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HASEK Y SVEJK, DOS CARAS DE LA MISMA CORONA, díptico biobliográfico sobre el escritor checo Jaroslav Hasek y su inmortal personaje, El buen soldado Svejk,
–dos caras de la misma moneda checa-, se compone de sendas tablas: Jaroslav Hasek, arbitrista imperial –sobre el autor y su obra- , que se publica a continuación, y No basta ser bobo, además hay que parecerlo –sobre la obra y su autor-, que aparecerá en Mayo.

JAROSLAV HASEK, ARBITRISTA IMPERIAL
(A propósito de El comisario rojo y otros escritos)
a maese Nicolás; y a Ismael, por su/puesto.

La biografía del bohemio Hasek se trenza con la bibliografía de su álter ego Svejk del norte al sur de su peripecia vital, al tiempo que ridiculiza a diestro a siniestro, a tirios –o rojos- y troyanos –imperiales-, a izquierda y a derecha, componiendo personaje y autor -y su sátira ambidextra- las cuatro direcciones del punto de mira del francotirador checo.
En el itinerario vital de Hasek, desde su Praga natal hasta la localidad de Lipnice –al sur-, donde moriría, atravesado por el eje de ordenadas de su desplazamiento a Oriente –en la Gran Guerra- y su retorno a Occidente -al fin de la misma-, la figura del soldado Svejk le acompaña desde 1911 como la sombra de un compadre charlatán y tabernario.

VIDA DE MÍTA DE VINOHRADY DE SUS FORTUNAS Y ADVERSIDADES
o “BEBE Y DEJA VIVIR”

Hay en los primeros relatos de Hasek, aquellos que novelan pasajes autobiográficos de la iniciación laboral del autor en la droguería “Las tres esferas de oro” de Praga, un jocoso carácter picaresco que se pone de manifiesto en la condición de “aprendiz” del muchacho que se asoma al nuevo mundo De una vieja farmacia y va descubriendo los pormenores y las intimidades de la familia del dueño –“La ropa sucia se lava en casa”-, en una iniciación al mundo adulto donde le sirven de guía unos maestros borrachines –“Él lo cuenta todo por vasos”-, gandules y bienhumorados, perezosos pero sisones, tipos populares propios de una economía precapitalista que se mueven como pez en el agua entre una galería de subalternos y menestrales, personajes pintorescos acometidos por el vitalismo checo que encontraremos después en Hrabal y caracterizados, ya que se trata de un praguense del distrito de Vinohrady –Viñas Reales-, con un sentido del humor de las “viñetas” cómicas de su amigote el pintor Josef Lada –“unos ronquidos de aquellos que justifican la popular comparación que hacen los checos con una sierra de agua”-. Y, entre la iniciación a la bebida y las humoradas del subordinado, el vaticinio de su primer amo –“Cuando seas un poco mayor, muchacho, entenderás lo que quiero decir si te digo que ella lo aguanta todo porque vive con él sin estar casados”-, que Hasek volvería del revés por exceso, en su momento, reincidiendo en el matrimonio, convicto de bigamia, haciendo suya la máxima “Vive y deja vivir” que reconvertiría en “Bebe y deja beber”.

“SOBRE TODO, NO SE LO DIGAS A NADIE” o SECRETOS A VOCES

Y todo ello con la soltura de un relato que fluye como esa cerveza que suelta la lengua del narrador de historias populares –sobre los dioses lares- junto al lar, como en Relatos de la atalaya del alguacil de lagunas de Razice, ensartando todo un anecdotario laboral que rezuma una olvidada alegría por el trabajo –“Los criados también lo pasaban bien”, “lo pasábamos bien en casa de los guardas”- que, como en la narrativa tradicional, apela a un receptor de carne y hueso –“habrían tenido que ver ustedes”,“Observad la laguna”, “¿sabéis?”-, con sus invocaciones al protagonista, como en una épica popular degradada y bufa, y versiones cantadas en verso, canciones que versan sobre la historia contada en prosa, antes de que tercien otras voces quitándose la palabra en una polifonía popular de transmisión oral que, de boca en boca, reposan –laguna más o menos- en la memoria de guardas y alguaciles-en los peldaños inferiores de la Justicia-, tan próximos a sus mozos y aprendices que se confunden con los furtivos, y donde se exalta una verdad anticipada, la mentira vital que habrá que cumplir después en la realidad -por ejemplo, en la historia de “Hanzl el fuego fatuo”- como astucia frente al Poder, caricaturizado en inspectores y administradores caracterizados por su afán de venganza y un apetito de tragaldabas, con la iconografía grotesca del Gargantúa y la consiguiente escatología cómica del reventón.
Patrimonio narrativo familiar –“Puedo imaginarme con claridad al administrador Behalt por la descripción que hacía de él mi abuelo”- en manos de un “anónimo sinvergüenza”, incapaz de guardar un secreto: “Pero todos decían: ‘Sobre todo, no se lo digas a nadie’.”

