nº 182: enero-febrero 2018

Entrevista al escritor valenciano Ricardo Bellveser

Isabel Alamar

Isabel Alamar y Ricardo Bellveser

Hoy conoceremos un poco más al poeta, crítico, novelista, periodista y otras muchas cosas más, Ricardo Bellveser. Un hombre carismático y polifacético allí donde los haya.

Creo que llegaste a estudiar hasta tres carreras, de hecho, tengo entendido que te apodaban “El cerebrito”. Qué motivos te guiaron a atesorar tanto conocimiento.

Esto es algo muy curioso. De niño fui un estudiante muy normalito, tirando a malo, pero al llegar a la adolescencia me torcí, y empecé a dejar de ir a clase (en lenguaje de la época me “pelaba” las clases para irme por ahí a medio golfear), abandoné los estudios y entré en cierta calamidad que me espanta ahora pensar a dónde podría haberme conducido. Pero un día todo cambió, empecé a estudiar bachillerato nocturno, a hacer varios cursos a la vez, así me examiné de 2º, 3º y parte de 4º de bachillerato de una vez. Los cinco años de Filología los hice en dos… Lo combiné con Periodismo y con Psicología, en fin, que enloquecí.

Cuál fue su primer trabajo o los primeros relacionados con las profesiones para las que te preparaste, ¿lo recuerdas?

También empecé Bellas Artes (no avancé mucho) y me contrataron para hacer dibujos para telas… Entré como meritorio en la redacción de “Jornada”, que dirigía José Barberá, y comencé a publicar artículos y trabajar en mesa de redacción. Hice también algo de radio, cosas sueltas, un rato a la semana, pero me iba bien y muy pronto me vi dirigiendo “Mundo Musical” y la revista deportiva “Record” ¡yo que no sé nada de deportes! Así es la vida de caprichosa.

Llegaste a tener un programa cultural que se llamaba Encontres. Cómo fue aquella experiencia.

Trabajar para televisión es una experiencia excepcional y una oportunidad que se le ofrece a muy pocos. Ya había trabajado para el centro territorial de TVE, con un programa a medio día que titulé “Encuentros” en castellano, claro está, y es el título que reviví al ir a RTVV. La televisión por dentro es mucho más interesante y mucho más apasionante que la contemplación del resultado de los programas en casa y en la pantalla. Hice casi un millar de entrevistas a escritores, pintores, actores, músicos, poetas, artistas, y cada vez iba aprendiendo más.

¿Es este un momento clave en su vida?

En efecto, fue el momento más álgido de mi vida, porque ya era miembro del Consell de Cultura, me eligieron académico de la valenciana de la lengua, dirigía la Institució Alfons el Magnànim, estaba en el Consejo Rector del IVAM, colaboraba con periódicos y revistas, publicaba libros, ganaba algún premio importante y hacía un programa de televisión. ¿Cómo pude con todo? Aún ahora no entiendo cómo lo hice pero lo hice. Tan es así que en la falla de Na Jornada me sacaron como un ninot pluriempleado.

¿Al menos te compensaría económicamente?

Sí claro, pero no lo que se dijo. Un periódico señaló que percibía hasta cuatro retribuciones públicas, lo que era cierto, pero el redactor que no me debía querer nada bien, ocultó que por escrito, yo había hecho renuncia a la totalidad de los ingresos de la Academia que iban directamente a Casa Caridad, para alimentación y acogimiento de personas sin ingresos, que hice renuncia por escrito a las dietas del IVAM que destiné a fines culturales, y etc. Eso se le “olvidó”, a propósito y de forma poco profesional, al autor de la noticia.

Has tenido diferentes etapas poéticas, una de las primeras, la de los Novísimos…

Sí, sintonicé con Los Novísimos, porque cuando Castellet publicó su antología, yo ya estaba haciendo ese tipo de poesía que luego vi reflejada en algunos de los allí antologados. Mi primer libro “Cuerpo a Cuerpo” es del 75. El culteranismo fue una reacción a la poesía social y a la poesía comprometida, a una poesía que había sido necesaria, pero resultaba anacrónica en la España de la transición política.

Y luego vendría la etapa de la de la Poesía de la Diferencia, ¿no es así?

La Poesía de la Diferencia, fue una reacción al propósito de algunos poetas de hacer renacer la poesía social, solo que actualizándola y adecuándola a los nuevos tiempos. La poesía de la Experiencia dio frutos excelentes, pero un buen número de poetas españoles que no nos reconocíamos en ella, nos reunimos en Granada y dimos los primeros pasos para proponer la Poesía de la Diferencia, que nos unía exclusivamente en el deseo de distanciarnos de las propuestas neo románticas, y neo sociales.

Cuéntanos dónde situarías tu poesía ahora mismo.

Ahora me encuentro en un momento de poesía muy pero que muy personal, quiero regresar a la poesía verdad, a la poesía de los sentimientos compartibles. Mira Isabel, los lectores de poesía no leemos a los otros poetas, sino que nos leemos en los otros poetas, leemos en ellos aquello en lo que nos reconocemos.

Cuántas obras has escrito ya. Enumera, por favor, también alguno de los reconocimientos que has obtenido como hace poco la pluma de oro.

Entre poemarios, libros de ensayo, novelas, poemas sinfónicos o letras para óperas, relatos, libros de artículos, ediciones de otros autores, plaquettes, pues no sé, treinta o cuarenta o más libros, no lo puedo precisar ahora de memoria, pero seguro que está en algún lado por Internet.

