• La poesía si es que existe (kepa murua)
• Leer a oscuras (josé lezama)
• Librerías virtuales (prieto avedillo)
• El quintacolumnista (luis arturo hernández)

LA POESÍA SI ES QUE EXISTE
Cuando escucho hablar de poesía miro a otro lado. Cuando alguien me dice que un poema le ha cambiado la vida cierro los ojos y pienso lo mezquina que llega a ser la vida para que se dé ese pacto entre la realidad y el sueño. Cuando alguien me explica un poema llamo al silencio inmediato. Si me recomiendan un poeta, un viejo poeta, me vienen a la memoria los muertos. Si me regalan un libro de poemas, lo leo y lo dejo sabiendo que a veces, no lo niego, disfruto. Cuando me quedan las últimas páginas, tres o cuatro poemas, recuerdo los primeros versos y me alejo del joven e intranquilo poeta. Los muertos, me vienen a la memoria los vivos y los muertos, la realidad y el silencio en un libro cerrado y a veces abierto. Mas si me atrapa la poesía, por mucho que haya muerto, soy capaz de recobrar la vista y recordar mi entierro. Algunos dicen que fue así porque vivieron a solas con su tiempo, otros que nos legaron sólo la inmediatez de su silencio. La vida el verso, el hallazgo el poema, la palabra el sueño. Que aunque no fuera cierto, el misterio, pese al rechazo, fue su última esperanza.
LEER A OSCURAS (josé lezama)
Un viaje por la poesía con Ungaretti, Lindegren y Paz.

Ahora que la poesía tiene sentido, ahora cuando aparecen colecciones y voces nuevas, traducciones cuidadas, es justo reconocer la publicación de libros de poetas con una voz peculiar, como símbolos del acontecer poético contemporáneo. Los elegidos, Ungaretti, Lindegren y Paz, representan la fuerza y la belleza de la poesía porque entre sus ecos y atmósferas preludian los conflictos y realidades de la poesía del siglo en que vivimos.

En una cuidada edición de Galaxia Gutemberg se presenta una antología de
Giuseppe Ungaretti, nacido en 1888 en la ciudad egipcia de Alejandría y que muere en Milán en 1970. Ungaretti fue un poeta moderno y solitario que entabló relación en una primera fase con las primeras vanguardias del siglo, pero que lentamente configuró una obra capaz de captar al detalle el paisaje, la luz y el paso del tiempo en sus palabras y confesiones. Su poesía es una hermosa biografía en el que coinciden las preocupaciones estéticas e ideológicas del hombre y sus circunstancias; mas como la forma se supedita casi siempre a su propia necesidad expresiva, en su obra confluyen la métrica tradicional con nuevos motivos poéticos. Si en libros como LA ALEGRIA fluye con energía la fuerza expresiva de la imagen, en SENTIMIENTO DEL TIEMPO y en LA TIERRA PROMETIDA, después de la aparente destrucción de la métrica propuesta en sus primeros libros, retoma el endecasílabo, el eneasílabo y el heptasílabo desde una perspectiva moderna.

Para algunos lectores Ungaretti recupera la estética clásica con el camino impuesto por la mitología, para otros será el poeta retórico que en un primer momento ensalzó la tierra y la patria colaborando con las ideas y la exaltación de una figura incómoda como Mussolini, pero en esta antología se muestra como un poeta que partiendo de la realidad y la historia describe los ánimos del poeta en su edades como hombre. En el SENTIMIENTO DEL TIEMPO es el paisaje, el alma del hombre. En LA TIERRA PROMETIDA es la tragedía en fragmentos poéticos, con pequeños cantos y otros motivos corales extensos, de la percepción de la naturaleza y la belleza que los ojos contemplan finalmente.

