nº 182: enero-febrero 2018

Poemas

Guillermina Sartor

guillermina-sartor © Fotografia de Paola Scagliotti .

Guillermina Sartor (1995, Montevideo) Estudia Licenciatura en Psicología en la UdelaR. Participó en varios talleres literarios en la ciudad de Montevideo desde 2012 a la fecha. Desde el 2015 forma parte del colectivo de poesía ultra-joven En el camino de los perros. Ha obtenido el primer lugar en el IX Concurso de Poesía Joven Pablo Neruda (San José, Uruguay; 2016) y fue seleccionada en la convocatoria PlexoAmérica: poesía y gráfica Montevideo – Valparaíso (2016). Participó del XXI Enero en la Palabra (2017; Cuzco, Perú) y del IV Festival Transfronterizo de Poesía Panza de Oro (2017; Cochabamba, Bolivia). Algunos de sus textos fueron publicados en la revista Culturalia (Vol. II, Número 23, Julio-Agosto 2013); en la antología online En el camino de los Perros (2015); en la revista online Va de nuevo (Ed. nº 96, 2016); en la revista online Insilio (Setiembre, 2017); en formato plaqueta por el Taller Perronautas (2017); así como también algunos fueron musicalizados y publicados por Caminauta (Camila Gadea) (2016).

Mamífero

No son tus ojos los ojos del mundo
rey de las bestias
tu mapa es el reflejo de alguna pecera
nuestro tacto un vidrio barnizado de saliva

cuadrúpedo de manos estrelladas
qué grato saberte animal a pesar de todo
que mastiques con tus muelas de acero
todo lo que entra en tu boca sucia

todo lo que se pretende inerte

¿de qué estoy hecha -sino de un manto de carne-
que tu mandíbula se bloquea cuando me abro paso?

si nunca lograra penetrar tus fauces
si todas las baldosas de tu ciudad
estuviesen marcadas por el orín de tus mascotas insomnes
existe aún un cauce de encuentro
en el punto
donde mi margen esconde una falla

no soy tan pequeña como tu mano en puño
guardo salones en los que entrarías entero
sin tener que encorvarte o agachar la cabeza

no es necesario que partas sigiloso
hacia el fin de la especie:
donde coinciden
mis sombras y mis caras
desaparezco

yo solo busco hacerte correr la sangre por ambos circuitos
al paso de todos los días-todos los días-todos los días
acechando en tu jaula
esperando el ataque de un mamífero separado de su jauría

pero las sombras, pelaje gris, son tu templo frío
porque los animales encerrados en el tiempo
no se distraen con escapar algún día.


Desastre natural

A esta cuidad le corre un río
que nunca desemboca
solo conoce las esquinas del mundo
donde le ha sido vertida
la claridad insuficiente del desencuentro

mensaje fecundado en las alturas
que desciende censurado hacia la pampa
en un acorde subliminal

anudo el corazón a una lágrima de plomo
y lo lanzo a kilómetros de distancia
donde la génesis de un primer anillo de agua
se multiplicará campaneando un oleaje
como el efecto propagado en las alarmas de los automóviles
frente a la llegada de un terremoto

la silueta de una voz transfronteriza recorre el caudal del río
¿cuántos cuerpos foráneos habrá besado antes de llegar aquí?
¿cuáles habrá esquivado?
¿dónde habrá desnudado sus partes hasta mimetizarse con las aguas?

es cuestión de segundos:
desaparecerá en una explosión contenida por el agua
imitando un silbido de cetáceos que se traslada al reinventarse
sin nunca alcanzar a chocar con su objetivo


Zumbido (eco de una semejanza)

Paso el umbral de las dos de la mañana
portada estricta entre el cansancio y la extinción

miro las horas espaciarse lento
-el gusto inefable del tiempo que más dura-

y el tumulto de posibles se parece a la espera:
puede ser tanto como elijamos quedarnos
sin hacer nada

dejo la luz mínima encendida
para ver si así logro observar lo necesario

el margen de las cosas me parece demasiado

cubro la portátil con un pañuelo blanco
-como el agua helada de una catarata-:
permanecen solo los mosquitos que la rodean
afiebrados por la sed de asegurarse vivos

señal de que aparecer es un intento iluso
de convertirse en la luz que reconoce
la búsqueda de mantenerse advertidos
por lo que resta de aliento.


Parásito

We can only be savages in as much as we keep serious.
Wings of Desire, Wim Wenders

Hemos vivido salvajemente
de piel en piel
camuflándonos
en la viscosidad de esta apariencia serena

hemos mordido
desnutridas palabras

-enlentecidas, indestructibles-
contagiados del unísono

un autorretrato de lo irrelevante:

nos comemos el aire
nos comemos el mundo
nos comemos el tiempo
nos comemos la vida

-nada demasiado importante-

el hambre seguirá pugnando
como un parásito haciendo arder la boca del estómago
recordándonos que ese lugar existe

que ese alimento invisible que tragamos
cae con peso muerto
por entre canales tan trenzados
que a veces aparentan retornarlo a la mordida primera
hasta que en su recta final y abrupta
es expulsado como un residuo

todo lo que abandonamos
se convierte en nuestra casa:
cuatro paredes anchas como la oscuridad
que se cierran estrechas hasta hacernos desaparecer

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© 2018 Luke

ISSN: 1578-8644

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