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LUKE nº 173 septiembre 2016

Eduardo Escalante Gómez

Seis poemas

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Eduardo Escalante Gómez

Chile (1942). Licenciado en Lingüística y Literatura, Universidad de Chile, Magister en Ciencias Sociales, Universidad de Gales, Gran Bretaña. Es investigador y escritor y poeta. Ha publicado diversos artículos científicos en revista con referato en Chile, Argentina, Perú, Colombia, México, Nicaragua, España, también varios libros sobre investigación y estadística en Chile y Argentina. Ha sido incorporado a los sitios Arte Poética, Proyecto patrimonio cultural, escritores y poetas en español, en los que se han publicado algunos de sus poemas. En Amazon publicó el poemario "Caminando la existencia con la voz”. También se han publicado algunos de sus poemas en revistas literarias internacionales, por ejemplo, Signum Nous.

Poética breve

Como señala un amigo, Eddie Morales, académico y especialista en literatura, el quehacer poético es un mester. Los griegos de la antigua Hélade pensaron que este mester era un ejercicio poiético, es decir, un trabajo creativo. En consecuencia, la poiesis es un modo de aprehensión del mundo cuya finalidad es presentarla mediante una apropiación estética de la misma; ya no es un coger práctico o teórico, sino esencialmente un apropiarse de la realidad con el lenguaje. La conditio sine qua non del mester poiético descansa, por tanto, en el trabajo del lenguaje.
Morales acierta cuando señala que leer poesía exige del lector una primera actitud contemplativa del objeto textual que se tiene al frente. Los poemas que escribo se presentan como un modo de discurrir de la cotidianeidad del sujeto hablante. Es su existencia cotidiana, su experiencia vital y vitalista la que va abriéndose como una suerte de abanico ante el lector. Son los sucesos de la intrahistoria, del quehacer académico, del amor y el desamor, de los tiempos de júbilo y los que no son tanto, del lugar que fue y que es, el arte y la poesía, los diálogos intertextuales y la presencia de autores clásicos y de la cultura popular, la presencia de lo numinoso. Todos ejes estructurantes que se nos van presentando ante nuestros ojos lectores.

(1)
Salir a la calle

Hablo desde mí
(mi andar se hace débil: como la cera
que se derrite)
quizás para muchos no sea cuento verdadero.
Tantos rostros en tránsito hacia.
Cuánta ceguera revertida sobre sí.
Cuerpos con aguijones de la nada.
Si hablan de destino es con lenguaje escarchado.
Avancé varios metros y escuché a la gente contar historias y reír.
Risas amputadas de caridad. mantras deshilachados repetidos.
Un espectáculo de golondrinas desprovistas de futuro.
Hombre de mediana edad, mujeres de mediana edad, adolescentes,
cada uno a su ritmo llevan tatuados sus cuerpos,
parecen decir este es el mapa de mis misterios
o de mis insolencias.
Quizás una especie de amuletos recordatorios disfrazados de olvidos,
tejidos inyectados con máscaras que dibujan lo finito.
Parecen esclavos del instante y nada más,
para qué preocuparse.
No fue necesario leer la prensa para ver
que se trata de un mundo donde no es
solo cuerpo de niño o de niña
el que anda con espejo trizado
por desmanes de los que viven en el infierno.
A ambos los prefieren elementales.
Las sombras caen sobre el pavimento.
¿Se podrá proteger sus caras dulces
para que no sean mustias o meramente semblantes?
Queda la sensación de avatares solitarios
derivados de un vértigo más allá de la mera inercia.
En la calle la noche se hace vieja a temprana edad.
Pocos entran a la iglesia del sector,
muchos siguen de largo con sus espaldas vacías
sin perseverancia, fe no las habita.
Se cruza alguien que se vende por cuatro monedas.
En la esquina una madre se ve triste
y sus dedos agitados envían pixeles.
¿Cuántos zapatos en línea, sin expresión diferente?
Tantos en las transitadas calles parecen decir:
la vida es física hay que frotar el día
para ver lo que no se ha he visto.

(Sí, es difícil. Espero no ser el único
torpe que así lo cree: que es difícil).