Si en el sur de Europa un poeta como Ungaretti mostraba su vida siguiendo las experiencias de la historia y construía su poesía como una respuesta particular a su biografía, en el frío norte del continente, en Suecia, en el periodo de entreguerras, un poeta entonces joven, que también conoce las vanguardias, busca una nueva forma de expresión de una manera consciente y controlada, como una rebelión del hombre y del poeta ante aquellos sufrimientos que comprimieron a Europa de una manera brusca y demencial cuando conoció la guerra. EL HOMBRE SIN CAMINO de
Erik Lindegren (1910-1968) es una joya literaria de la poesía escrita en 1940, que entronca con el surrealismo y con la poesía expresionista con una forma novedosa y salvaje. Una forma fragmentaria que permite evocar y definir las imágenes que sugieren lo que desborda al poeta, y donde las metáforas cubren finalmente el espacio del entendimiento para abrirse a la poesía con total libertad. EL HOMBRE SIN CAMINO es un drama existencial, un mundo de sonetos rotos que buscan al hombre en su identidad más radical y vehemente, en el mundo del grito plástico y premonitorio, y que descubren a un poeta moderno frente al paisaje del mundo en permanente crisis.

Octavio Paz (1914-1998), escritor que participó en las vanguardias de primeros de siglo, y que en una primera fase se sumerge también en un surrelismo de corte personal es el poeta mexicano del siglo XX., con libros como El Mono Gramático, Ladera Este y Vislumbres de La India. En DELTA DE CINCO BRAZOS presenta sus cinco poemas extensos más importantes: Piedra de sol de 1957, Blanco, escrito en 1966, Nocturno de San Ildefonso, 1974, Pasado en claro, 1974 y Carta de creencia, en 1987. En este bello libro que esboza un delta con cinco poemas escritos por un brazo cargado de emoción poética, como Lindegren que caminaba intranquilo por la medular de la historia y la poesía, Paz camina a solas con su canto y su conocimiento, con sus recuerdos en Piedra de Sol. En Blanco esa peculiar composición que ofrece la posibilidad de varias lecturas y que recuerda a los formatos experimentales de los poetas de vanguardia estalla la palabra como el reflejo del sentimiento del poeta. En Nocturno de San Ildefonso se dibuja con palabras el paisaje de la noche y la poesía, ese camino lento que como la historia se hace, y como la verdad se ve, sólo a veces.

Paz describe la plaza, los árboles y la calle como un cosmos de las palabras en Pasado en claro. En Carta de creencia, en forma de cantatas y cantos extensos con una coda final, el poeta escribe la carta que llevamos con nosotros para ser creídos por personas desconocidas, quizá como una indagación del escritor y del hombre en esa búsqueda y necesidad de expresarse ante el lector, ante el prójimo, casi siempre desconocido, y en el que también creyeron los poetas anteriores.
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Librerías virtuales (Prieto Avedillo)
La polémica está servida. La proliferación de librerías virtuales en lengua castellana ha provocado que cada una se promocione con diferentes regalos (loslibros, crisol, elcorteinglés, guay...). Pero los descuentos sobre el precio no podrán ser superiores al 10%. Y todo a pesar de que ellos estuvieran dispuestos, que lo estaban, y con el seguro beneplácito de los productores, y de los consumidores. Y en el fondo es lo normal a mayor oferta, menor precio, y probablemente mejores ventas. Sobre todo para las pequeñas editoriales. Claramente la eliminación de intermediarios reduce el precio, y más en un producto como el libro que se cotiza al contrario de los demás productos. Mientras que a un bote de tomate cada intermediario le va subiendo el precio, un libro tiene un precio de salida que todos se reparten, el autor, el editor, el distribuidor, y el librero. Saquen sus propias conclusiones.

Lo que queda fuera de toda duda es que cada vez se cierran más pequeñas librerías, y eso que abrir una librería es un negocio apetecible porque no necesitas una gran infraestructura, ni hacer un gran desembolso y en general son personas a las que les gusta sentirse rodeadas de libros. Sin embargo el problema es que el volumen de renovación de materiales es tal que no se da abasto. Se publica tanto que de semana a semana te puedes haber quedado anquilosado.

