LUKE nº 178 mayo-junio 2017

Mónica Iglesias Barrio

Poemas

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Cada respiración
es la esencia de una traición.
Cada ejemplo
una corrupción encubierto.
Cada resquicio
unas sobras para que comas
de lo que a otros les sobra con el vicio.

Nunca permitas que te dé de comer
la miseria y la desdicha.
Nunca permitas ser la prostituta de un burdel
en el que nadie ha pedido cita.

Si has de morir en el intento
arráncales las entrañas con esmero
y cocina con ellas el mejor de los guisos
hasta que devores los placeres
de quien te hundió sin tú merecerlo.


Que mis dedos sean la lucha,
que mi camino dolor,
que mi ansia por soñar sea delito
y en mi destino calle una voz sin voz.

Que sufran quienes conceden el mal
y en callando encuentren traición.
Que su lucha sea amarga
y ella les provoque una úlcera de rencor.

Nunca una negación fue tan potente.
Nunca un “basta ya” cerró tantas filas.
Hoy me emborracho con tu deshonra
y con ella me sumerjo
en un mundo del subsuelo lleno de descontrol
para hacerte caer en las redes
y que con ellas no encuentres la salida ni la solución.


Cambiar el deseo por desprecio,
la miseria por el perdón,
cada sonrisa por un lamento
y cada verdad por un dolor.

Nacimos para ser devorados por los astros
y jamás pudimos crear un universo tan amplio.
Nos quedamos en el medio esperando
mientras todo gira en tu entorno
sin pararte a pensar si es lo humano.

Cumples con la ley
sin conocer el código.
Aplaudes a idiotas
que lanzan mensajes troquelados.
El día que avances siendo tú y no tu estampa
será cuando logres cambiar
sin dar pisadas de ignorante encarnizado.
Quiero ser yo
y en ese yo
no cabe la nostalgia
por un mundo mejor
si nunca he luchado para conseguir nada.

El que crea, destruye.
El que ama, humilla
pero sólo tú serás el fuerte
si sabes navegar a la deriva.

Indagación

Cuando miras
la noche estrellada
no ves el cielo,
sino la distancia
que te separa de los astros.

Si examinas tu vida
verás momentos que te retratan,
máscaras de ti mismo,
y, luego, tiempos vacíos,
años y días
disueltos en la memoria.

Nada es como dices:
cuando admiras,
apenas distingues lejanías,
cuando indagas,
sólo alcanzas a ver sombras,
de ti mismo,
silencios.

Océano

Me asomé al océano
de pájaros invisibles
y negrura
implacable.
Ni un rumor
ni un aroma
en sus aguas quietas,
calladas.

¿Qué palabras
no dichas
podría pronunciar
para aplacar
la zozobra
de un mar
sin horizontes,
donde habrá
de naufragar
mi voz?

Me asomo al océano
y nada veo
y nada escucho.
Quieto y mudo
dejo
que la
oscuridad
apague mis ojos.
Silencio.

Mujer

El otro día vi a una mujer
a la que había amado
hace mucho tiempo.

Era la misma mujer,
pero su cuerpo
no había sido cribado
por los años ni tenía
ya el mismo nombre,
pero sí la mirada,
la misma piel,
el mismo cabello flotando
en el oleaje nocturno....

Y es que la naturaleza
reinventa siempre
los mismos seres,
pero no a nosotros,
que nos diluimos
en la distancia,
y regresamos al espacio
indecible
del que partimos.

Jardín umbrío

Si pudieras descomponer
tu vida
en cada uno de los momentos
en los que te has sentido
existir,
descubrirías tantos individuos
como instantes de plenitud,
tantos como destellos
de luciérnagas
cuando vagan
en silencio
por el jardín umbrío.

El gran silencio

Quizás con el tiempo
nos convirtamos
en coleccionistas
de silencios
y, juntando unos
a otros,
lleguemos a conseguir uno
de nuestro mismo tamaño:
el gran silencio definitivo.