JAROSLAV HASEK, ARBITRISTA IMPERIAL

Si hay una serie en la que asoma, junto a su vena satírica, la gran línea temática de la evidencia narrativa de las contradicciones del absolutismo del ImperioAustro-Húngaro, ésta es la que, recogida bajo el epígrafe Otros relatos, se incluye en El comisario rojo.
Hasek lleva al límite las paradojas de la arbitraria burocracia imperial ofreciéndose a sí mismo como arbitrista que aventura tan extravagantes como inviables soluciones para los problemas del Imperio, poniendo de manifiesto que la observancia de la Justicia al pie de la letra haría reventar por sus costuras el fofo cuerpo administrativo del Imperio, tal y como lo confirmará de facto el soldado Svejk a las órdenes de los poderes fácticos.
Inocentes forzados a cometer el delito del que se les acusa para justificar la condena –La aventura del señor Tevlín y la bicicleta-; ancianas suicidadas como reacción contra la denegación del permiso de defunción –Escenas idílicas del asilo de Zizkov-; letrados en paro arrojados a la delincuencia tras su sustitución por verdaderos delincuentes –La reforma judicial del señor Zákon, consejero del Ministerio de Justicia- y funcionarios y demás estamentos del antiguo Régimen en el desempleo por La huelga de delincuentes; “la monopolización de la muerte por parte del Estado” –en La propuesta de Hasek para aumentar las finanzas de la monarquía- o la absurda contumacia de la Ley frente a ese “corpus delicti” de hacer de cuerpo –en La justicia y las necesidades fisiológicas- son algunas de las muestras de este reformismo avant la léttre que parodia las Reformas del “Todo tiene que cambiar para que todo siga igual” con su musiliana “Acción Paralela”,
dejando entrever, desde la fantasía, la Utopía del mundo al revés, Kakania carnavalesca en la que el estricto cumplimiento de la Justicia invertiría el Orden corrupto del sistema en Caos liberador y corroborando, con su divertido humor absurdo, la imposibilidad de cualquier transformación no liquidacionista –“Y así fue como, en el país en que ocurrió todo esto, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley siguió siendo letra muerta”-.
Si a estos relatos de justicia-ficción, se añaden unas gotas de costumbrismo grotesco –o grogtesco- sobre la moral tradicional, como las consecuencias del choque de la razón adulta con la curiosidad infantil –Una conversación con el pequeño Míla-, del método de memorización en la autoritaria educación de los jóvenes –El hombre y la mujer en el matrimonio- o el humor negro –del ahorcado- en historias que, al revés que a Sherezade, le quitan la vida al narrador tabernario –Una historia muy complicada- o le anticipan su muerte –como en el relato autobiográfico Cómo conocí al autor de mi esquela, acerca de la presunta muerte de Hasek, y a quien hará justicia poética con una broma macabra-, entonces el cóctel libertario sobre el efecto perjudicial del proceso judicial está servido.
Pero, si bien apuntan en estos relatos algunos motivos recurrentes de su obra posterior –así, “la supuesta muerte de la abuela Pintová”, en relación con las fantasiosas versiones sobre la muerte de Hasek en Rusia-, asoman rasgos que van a ir perfilando la psicología de Svejk –“Y añadió –el señor Tevlín- que él era sólo un tonto bien intencionado que quería ayudar a todo el mundo”- y que toman cuerpo en la voluntaria entrega del propio Hasek a los Turcos en el relato de la revuelta macedonia antiotomana de Sofía en 1902.

