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LUKE nº 171 abril 2016

Claudia Capel

Jardín poético

Eligió un lugar de cuyo nombre no quiere acordarse, lugar que conocemos en recuerdo y olvidos, donde en silencio esperamos el murmullo y los perfumes de otras vidas.

claudia capel

XI.- Yo que trabajo y me desvelo

"Yo que trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo"

Miguel de Cervantes

La poesía llega en estado puro. Recién nacida. Cruda, sin lenguaje, como una flor. Se anuncia en visión o ensueño. Aparece de la nada y ocupa todo el espacio, casa sin paredes ni techo ni suelo donde el poeta ve y sueña. Se parece al alba.

El Quijote salía al alba porque Alonso Quijano, heterónimo de Cervantes, escribía la errancia del corazón y la luz del pecho en estado poético. La penumbra donde la tierra es como el cielo.

Eligió un lugar de cuyo nombre no quiere acordarse, lugar que conocemos en recuerdo y olvidos, donde en silencio esperamos el murmullo y los perfumes de otras vidas.

En Viaje del Parnaso Cervantes contó en verso sus novelas, sus teatros, su obra entera: “Desde mis tiernos años amé el arte/ dulce de la agradable poesía”. El arte dulce de la poesía que es Dulcinea.

Es más que la musa, es la esencia poética, la eterna presencia, la alta y soberana señora: “El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene”.

La carta de amor.

Las cartas cuentan el corazón y las distancias íntimas de la poesía, el camino del poeta hacia la prosa y del alma hacia la poesía. La carta de amor es la firma del verdadero quijote. El caballero de la triste figura. El poeta.

Cervantes es el poeta que escribe para sobrevivir, el poeta que va a la imprenta en prosa y llega a las librerías como novelista, autor de un lugar de cuyo nombre no quiere acordarse y al que nunca llegaría escribiendo poesía, invisible.

“Yo he dado en Don Quijote pasatiempo/ al pecho melancólico”. Esa melancolía es la ausencia poética para escribir novela, la necesaria ausencia, enorme como la madre y como el mar y como el alma.

Pregunta Machado: ¿Qué otra flor para ti de tu poeta/si no es la flor de su melancolía?

Responde Zambrano: La melancolía es una manera de tener; es la manera de tener no teniendo, de poseer las cosas por el palpitar del tiempo.

“La flor piensa: Es como una flor”, como el cronopio y como el jardín.