Una visión sociológica de la restauración (juan carlos prieto)
La intervención, a través de los diferentes procesos y sistemas de restauración, en el patrimonio histórico artístico y fundamentalmente en el patrimonio inmueble, se está produciendo gracias al convencimiento de que invertir en nuestro pasado es cimentar nuestro futuro.

Uno de los activos más importantes que tiene Occidente es su patrimonio arquitectónico, por un lado sus ermitas, iglesias, torres, casas de concejo, etc., concebidos con una idea clara de desarrollo comunitario y con una voluntad absolutamente orgánica. Por otro lado edificios diseñados bajo el signo del desarrollo societario y con una voluntad totalmente reflexiva como catedrales, palacios, castillos, o incluso programas urbanísticos, etc., ambientes donde el intercambio comercial constituye su signo de identidad, donde cada participante del proceso procura sacar el mayor provecho posible, así son las reglas, edificios donde la representación, el comercio, los negocios o el trabajo, manifiestan formas de organización social de carácter societario.

Hay autores que sostienen, y estoy perfectamente de acuerdo con ellos, que las historia occidental, desde la edad media hasta nuestros días, significa un tránsito de una organización social de carácter comunitario a una organización social de carácter societario. Por tanto la arquitectura singular cuyo uso original surge de la necesidad de crear espacios donde vivir y sentir en comunidad avanza por un largo camino que encuentra su final en la creación de espacios donde lo racional, crítico y lógico se convierte en universal.

Nadie discute ya las virtudes de conservar antiguas estructuras y trazas donde el hombre se siente reflejado por el espíritu contemporáneo de sus antepasados, hoy se debate sobre la necesidad de adecuar el uso de los edificios a las nuevas necesidades, con qué criterios y bajo qué premisas. El resultado de estos procesos debe adecuarse perfectamente, para no perder el carácter, -entendiendo como carácter la esencia misma-, a la propia naturaleza del edificio.

En estos momentos predomina la tendencia de presentar en sociedad edificios cuyo origen absolutamente primitivo, se eleva tras su restauración a un nuevo estatus donde su nuevo protagonismo le hace significarse como un hito histórico, un punto turístico o una nueva referencia, extrayéndole de su círculo de relaciones y alterando el intercambio con su comunidad.

A su vez asistimos a intervenciones donde grandes programas arquitectónicos concebidos para albergar importantes instituciones, trascendentales eventos históricos o nobles personajes se ven degradados, normalmente mediante procesos especulativos, a un nivel de relación inferior e inmediato con el medio donde cohabitan.

Estamos obligados a intervenir con criterios técnicos de la máxima solvencia, con sistemas racionales que garanticen la viabilidad de programas organizativos que optimicen el rendimiento deseado, pero a su vez debemos saber mantener el espíritu y el carácter más intimo que guarda cada edificio, debemos coger el punto adecuado, saber dar el matiz característico para que la escala de intervención a través, eso sí, de una voluntad completamente reflexiva donde se manifieste la conveniencia y el concepto, sea la justa.

Si un edificio se integra como parte individual en un entorno societario, potenciemos, a través de los procesos de restauración, su carácter de competencia y rivalidad, de originalidad y responsabilidad, donde se manifieste un tipo de entendimiento entre los hombres, donde el acuerdo contractual sustituye al acuerdo comunitario y al sentimiento de pertenencia. Si se vive en comunidad un edificio, mantengamos la esencia de su comunicación mental y espiritual con los hombres, su origen y su unanimidad de espíritu y de sentimientos. Criterios aparte.

Juan Carlos Prieto
Director de la Fundación Sta.María la Real
Centro de Estudios del Románico

arriba

inicial | arte | libros | musica | opinión | arquitectura | e-mail
Basssarai Ediciones
Ardi Creativos