HASEK, GERO(N)TÓLOGO CHECO

“Estamos contra la violencia, por lo cual retrocedemos ante ella”

Jaroslav Hasek, Un discurso electoral
Hay ya en Klimes, comandante de las tropas macedonias, bajo cuyo mando aseguraba Hasek haberse enrolado como voluntario en esa cruzada paneslavista contra el Turco, y en su forma autobiográfica, mucho de la parodia de la épica que aparecerá luego en El soldado Svejk, con idéntico tono de desmitificación carnavalesca en la inversión de los campos –semánticos- de batalla y recolección, carácter hiperbólico y desrealizador que insinúa un heroísmo inverosímil y una exaltación del vitalismo y la pasión por vivir que se manifiesta desde la deslealtad a la Causa o la carencia absoluta de espíritu militar a la sedición o la deserción, pasando por las fanfarronadas del prófugo adulador del enemigo a cuyas fuerzas se ha entregado –“Y huimos hacia los turcos”-, expresando las paradojas de la violencia, el borgeano tema del héroe y el traidor, con la autoironía de un cobarde que alardea de su falta de ardor guerrero, de un antihéroe internacionalista paneslávico –Pan Hasek-, del eslavo y festivo “palabrista” que prefiere las otomanas a los otomanos.

TODO POR LA BOTELLA

“nuestro fin es el progreso moderado
y Jaroslav Hasek es nuestro hombre”.
Frantisek Langer, Hasek como candidato al parlamento

“Mi política, señores,
es la cerveza”.
Jaroslav Hasek
Y ese mismo espíritu desmitificador, pero en retaguardia y respecto de la vida política, es el que se manifiesta en su plenitud en el Hasek personaje de sí mismo como fundador del “Partido del Progreso Moderado en el Marco de la Ley”, la “absurda farsa electoral” protagonizada por un hombre-espectáculo que a la manera del cabaret dadaísta de entre-guerras ridiculiza de forma “cómica y grotesca” la decadencia imperial austro-húngara, con una populachera “acción cívica” checa que discurrirá en paralelo a la megalómana y exquisita “Acción Paralela” austriaca que nace por entonces en El hombre sin atributos –alta comedia humana del Imperio, tan inconclusa como la del popular soldado Svejk-.
La verborrea del charlatán de taberna –lo que Hrabal ha denominado pabileté- y que será consustancial al soldado Svejk, toma cuerpo en las improvisaciones oratorias y en los mítines paródicos y socarrones del Hasek de carne y hueso, dirigiéndose de manera teatral a un auditorio polifónico y alborotador –“Mis honorables electores”-, con el que interactúa en performances satíricas hechas de fárragos discursivos y pastiche y “actos poéticos” iconoclastas de un bufón imperialista, rimbombantes –anunciados a bombo y platillo-, taquicárdicos –sin luz ni taquígrafos, ni pasar por taquilla-, delibertariamente inadecuados a la situación comunicativa y cerrados con “tontería colosal e inesperada” por un actor que anticipaba en vivo y en directo los rasgos de la logorrea de Josef Svejk.
Anarcoide espejo cóncavo del caos de un Imperio convicto y convexo –“la policía no puso ninguna dificultad a nuestros mítines”-, en boca de un candidato de opereta, en un escenario de sainete, que perora ante un comité polifónico de escritores y artistas –como Drobílek, cuya “mente rebosaba ideas que él comunicaba a los demás sin escribir nada él mismo”-, en una creación colectiva, espontánea y anónima, fuego fatuo memorable del que rara vez quedaba constancia escrita –“’¿Por qué nos explica eso este estúpido?’,
os preguntaréis sin duda al leer estas líneas”- para sus contados electores, -eh, lectores-.
La burlesca lucha del santo bebedor de cerveza contra el alcoholismo desde el interior de una cervecería, los libelos difamatorios salpicados de pretericiones y trapos sucios de los políticos y otros animales, la doble moral católica, las contradicciones de soplones y beatos, la nacionalización de porteros y sacristanes, las multas a los ciudadanos pobres por hacer sus necesidades en la vía pública o el exceso de celo ciudadano como método más eficaz de hacer aflorar a la luz la descomposición del anquilosado aparato imperial, constituían algunos de los motivos recurrentes de su oratoria, de un torrencial fluir de la conciencia crítica, que hace mofa y befa de las Instituciones, y se regocija con picardía a cuenta de los subalternos y a cuento de los episodios bufos de sus correligionarios en la labor de proselitismo del Partido–La peregrinación ‘apostólica’ del partido-, entre otras atrabiliarias extravagancias propias del sentimiento cómico de la vida del bravo soldado Svejk, conservadas en la galería de espejos deformantes de las jarras de la cerveza -pues también los esperpénticos espejos del madrileño Callejón del Gato se hallan a la entrada de una cervecería, que blasona de ser la auténtica cuna de la genuina “patata brava”- de sus compañeros y amigos, en un juego de perspectivas que nos brinda –Na sdravie!- un panóptico de este personaje redondo, histriónico y lumpenario, borrachón impenitente y declaradamente antimilitarista, como lo confirmará el testimonio de colaboracionismo burlón y exceso de celo de su esposa Jarmila Hasková -en Un registro domiciliario-.

