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LUKE nº 175 diciembre 2016

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Julián Méndez Sadia. Escultor

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Biografía:

Julián Méndez Sadia, Zamora 1943. Licenciado en Bellas Artes por San Fernando, Madrid 1968. Profesor de Volumen, Artes Plásticas y Diseño. Colaborador en la elaboración de los contenidos del Bachillerato Experimental para la implantación de las nuevas Enseñanzas Artísticas.

Han escrito sobre él los críticos: Raymond Edanz; José de Castro Arines; Santiago Amón; M.Carmen Gascón Baquero; Miguel Logroño; Carlos Areán; Martinez Cerezo; Félix Ferrer Gimeno… Todos ellos coinciden en el sentido racional de su concepto del arte y su función estética; obras que se suceden como la resultante de una experiencia meditada opuesta a la improvisación creadora; que vitalizan el efecto arquitectónico dentro de una realidad creada en la intimidad de las esencias; piezas tratadas con un gran rigor, un gusto exquisito y un criterio actual de lo que debe ser la escultura. Merced a esa imagen de síntesis, podemos movilizar el instante y nuestras sensaciones visuales, despertando así una necesidad de descubrir ese conjunto grandioso, cósmico, en donde nos debatimos.

No hubo predeterminación sino el azar, y el definirse de una nueva belleza…

En la experiencia desconcertante que es la vida la presencia poética participa intensamente; este regalo transforma la cultura humana, contenida en la identidad del ser. Diferentes mundos sensoriales, los más vulnerables, cruzan de manera silenciosa el tiempo y se instalan como mecanismos de filtro de toda expresión enigmática. En el ánimo del lenguaje el despliegue de la creación, la actitud, la extensión íntima de una práctica intelectual. Siempre hemos compartido la idea de arte con el pensamiento abstracto, nada hay que incomode esta intuición, pero un fondo de agitación nos atraviesa cuando la relevancia de la obra en su formalismo estético -a veces deslumbrante- trasciende significados, ocupando el espacio de lo real en un proceso revelador y genuino.  maría muñoz

Homenaje a Oteiza, Premios Serie de Madrid. 1975 

La construcción es aspiración a crear un objeto singular y concreto; es un camino de acción; a diferencia de la composición la construcción afirma.

Lo propio del constructivismo es la lucha casi constante, consciente o inconsciente contra el estilo, lo que enlaza con sus pretensiones de cientificidad.

Estamos ante una nueva etapa de la cultura humana, en una sociedad planetaria que contiene más información de la que la mente puede tolerar, pero que brinda suficiente espacio para remontar el espíritu.

En la óptica constructivista, el arte sólo existe y tiene valor en cuanto acto creador puro y concreto. La más grande idea morirá si no se expresa y desarrolla hábilmente.

El constructivismo nace como tendencia artística en la lucha por un nuevo tipo de trabajo estético y como reflejo de las nuevas realizaciones técnico-científicas del siglo XX; surge en esa atmósfera. 

Como movimiento conceptual de expresión artística, fue en sí mismo una revolución; constituyó un cambio radical, no solo por su búsqueda de leyes de organización visual, también al poner el arte al servicio de la sociedad.

Atrapar el momento furioso -¡abierto!- del Sentido…

En el desafío constante del pensar representativo la necesidad de ir más allá de lo que vemos nos inquieta desde el comienzo. Lo más cercano a la inocencia primera, en términos de evocación filosófica, no es aceptar el fatalismo sino indagar en la condición humana como tal. Cualquier grado de arte -cualquiera de sus ecos- reaviva en nosotros el discurso de la seducción. Orfeo canta con un rumor incesante buscando formas perdidas… también en el intento por rescatar un tiempo propio y su valoración a favor del goze. Ariadna tampoco está lejos, asociada al movimiento celeste, la amante del laberinto representa el aferrarse a la vida en una conciencia conectada a los afectos y a las emociones profundas. Arquetipos, cultura, historia y sociedad inciden en una línea emergente, y también en la pertenencia a un tiempo circular. Desde el punto de vista moderno, estos relatos son un juego de espejos, aunque la carga de fondo sea común y lo mesurable un centro relativo. Con la emoción creadora accedemos a lo irreductible de la inteligencia, a su mitología oculta, a todo lo sensible.  maría muñoz

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