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LUKE nº 174 octubre - noviembre 2016

Rafael Courtoisie

Poemas del libro Diario de un clavo

Diario de un clavo

Rafael Courtoisie

Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958). Poeta, narrador y ensayista uruguayo. Miembro de número de la Academia Nacional de Letras de Uruguay y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Su antología Tiranos temblad obtuvo el Premio Internacional
de Poesía José Lezama Lima (La Habana, Cuba, 2013). Ganó en 2014 el Premio Internacional Casa de América (Madrid) de Poesía por su libro Parranda (Editorial Visor, Madrid, España). Su libro El lugar de los deseos acaba de aparecer en España
(Valencia, Editorial Pre-Textos) y la segunda edición (en Uruguay, 1ª edición en España) de Partes de todo (ensayo-poesía).
Ha obtenido, en diversas ocasiones, el Premio Bartolomé Hidalgo (Premio Nacional de la Crítica, Uruguay) tanto en narrativa como en poesía. Ha sido profesor de literatura iberoamericana y teoría literaria en el Centro de Formación de Profesores del Uruguay, de narrativa y guión cinematográfico en la Universidad Católica del Uruguay y en la Escuela de Cine del Uruguay. Ha sido profesor invitado en Florida State University (Estados Unidos), Cincinnati University (Estados Unidos), Birmingham University (Inglaterra) y la Universidad Nacional de Colombia, entre otras. Fue invitado por la Universidad de Iowa para integrar el Internacional Writing Program.
Ha dictado seminarios y conferencias en numerosas universidades e instituciones de España, Inglaterra, Francia, Italia, Israel, Grecia, Turquía, Bosnia, Canadá, Estados Unidos y América Latina.
Fue finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. Su novela Santo remedio (Madrid, Lengua de Trapo, 2006) fue finalista del Premio Fundación Lara. Goma de mascar (Madrid, Lengua de Trapo, 2008/La Habana, 2016), El ombligo del cielo (Santiago de Chile, 2012/Montevideo, Random House, 2014) y La novela del cuerpo (Montevideo, 2015) son sus más recientes novelas.
Ha recibido, entre otros, el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe (España, Editorial Visor, jurado presidido por Octavio Paz), el Premio Internacional de Poesía Plural (México, jurado presidido por Juan Gelman), el Premio de Poesía del Ministerio de Cultura del Uruguay, el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica de Narrativa, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines (México) y el Premio de Poesía Blas de Otero (España). Es autor de numerosos trabajos críticos y de investigación sobre literatura latinoamericana y europea.
Es autor de la Antología Plural de la Poesía Uruguaya del siglo XX (Seix Barral, 1995), de la Antología de la poesía uruguaya del siglo XX (Editorial Visor, Madrid, 2010), junto con Basilio Belliard, de la antología Plata Caribe. Poetas dominicanos y uruguayos (2007) y de la Antología de microrrelatos uruguayos del siglo XXI (2011), entre otras.
Su obra ha sido estudiada en numerosas tesis universitarias en Europa y Estados Unidos. Ha traducido a Emily Dickinson, Sylvia Plath, Raymond Carver, Mario Luzi, Valerio Magrelli y Alessio Brandolini. Ha traducido King John, de William Shakespeare.
Ha sido jurado de los premios del Ministerio Colombianode Cultura, del Ministerio de Cultura del Uruguay, de la Institución B’nai B’rith, de la Intendencia Municipal de Montevideo, del Premio Onetti-Rulfo (Uruguay-México), del Premio Casa de las Américas (Cuba), de los Premios Nacionales de República Dominicana, de los Premios del Ministerio de Cultura del Ecuador, del Premio Loewe de Poesía de España, entre otros.
Palabras de la noche (Caracas, Monte Ávila, 2006) y Levedad de las piedras (Roma, 2015) son dos extensas antologías de su obra poética. Tiranos temblad (edición del Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, 2010) reúne su poesía en prosa e incluye un ensayo introductorio y una detallada cronología y juicios críticos sobre su obra. La Universidad de Nuevo León, en conjunto con Versus y Posdata Ediciones, publicó una edición corregida y aumentada de Tiranos temblad (México, 2011). Ordalía (Madrid, 2016), La balada de la Mudita (México, 2016) y Diario de un clavo (México/Uruguay, 2016) son sus recientes libros de poesía. Acaban de publicarse en Roma, Italia, en edición bilingüe, Baldoria (Parranda), bajo el sello editorial Fili D’Aquilone, y en París, Francia, la edición bilingüe de Sainte Poésie (Santa Poesía), en ediciones Encres Vives.
El Festival Internacional de Poesía Contemporánea de San Cristóbal de las Casas, México, le rindió, en septiembre de 2016, un homenaje por su importante trayectoria literaria en América Latina, Estados Unidos y Europa.
El Ministerio de Cultura del Uruguay le otorgó la Beca Zavala Muniz para la Creación Artística, categoría artistas consagrados. En 2012 fue nombrado Distinguido Profesor Visitante por la Thomas P. Johnson Foundation y la University of Central Florida, en Estados Unidos. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués, rumano, uzbeco, bosnio y turco, entre otros idiomas.