AVENTURAS, INVENTOS Y MIXTIFICACIONES DE HASEK PARADOX o EL MARAVILLOSO MUNDO DE LOS ANIMALES

El deseo de hacerse acreedor a la mano de Jarmila en su más típico estilo tradicional, espoleado por una manifiesta simpatía por el reino animal, lo lleva a aceptar la dirección de la revista de zoofilia El mundo de los animales, en la cual y bajo el pseudónimo de su amigo el ilustrador Josef Lada publica pseudosesudos artículos sobre la fauna que rozan la teratología grotesca y constituyen un auténtico bestiario fantástico en el que la estrella principal, la “Octava Maravilla del Mundo”, es Mi querida amiga Julita (Panorama de la Literatura Checa, Praga, 1983), strinbergiana mandril, “señorita Julia” que burlará al arltiano “criador de gorilas” así como a los clientes del zoológico del narrador Hasek –“ A este señor se le escapó un mandril montado en bicicleta”-, y donde junto al recurrente motivo de la bicicleta, abunda en el humor negro -de horca- del narrador y la bilis negra –de la melancolía- del subalterno bebedor, en una sátira costumbrista con el desenlace proverbial de un error per/judicial, haciéndose eco a la vez de la experiencia de Hasek como recoge-perros callejeros –“y en el periódico desmintieron que nos dedicáramos a robar perros ajenos-, falsificados –“nuestra perra dogo recién pintada como arlequín”- y fugados, actividad fraudulenta que anticipará la dedicación habitual del soldado Svejk.

EL VALEROSO SOLDADO HASEK

En las vicisitudes del alistamiento y posterior participación de Hasek en la 1ª Guerra Mundial está ya parte del anecdotario del vía crucis de la incorporación a filas del bravo soldado Svejk, tal y como el propio Jaroslav Hasek confiesa en sus Relatos de Bugulma: voluntario rechazado por el Ejército -“expulsado de la escuela de oficiales” tras un año de voluntariado-, pero arrestado –“encerrado en el calabozo del cuartel de Budejovice”- e ingresado en la enfermería para la revisión de inutilidad total –“fingí sufrir epilepsia y estuve a punto de ser fusilado”-, y voluntario para el frente, donde llegará a ordenanza y recibe “la Gran Medalla de Plata al valor”, según “confiesa” en Problemas estratégicos.
Eslavófilo y pro-zarista, durante las acciones del ejército austro-húngaro en la Galizia austríaca Hasek, que no se sabe si va o viene–¿vals o vienés?-, deserta para pasarse a las filas del ejército ruso y, después de haber combatido a los bolcheviques, tras enfrentarse a las Brigadas Checoslovacas, es capturado en Simbirks por los comunistas, entre cuyas filas se enrola –como explica A. M. Ripellino en su Praga Mágica- llevado por aquella propensión manifestada ya en la cruzada antiturca a“huir hacia el enemigo”, y de cuya revolución llegará a ser comisario político, un tiranuelo en la región tártara de Bugulma.
Si hasta su traición al Imperio Austro-húngaro Hasek había disparado –y disparatado- contra el Absolutismo habsbúrgico, su experiencia como comisario político del soviet le lleva a ridiculizar el Totalitarismo de la Revolución soviética en Relatos de Bugulma.

EL INSPECTOR GASHEK Y EL DESCORAZONADO POTEMKIN

Con su proverbial “humor de horca”, caricaturiza Jaroslav Hasek los excesos de celo del voluntarismo, la rivalidad y la lucha por el poder entre los dirigentes –incluidas las denuncias, acusaciones y conspiraciones ante el consejo del Ejército Revolucionario del Frente Oriental-, en una farsa burocrática de órdenes desatendidas -o que se dieron por cumplidas-, y una falsa anticipación de las transformaciones de una realidad impostada, que ha de ajustarse a posteriori a la Ley para coincidir forzosamente con la Historia en un desajuste entre Verdad y Ley que ya constituía la contradicción esencial del Imperio, en un juego grotesco entre la vida y la muerte que hace de la Revolución un Carnaval de fantoches con aspavientos militares, en una falsificación sainetesca del Poder proletario -no muy distante de las apariencias y decorados zaristas de Los pueblos de Potemkin- y entre los que zigzaguea haciendo uso de todos los instrumentos al alcance de su ingenio el “inspector Gashek”, hombre de acción cuyos actos no alteran el curso de la Historia.
Órdenes y contraórdenes de fusilamiento, impericia en el tratamiento de prisioneros, ineptitud en las campañas de asistencia social a la población, cobardía o alcoholismo y otras son las lacras que, de manera desenfadada, satiriza el mismo comisario político.