La industria librera ha cambiado durante los años noventa a un ritmo vertiginoso. Antes era casi el librero el que hacía los bestsellers, a base de recomendarlos. Librero que solía ser alguien más o menos leído. Pero hoy esto ya no vale. Como en todo una librería es un negocio, y hay que ganar dinero, y a este paso solamente van a permanecer las grandes librerías o grupos. La única salida a los pequeños libreros es la especialización, y para los compradores: internet (aunque pese), porque los trabajadores de las librerías no entienden de literatura, solamente de superventas.

Por qué librerías virtuales:

—Abarcan un mayor número de títulos y volúmenes, incluso antiguos.
—Mejor precio, que siempre aparece.
—No cierran nunca.
—No depende del lugar donde vivas.
—No tienes que salir de casa.
—Compras solamente lo que necesitas.
—Puedes recibir obsequios por cada compra.
—Es una opción más.

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EL QUINTACOLUMNISTA (luis arturo hernández)
Aquella frase, garrapateada por una mano anónima en la tapia desconchada de la infancia, era un bombón envenenado a la puerta del colegio, un caramelo chupado a la salida de la escuela.Un analfabetismo multisecular se vengaba, por boca de un iniciado en las letras, del escolar de turno con una burla selectiva, cifrada, críptica.

El desprecio de la lectura por alguien que dominaba la escritura revelaba cierto resentimiento de quien había sido instruido y, sin embargo, se rebelaba contra ello.

La humillación de la lectura -la cabeza gacha, las manos en el Libro, los labios bisbiseando oraciones- conllevaba el recogimiento del enclaustrado en una celda.

La población reclusa es, dicho sea de paso, la que arroja mayores porcentajes en la actividad contemplativa.Un libro tal vez nos haga más libres-como reza el tópico-, pero cuando uno se siente libre -y la sociedad de mercado provoca esta suerte de espejismo colectivo con éxito- lo último a que aspira es a encerrarse con un libro.

Y es que el Estado del bienestar embota los sentidos y la superabundancia de la oferta comercial empacha al comprador, logrando en las sociedades desarrolladas un efecto equivalente al del analfabetismo en las sociedades en vías de desarrollo.

Quizá no haya mejor solución, tras la cosecha de fracasos de tanta campaña de animación a la lectura, de tanto intento baldío por enganchar al libro como a una droga-”que lea lo que sea, pero que lea”, clama tolerante tanto desescolarizador-, que compensar el desequilibrio Norte-Sur con una nueva oenegé, la de Libros sin Fronteras, que dé salida a la bulimirexia lectora a la vez que a la sobredosis de los productos editoriales -por no llamarlos libros- de tanto papel impreso por reciclar. Guardar los Libros, ocultarlos, dar pistas, dejar huellas:alguien sabrá dar con ellos.

En un país como España, en el que-según los cálculos de la Sociedad General de Autores- la mitad de la población no lee, la lectura seguirá teniendo algo de rito de iniciación, de signo de pertenecia a una secta, y el libro un algo de fetiche de culto.

El lector, miembro de una logia legal, abducido por la Ilustración, que tararea el “Todo, todo está en los libros”-¡qué patraña grandilocuente, meliflua y totalitaria!- y se ve acorralado por el tiempo del Capital y las fantasmagorías de lo audiovisual, por la superproducción libresca y la sobredosis de la tentación mercantil, doblega la cerviz y se somete al dictado del alfabeto o alza la vista, como tú ahora -si has llegado, lector, hasta este sermón perdido y esto no ha sido predicar en el desierto- ante el atril de un altar electrónico desgranando unas desveladas prosas profanas.

LE GUSTA LEER MÁS QUE A UN TONTO UNA TIZA.Y se insinúa, ahí, el aleve dardo popular contra el garabateo de la escritura, sine qua non de la lectura.

Círculo vicioso, en fin, de lectores y escritores, porque entre tontos anda el juego.

Y, entretanto, cada vez que pregunten por uno, la respuesta inexorable será la de aquel chiste de Mingote -¿o era de Forges?- en que una señora muy peripuesta, de visita en casa de una amiga, se interesa por el marido.”Ahí está, leyendo, como un tonto”, se le dice.“Ahí está, leyendo como un tonto”.No sé, no debí de leerlo bien.

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