nº 184: mayo-junio 2018

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Birritan Mendia

Estoy inmóvil, me he frotado con alcohol de romero y he oído las voces, venían de todas partes, sabían lo que hice, lo que pensaba, lo que proyectaba, lo sabían todo, eran innumerables, a veces creía que se me rebelaba un espíritu. El espíritu, !menuda cosa!, definitivamente estoy chocheando. Voces de los muertos, de los vivos, de los que han sido, de los que serán, vaya panda. Quería descansar, pero las voces no me dejaban, no se marchaban, incluso me hacían llorar, la de cosas que llegaba a imaginar, todo disparates. Hubo un momento en que las voces eran tantas y se entremezclaban de tal manera que no había quien se aclarase. Esto no tiene ningún sentido; bueno, igual sí, ya sabéis como son las cosas del espíritu. Majaderías, lo que pasa es que estoy saturado de drogas, un cóctel como para ver dinosaurios, pero y las voces, ¿de dónde venían? Lo importante es que lo he conseguido, he alcanzado esa edad en la que ya no esperas nada, todo un éxito; ¿cómo lo he logrado?, lo ignoro, con un poco de perseverancia y una buena alimentación, esa podría ser la clave. Después llega la incontinencia, los pañales, las úlceras, para qué seguir, está todo organizado. Las voces venían y se iban, debí de irme con ellas, quizá no tenga otra oportunidad.

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© 2018 Luke

ISSN: 1578-8644

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