosas bonitas de directores de los años sesenta y setenta, estoy convencido. Es un proyecto muy bonito y nos parece que está muy bien para el setenta aniversario y ojalá lleguemos, tengamos los medios para hacerlo y que para ese setenta aniversario la gente pueda tener acceso a ese archivo del festival y conocer su historia…pero su historia con lo que ha aportado y ha sufrido y se ha relacionado con la historia de este país, de nuestra ciudad, nuestro pueblo y el mundo, esa es la idea.

-Sociología pura, al fin y al cabo. Una mezcla de información, contenido, por no hablar del enorme anecdotario a que ha dado lugar a lo largo de los años. Yo siempre me refiero a la anécdota que recoge Diego Galán en su conocido “Jack Lemon nunca cenó aquí”, que da fe de la capacidad de la industria y de la sociedad estadounidenses para generar espectáculo, para hacer las cosas a lo grande…y es que cuando vino William Dafoe al festival con La última tentación de Cristo preguntó si el Sagrado Corazón de Urgull se había montado para promocionar la película. No consta en el libro si el comentario lo hizo nada más llegar o tras una de sus escapadas nocturas.

Es verdad que eso ha cambiado un poco, ahora en el mundo del cine ya no se gasta como se hacía en el mundo del cine clásico de Hollywood, de las estrellas, donde todo era glamour, eso está desapareciendo, ahora vivimos en una sociedad en la que queda muy poco para la privacidad, todo está ya en los papeles. El Hollywood aquel en el que las estrellas bajaban las escaleras…hoy día las estrellas se niegan a bajar una escalera, ya no ponemos escaleras, el tiempo cambia, la estrella cambia, no sé si es mejor o peor, probablemente las nuevas estrellas se han humanizado, tienen menos esa parte de glamour y de misterio pero son mucho más humanas, probablamente yo prefiero estas, soy poco mitómano. Además, a veces has escuchado leyendas e historias de actores y actrices que luego muchas veces no coinciden con la realidad, o lees libros y ves cosas que tú mismo has vivido y sabes que no coinciden con la realidad. La historia es un poco como cada uno la cuenta.

Yo me quedo con la humanidad de Isabelle Huppert, es una delicia escucharle y estar con ella, o de Glenn Close o de Hugh Jackman…toda esta gente que te deja un poso de gente inteligente, gente que es consciente de cuál es su papel, gente muy normal, que intenta hacer su trabajo lo mejor posible y quitar ese punto de locura que tienen a veces las estrellas. Yo prefiero al actor/actriz humano que al actor/actriz mito.

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ISSN: 1578-8644

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