TARTARÍN DE BUGULMA

Desertor que se hiciera pasar por mongólico en el desierto de los tártaros para huir de sus compatriotas, comisario bolchevique de Tartaria, con el ácido tartárico del alcohol en las comisuras de los labios, arrastraría consigo en su regreso al Tártaro de la bohemia praguense a su segunda mujer–mongola-, a la que seguiría engañando con la primera, en un acto de bigamia que invierte con creces la misoginia de su álter ego san José–Svejk-.

HASEK HA MUERTO, VIVA SVEJK

Hasek profiere su carcajada grotesca a diestro y a siniestro, y lo seguirá haciendo de nuevo en Praga –la versión familiar de su peripecia siberiana haría llegar a su hijo Rísa la especie de un padre, Gr_sa, legionario checo, prófugo de los bolcheviques y caído en Siberia-, a su regreso a la patria chica, a su desordenada vida bohemia y su dipsomanía habitual, por lo que resulta patético el intento contumaz de la crítica marxista por sanear y adecentar la imagen de un borracho impenitente y provocador irredento en nombre de su presunto heroísmo en Rusia mientras se depuraba a millones de camaradas leninistas: “(...) Jaroslav Hasek, conocido antes de la guerra como bohemio y anarquista, fue en el Ejército Rojo un inconmovible y valeroso internacionalista. (...) ¿Cómo explicarnos que Hasek, quien en su juventud y durante su vida de vagabundo se acostumbrara al alcohol, en el curso de su actividad en el Ejército Rojo no tocara una copa?”, se preguntaba en el prólogo a la edición cubana del Svejk su hagiógrafo Radko Pytlík, para darnos a reglón seguido su consabida respuesta: “Al regresar a la patria adonde fue enviado por medio de la Tercera Internacional, Hasek se encuentra en una situación personal y política muy compleja. Es objeto de insinuaciones, culpado de traición a la Legión, de separación del pueblo, humillado y despreciado por sus antiguos amigos. Sin poder encontrar la salida de esta profunda crisis personal se entrega nuevamente a la vida bohemia, que fue tan perjudicial para su salud. En ese momento le llega su idea creadora genial.” Los escasos beneficios de las primeras entregas del folletón satírico del Buen soldado Svejk fueron destinados a saldar las deudas de comidas y bebidas –lo comido por lo servido- con una cervecería de Zizkov a cuyo tabernero arruinó (De cómo se originó Svejk, de R. Pytlík). El resto de los fascículos, dictado por Hasek a un escribano en la taberna U Invalidu de Lipnice, próxima al barrio de Misérie donde se había instalado, quedó inconcluso por su repentina muerte, paralizando con su burla semiseria la máscara del bufón de Carnaval.

Pero al pie de su tumba, fiel como un chucho bastardo y puntual a la hora de la cita de su aniversario, llegado desde el fin del mundo después de la Guerra, y alzando una jarra de cerveza en su honor, nunca ha de faltar su hijo putativo, el “inmortal” soldado Svejk.

CONTINUARÁ...

IMAGENES:

Jaroslav-1 y Svejk-1, ilustraciones de Josef Lada para "Osudy dobrého vojáka Svejka za Svetové Války", de Jaroslav Hasek, publicado por "Ceskoslovensky´ Spisovatel, Praha, 1990. Jaroslav-2 -la mancheta amarilla- también es de Lada, publicada en "Jaroslav Hasek und der brave soldat Schwejk", de Radko Pytlík, editado por "Herausgeber Ministerium für Kultur der CSR und der Tschechische Literaturfonds Erscheint im Verlag Panorama", Praha, 1983. Las tres fotografías son de una colección conmemorativa del 1er centenario del nacimiento de Hasek, en editorial "Panorama", Praha, 1983.

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Luis Arturo Hernández: Hasek y Svejk, dos caras de la misma corona (I)

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