nº 186: noviembre-diciembre 2018

Poemas

Almudena Gavala Alústiza

almudenaGavala

Almudena Gavala Alústiza (Jerez de la Frontera, 1973)
Licenciada en Filosofía y Letras. Profesora de Enseñanza Secundaria. La cajita de música, (ed. Tántalo 2016) es su primer poemario, presentado en la Biblioteca Central, Jerez de la Frontera en 2017. Ha colaborado en las revistas, Trece Trenes, Adiós y Ellas dicen. Actualmente, escribe en la revista Literaria Tántalo y en su blog http://laautocaravana.blogspot.com.es/. Recibió el Quinto premio de poesía con el poema Laberinto, publicado en 5 Relatos + 10 Poesías (Editorial Slovento 2007); tercer premio de poesía con el poema Silencio en la IV edición del Concurso de poemas Palabras que curan 2016. Es guionista de radioteatro, para Gente con Duende, Radio Enlace, (107.5 FM www.radioenlace.org), temporadas 2012-2016 y para Sin Cobertura, Radio Libertad, (107.0 FM http://radiolibertad.com; junio-julio 2014).
Autora del microteatro Salón de té en Pequeñas historias mínimas representada en el Festival de teatro Histrión’98, Jerez de la Frontera. Miembro de la Red de Arte Joven de Madrid con la que realizo varios recitales de poesía, obra propia, en los años 1998-2006.

I

El otoño asoma
más allá de las hojas en la calle
y del frío
más allá del color marrón en la punta de tu boca
de la temporada de parchís en tu casa
del abrazo del edredón
de tus zapatos de invierno;
asoma porque se me caen las ideas en el baño
todas las mañanas
cuando me visto de mí
para conocer el mundo;
y me quedo así,
mirándolas
con esa carita de boba que te producen las cosas rotas,
con ese desconcierto en el alma.

II

El mundo está hecho para dos
así lo hemos construido.
Reconócete en la frenética carrera hacia la polaridad
como si fuera el único sentido
de estar vivo,
porque uno solo no se basta
para soportar los sueños
y se deshumaniza en soledad;
uno solo no se basta
para soportar los sublimes atardeceres
sin morir;
porque uno solo descubre
que la belleza hiere
cuando no es compartida.

III
A veces envejezco demasiado rápido
y detrás de la ventana
observo el mundo y callo
porque quizás no podría haber sido de otra manera.

Entonces arranco los juicios
que me volvieron huraña
aliso la frente
relajo los hombros
y cuando finalmente cierro los ojos
respiro,
respiro profundamente.

Podría haber sido la última vez.
IV

Poco a poco recojo los trozos
que quedan de nosotros.
La tarde penetra limpia y en calma
por la ranura de la puerta
y ya no espero que pidas perdón,
ya no estamos en deuda.

Hemos agotado los momentos
en los que volcar
sobre la mesa
todas nuestras diferencias;
ya solo quedamos nosotros y el tiempo que nos resta
ya solo queda el mundo
como espectador de nuestras vidas.

Otros Artículos de LUKE nº 183

© 2018 Luke

ISSN: 1578-8644

LUKE social

Suscríbete a LUKE

Contacto

Busca los contenidos de LUKE.
Desde Enero de 2000