(2)
No vaya a ser que vengas
(al cuadro la Habitación de Arles de Van Gogh)

No vaya a ser que vengas
Hoy me pondré esos zapatos viejos,
muy viejos
que me regaló mi hermano
en aquellos tiempos difíciles.
También los calzoncillos largos
que me han cuidado en tantas jornadas
y por supuesto,
el traje con el que alguna vez me imaginé casarme,
pero por las cosas de la vida …
Me cortaré el pelo un poco
con esas tijeras que no sé de donde vinieron
Limpiaré las sillas, ordenaré la cama
y en la mesa colocaré esas viejas fotos
colgaré algunas en la pared,
también una de Japón que alguien me regaló
y una botella de vino tinto por si acaso.
No vaya a ser que vengas
Al techo se le ha caído un ala
pero aún resiste,
para mí se ve bien
porque tiene claraboya y en la noche sueño
con las estrellas
La ventana está descuadrada
pero aún no entra al agua
La puerta aún detiene a los intrusos.
Todo está bien!
No vaya a ser que vengas
Prepararé el té
con pan calientito y mantequilla
para conversar de esas cosas pendientes
y miremos juntos por la claraboya
No vaya a ser que vengas
Aquí yace, en la dura tierra del cementerio de Auvers-sur-Oise.
el que al otro espera


(3)

Punto de fuga

Subir esa escalinata

(que no va al cielo)

volviendo del mundo de las desilusiones.
Refugio de siempre espera, espera, espera.

El rostro cambia
antes que la puerta se abra,
el corazón late más adentro.
Un ruido rasga la noche,
el hombre
sacude con fuerza el desalojo.
como el insecto que deshace
su propio cuerpo.
Que le hace ya la lluvia al invierno.
La pulsión de la tristeza
se convierte y siembra flores
en el desierto.


(4)

Intensidad

Cinco veces en la noche
sonaron las campanas
hace doscientos años
duermo arriba de una roca
sus algas ahora son blancas
la roca es parte de mi espalda
contiene:
aire, fuego, arena, viento, lluvia, sol radiante; asombro, un espejo, carcajadas, simulacros, un sinfín de mentiras sin personalidad, una cuota de caos, crujidos y costuras,
por supuesto, abismos...
...caídas que nunca quisieron ser caídas...

Confiero que todavía
mi infancia viene a buscarme
a menudo con una sonrisa salvaje
y cosas extrañas

soy ese matorral
sin ilusión de cosa grande.
pesa, y bastante
pero qué.
Los poemas que lees son la limpieza
de mis huesos,
cuántas leguas de tierra cuesta cada palabra
seguro recibirás la roca
afirma bien el piso.


(5)

Tu convulsión

Basado en la pintura "El Cosmos mental de Roberto Matta”

Ese espacio misterio de la intimidad del ego
aquí iluminado
reglas de tránsito que regulan un eterno ir y venir
partículas, fragmentos en la multiplicidad del espacio,
melodía de formas que definen,
otras rebeldes en búsqueda de vida propia,
humo se despliega, pero no es incendio,
simplemente convulsión.
cada elemento con pupilas, abiertas por la energía del ser,
consumen luz, él comando la elección,
no un solo poder, algo muere, algo nace, nace, nace
Estricto con nuestra intimidad,
lanza fuego si no es lo que siente que es,
se apropia de la luz en lo que se esconde, estruja cada partícula,
lo hace triángulo, casi círculo, cuadrado, tridimensiona, coloriza
cuando lo estima necesario
Nada es escandaloso, todo tiene su tiempo,
se entrecruzan líneas, se desmayan otras, algunas saltan y explotan.
Es todo dueño de abstracción((abstracción) abstracción…))
dios que urge conocer realidad (exista o no exista).


(6)

Jardín de los esfuerzos

Cuerpo que como un barco navega desde el día en que se nace.
Nunca ha ralentizado su velocidad, sin embargo,
los pies saben de mareas vivas y muertas.
Muchas escenas de primer plano se fueron
poniendo en marcha, jornadas especiales se capturaron cuando
el verde está floreciendo y la línea del tiempo cobra
especial importancia en el estado de ánimo.
Lluvia fría, turbulencias, despeñaderos no han sido ajenos,
pero no han capturado la vida ni traído de vuelta
nostalgias. Se ve a través de un lente que tiene ojo limpio,
cataratas no se han tejido, ni reales ni imaginarias.
El hueco de la escalera en esa tarde,
cuando llegaba el sol a través de las persianas,
está escrito como también la ida al circo y los dulces.
Se vuelve al límite como a lo ilimitado.
Cuando me siento en el tercer escalón, recuerdo
no acostarme con zapatos, comer con los codos bien puestos.
Cada uno tiene más luz de la que cuenta o recuerda,

Pero a veces algunos se hunden en miel de abejas agria.