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LUKE nº 169 Febrero 2016

Pedro Tellería

Cuadernos Oxford

igor paskual

Fotografía: bigstarmusic.es

Cuando Igor Paskual toca con Loquillo, se coloca a la derecha del escenario. Sigue siendo un guitarrista incendiario, constante en el ritmo y aristado en los punteos. Se mueve como pocos, canta coros como nadie y adora enroscarse al cuello una boa glam en la segunda parte de los conciertos. En cambio, cuando Igor Paskual actúa solo –es decir, como Igor Paskual– se coloca en el centro del escenario y canta de principio a fin.

Igor Paskual publicó a finales 2015 Tierra firme. En 2011 firmó Equilibrio inestable, su debut en solitario. El primero contenía dos temas que me encantan: la homérica Volver, que suelo escuchar mientras conduzco, y la generacional Mis amigos (all my friends). Sin embargo, ese disco era menos homogéneo que Tierra firme. En éste, las letras han adquirido, por ejemplo, una aplastante unidad.

Igor lo expresaba a la perfección cuando en una entrevista se refería al amanecer, a la alborada (un término de tanta resonancia literaria, ¿verdad?). Ese instante en el que alguien puede regresar de donde viene o partir sin rumbo fijo. La idea de frontera, de límite entre opuestos, en suma. Ese momento, que han escrito y cantado tantos, donde conviven las promesas, los besos, las tentaciones… El regreso y la huida. Y de fondo, ese mito de don Juan, infiel y lujurioso, pero quizá enamorado del amor, tan querido por los románticos y que vertebra el disco.

Hay mil detalles más. En la producción (ruidos, rugidos, gritos, sintes o programaciones de apenas un compás), en las letras (la manierista “Poemas”, las enumeraciones en “Pasos de baile”, la segunda persona en “Alborada” o “Al otro lado del amanenecer”, rica en cómplices dilogías), en los dos scherzi centrales (la metalera “El cielo es poco acogedor II” y la provocadoramente punkarra “Nuevo cine español”) y en los glam-riffs de sus temas más bailables. Temas cortos, con muchas capas. Rock clásico con mil guiños y letras poderosas.