De entre mis premios, de los que recuerdo con mayor intensidad es el Vicente Gaos de los ”Valencia” , el Premio Jaime Gil de Biedma, del que también había obtenido con anterioridad el de la Comunidad de Castilla y León, el Nacional Eduardo Dato, el premio de poesía de la Universidad de León, el de la crítica Valenciana, por supuesto, y el Premio Nacional al Fomento de la Lectura. De mi ciudad y Comunidad tengo muchos, todos ellos estimadísimos por mí, que quiero resumir, por su carga emocional, en el Premio del Ateneo Mercantil de Valencia y la Pluma de Oro del Ateneo Blasco Ibáñez.

Nombra algunos de los cargos públicos que has ejercido. Y comenta brevemente los que desempeñas hoy en día.

Cargos públicos, como tales, muy poca cosa. Ya he comentado que fui elegido Académico de la Academia Valenciana de la Lengua, que fui elegido director de la Institució Alfons el Magnànim, o que en la actualidad soy vice presidente del Consell Valencià de Cultura.

¿Y responsabilidades profesionales?

Me gusta más recordar mis responsabilidades profesionales, porque a veces se olvida que fui redactor-jefe y director de fin de semana del Diario Las Provincias de Valencia muchos años, que dirigí varias revistas, que junto a los programas de televisión, tuve destacadas colaboraciones en Radio, especialmente en RNE y en la agencia Efe, que sigo escribiendo en suplementos literarios hispanoamericanos, y que fui profesor de la Universidad de Valencia y de la Universidad CH-CEU San Pablo. En estos momentos, además, soy director Académico del Aula Cultural del Ateneo de Valencia y jurado de muchos premios literarios, entre ellos los Premios de la Crítica de Andalucía, de Castilla y León y de Valencia. Pero todo esto no son más que palabras vanidosas, a mi me gusta verme como lo que soy, un escritor y un animador cultural.

¿Qué es lo que más te gusta de ser escritor? ¿Y por qué, hasta desde bien pequeño, sabías ya que era lo que querías ser?

Las vocaciones son difíciles de explicar, porque tienen ese fondo misterioso que es el que nos arrastra a los que hemos sido tocados por ella. Pero, en efecto, en mi caso, desde niño no he querido ser otra cosa que escritor, escribía en todo momento, incluso fundé revistas en el colegio y en el instituto. La escritura, tanto cuando la ejercito yo como cuando leo a otros, es lo que más me seduce. No me cabe ninguna duda de que además soy un filólogo vocacional, que vivo en filólogo porque para mí todas las palabras son como de neón, por la fuerza con la que llaman mi atención.

Comparte con nosotros algunos versos o frases de esos escritores que te acompañan siempre porque, entre otras cosas, te han hecho y aún te hacen la vida más agradable.

“Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde”. O también esa preciosidad de “oh dulces prendas por mi mal halladas”, o algún verso de Borges.

Qué podemos encontrar en un día cualquiera de la vida de Bellveser. Ya sabemos que una de tus pasiones es la escritura, pero desvélanos algunas otras.

Soy una persona bastante corriente. Leo, escribo, estudio, trabajo (en el CVC, o mis clases de Literatura en el Ateneo…) y escucho ópera, no oigo ningún otro tipo de música, salvo que la ponga alguien de mi alrededor o en el coche. Asisto a actos literarios o culturales, siempre que sean a última hora del día, a partir de las siete y media, y viajo todo cuanto puedo, cuando me invitan que afortunadamente es con frecuencia, o hasta donde alcanza mi economía.

¿Qué es la poesía para Bellveser? Háblanos de tu último poemario: La primavera de la noche (Calambur, 2017).

La poesía es algo verdaderamente extraño, misterioso y seductor, sin la que no podría vivir. Eso es seguro. También es un lugar para la sincera emoción. Mi último, por ahora, libro, responde a una premonición que tiene mucho de otoñal. He comprendido que sobre mi ha pasado el tiempo, que me hago mayor, y que esto de vivir se va acabando. Vivo una hermosa primavera, pero lo es del final, de la noche, de la oscuridad. Si nacer es venir a la luz, desaparecer es regresar a ella o ir hacia la oscuridad. Sentí necesidad de hablar de esto.

Llegamos a la penúltima pregunta que es un poco libre. Cuéntenos lo que quieras e intenta avanzarnos algo de tus actuales proyectos.

Estoy concluyendo un libro de relatos y poniendo en pie uno de versos.

Y, por último, nos gustaría que finalizases esta entrevista con un poema cualquiera de los que has escrito y le tienes especial cariño.

EL CUERPO ENVEJECE

Es el cuerpo el que envejece, no yo.
Enferma, se rompe, se tara y tuerce,
se estropea en sus achaques, se lisia,
pierde la razón y pierde el sentido.
No yo, aunque sigo aquí encarcelado.

El cuerpo me arrastra y me lleva con él
hacia el más grande de los deterioros.
Si se acaban trayecto y recorrido
es porque es a él a quien se le agotan.
Si me descuido y pierdo la memoria
es porque él se descuida y desmemoria.

Vivo en esta desvencijada lancha
con una vía de agua en el casco,
como un cáncer que la va destruyendo.
Se hunde, no yo, y me quiere arrastrar,
aunque lo sospecho, ya no hay remedio
y en un instante todo se irá a pique.

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