Ars poética: siempre el mar

Recuerdo perfectamente la primera vez que vi el mar. Quiero decir, no sabía que esa masa plana que se extendía hasta el horizonte y que se movía como un animal inmenso, en cuyo lomo pastaban las ovejitas de las olas, era el famoso mar. Poco después descubrí sus adyacencias: los animales marinos reales e imaginarios: peces, caracoles, endriagos, marineros y bañistas.

Más tarde descubrí que la poesía era otro mar, aún más profundo.

Me acerqué a la poesía leyendo a los autores del Siglo de Oro (o de los siglos de oro, puesto que puede decirse que fueron varios). Luego descubrí una poesía de comunicación inmediata, sin efectismos, en la obra del uruguayo Líber Falco.

En la adolescencia estuvo siempre Lautreamont (L’autre a’ Montevideo, el otro en Montevideo). Isidore Ducasse fue un abuelo literario, una sombra tutelar y un desafío: ¿qué era aquello? ¿Poesía? ¿Así que era posible hacer poesía de ese modo? Lautreamont fue liberador, pero fue también un enorme compromiso, con la irracionalidad humana pero a la vez con la lucidez y racionalidad para convertirla en producto estético, para “sublimarla”.

Vallejo es otra referencia ineludible. Cuando ya parecía que no se podía mucho más, Vallejo demostró que el más allá es móvil, que puede trazarse de nuevo siempre.

Ese horizonte, móvil como todo horizonte, es la única preceptiva posible.

Diario de un clavo es un libro de poesía unitario, compacto, donde el autor deja de lado el yo lírico tradicional para desarrollar su poesía a partir de un objeto común y cotidiano que se transforma en un sujeto de enunciación alternativo, novedoso. No se trata de una poesía del yo o del ego, se trata de una poesía donde un objeto material pasa a ser un centro alternativo desde donde se contempla el mundo y sus relaciones. Diario de un clavo expone una masculinidad diferente, transciende el paradigma falocéntrico que ha sido muy bien descrito en el siglo XX por el psicoanálisis freudiano y fundamentalmente por los reveladores escritos de Jaques Lacan.

Diario de un clavo presenta un paradigma sensible de la masculinidad y de la relación intergenérica en la tradicional cultura machista iberoamericana, aparece a la vez como un anatema y como una celebración profunda y liberadora de la relación mujer-hombre.

No se piense a partir de las disquisiciones anteriores que se trata de poesía intelectual, sesuda y morosa. Toda lo contrario: Diario de un clavo divierte, entretiene, hace gozar con una poesía leve pero honda, precisa, acerca al lector a una impensada erótica que hace del acto poético un acto de amor físico y metafísico a la vez, místico, quien sostenga en las manos este libro sostendrá un clavo ardiente pero también la tibieza y contención, la fortaleza de la cavidad femenina que lo sustenta.

Poemas del libro Diario de un clavo (Candor Ediciones, México/Uruguay, 2016)

1

Pienso.
Con esta cabeza plana pienso.
Mi tatarabuelo atravesó la mano izquierda
de Jesús, la mano con que bendecía
las cosas secretas: el murmullo
de las hojas en el Monte de los Olivos
la mano que recogió del polvo la oreja
cortada no de Van Gogh sino de aquel
soldado que lo fue a apresar y que Pedro
torpe cortó con la espada sin pensar:
“el que a hierro mata a hierro muere”.

La mano derecha bendecía el día.
La mano izquierda, la noche.

Esa mano izquierda del Mesías puso
la oreja en su lugar, zurció la herida
con hilos invisibles, la herida que había
separado la oreja del sonido.

Pienso.

Tengo una sola punta
viril.

No hay clavos hembra.

Mujer es la madera
de la cama o del ataúd
donde me entierro.

6

A veces me golpean y me tuerzo
se me dobla la columna vertebral
el cilindro de hierro que es mi cuerpo
mi estatura, el alma de mí, dura
se estremece, me doblo en el lugar
donde hay un pensamiento
ésa es mi parte débil: pensar.
Los clavos no piensan, hacen.
Los clavos no tienen ideas
y si las tienen
son ideas fijas, rectas
verticales, se introducen
en un lugar bien hondo
se hunden y solamente
las quita la tenaza, las extrae
como a una muela de juicio
la mordida de esa herramienta
la fuerza de palanca
de sus quijadas.

El martillo me golpea
a veces y me doblo
como un ser
humano.
A veces, también,
el martillo rectifica
mi longitud
y me enderezo.

Pero no es igual:
una giba, una pequeña
joroba señala el sitio
donde me desviaron.

Un clavo es como un hombre:
lo encorvan las penas, la edad
los golpes, los sentimientos.