OTROS - Cine: "Otoño, invierno, primavera, verano... ¿y otoño? O Soria es siempre todavía" luis arturo hernández

AARÓN SLOBODJ:

(Documental. El cielo gira. Dirección: Mercedes Álvarez. España.-2005).

a mi padre,
castellano viejo,
in memoriam.

La ópera prima de la soriana Mercedes Álvarez es una magistral tentativa de atrapar, de arañar –de arrancar, dice la narradora- cuatro palabras –las cuatro estaciones de un pagano vía crucis-, con la iluminación de sus imágenes icónicas -niebla, nieve, verdor y sol-, al tiempo en fuga, que atraviesa la casi despoblada, abandonada Aldeaseñor –cuyo último alumbramiento fuera precisamente el de la directora- en la provincia de Soria, en su ciclo de epifanía de las cosas, emergencia de las ciudades y luz de un cielo giratorio.

( [{ ...}] ) ¿O AL REVÉS?

De las familiares huellas de los dinosaurios a los eclipses escrutados con el telescopio, de la resistencia del alto llano numantino frente al Imperio romano al “parte” de guerra de la invasión de Irak por USA, de la antigua alcazaba al palacio del Señor de la aldea rehabilitado como hotel, las sucesivas aproximaciones tratan de inmortalizar el espacio-tiempo de una vida que se acerca a su fin entre elípticos paréntesis, encerrados a su vez entre férreos corchetes, guardados a su vez por las férreas llaves de cuadros sinópticos.

LA CÁMARA METAFÍSICA

Con una caligrafía cinematográfica -en la estela del documentalismo creativo que ha ido dejando, por ejemplo, J. L. Guerín-, que va encadenando por asociación -metafórica o metonímica-, en un acompasado vaivén en el Tiempo, grúas con dinosaurios, castros con majadas, molinos de viento con parques eólicos, olmos centenarios con fósiles de olmo, M. Álvarez va acotando el vacío –por presencia, por ausencia- de la comarca con serenos planos-secuencia que, al igual que los cuadros de Pello Azketa, reconstruyen el tránsito, reedifican lo efímero para trascender con la cámara o el pincel la vida pasajera.

LA LENTITUD -DE LA LENTE DE AUMENTO- o EL LENTO REGRESO

Y es que el contrapunto a la mirada poética – esencial, del silencio- de la realizadora es la mirada del pintor Pello Azketa que, pese a –y, tal vez, por- su ceguera progresiva trata de perfilar un paisaje -de recrear de oído una instantánea bajo una luz que agoniza-, convertido en la puesta en abismo de un mundo que desaparece –de ese tiempo que nos lleva- en un sencillo juego de perspectiva que persigue con la lente de la cámara al ojo del pintor que escruta con catalejo una encina o al lugareño que rastrea con la lupa caras conocidas en una vieja fotografía u observa el cielo con el telescopio en noches de luna.

LA ALDEA GLOBAL

El globo ocular –o proteica/protésica simulación técnica- enfocando el macrocosmos o el microcosmos, el mundo de los vivos y el de los ausentes, pues, en una aldea global –con su castillo de leyenda, la vida ritmada al compás de las campanas de la iglesia, la fuente y el olmo de la plaza del pueblo llano y el cementerio como una morada común-.

HERMANO OLMO o SORIA AÚN EXISTE

Pero, en especial, el olmo seco y centenario –imposible resistirse a citar a Machado-, hermano mayor, hueco como un ojo que mirara hacia fuera, agujero negro hacia dentro, y testigo petrificado de las idas y venidas de celtíberos y romanos, o de los godos -y que ve volver por sus fueros, como pastores, a los mudéjares que viera partir al destierro-, de los falangistas y republicanos exiliados –o paseados, en la cuneta, sin ir más lejos-, o de los que quedan y los emigrantes –¿acaso esclavos multinacionales en el Mediterráneo?-; y en un lugar en que, como demuestra la coproducción castellano-leonesa/vasco/navarra surgiera, como lengua franca de los dialectos romances, la koiné lingüística castellana –esa misma en la que Antonio Machado inmortalizaría un olmo seco herido por la plaga-.

Y AMANECE QUE NO ES POCO o LO MEJOR ES LA GENTE

Porque, haciendo honor al tópico turístico, sobre el escueto paisaje, el sobrio paisanaje hace gala de una sabiduría popular que cuaja en la Castilla profunda –paradoja terminal esta de que la “España profunda” ande siempre por los altos, que no tirando por lo alto-, en unos viejos estoicos y cabales, dueños de un sentido del humor negro, espontáneo y natural que los acerca, con la proverbial parquedad de un castellano pueblo llano, a los filósofos sepultureros del Valle –de Josafat-, a la cháchara de compadres y comadres del costumbrismo o a las disquisiciones metafísicas sobre todo lo humano y lo divino de un Amanece que no es poco, arraigados en ese tempo lento del fatalismo existencial de un fin de raza.

EL MICROFILM: ANONADAMIENTO

(A propósito del cortometraje La última obra de AARÓN SLOBODJ, dirigido por J. C. Fernandes, Producciones Devir, Barcelona, 2005. Pase de cortos Coartada, 31-06-05, Vitoria-Gasteiz.)

“Como todo lo sublime, era algo de lo más normal: había interpretado a la vez la cara impresa de su lado y las notas que quedaban por detrás, transparentadas (...); había parido sin querer el descubrimiento de la música comprimida, el doble rizo barroco. (...) y Las cuatro estaciones de Vivaldi comprimidas en dos, retituladas como es de suponer por Klaus Dieter como ‘Las estaciones cálidas –primavera y verano- vivaldinas’, (...). Pues para este público selecto confeccionó Klaus Dieter Kaufmann el programa más impresionante que se haya escuchado jamás en una sala, compuesto íntegramente por Beethoven adaptado al sistema de lectura e interpretación superpuesta o comprimida.”

Hipólito G. Navarro

“El corto más corto de la historia del cine”, reza la hiper-breve reseña de un cinéfilo centroeuropeo. Y eso quizá sea lo único en que acierta el tal crítico eslovaco Lúdovit Polesirok_ a la hora de enjuiciar este juego multidisciplinar, síntesis de arte cinética, literatura potencial y técnica cinematográfico en la adaptación libérrima a cortometraje de La última obra de AARÓN SLOBODJ, respetuosa con el original de Slobodj –un apellido, éste, cuya etimología remite en la familia de las lenguas eslavas al concepto de ‘libertad’-, porque el corto dura exactamente 1 segundo y 0’58333 periódico puro –y su condición inacabada lo hace interminablemente breve: una especie de aporía de Aquiles y la tortuga, pero en cine-. Y es que La última obra de AARÓN SLOBODJ es el fruto cinematográfico resultante de comprimir los 38 fotogramas –con color virado a sepia de viejo periódico puro-, y sus correspondientes subtítulos en blanco sobre negro –la cinta es, naturalmente, muda-, de la última -y única- exposición de pintura de Aarón Slobodj, siguiendo los previsibles deseos del artista de implosionar hasta lo infinitesimal la gran explosión –Big Bang bautizó la colección, Fernandes dixit- del infinito de la creatividad.

Fiel a la estética de la destrucción y el anonadamiento –el autor se ahoga en el océano: no nada ya en el prestigio de la obra: una nonada que ha de desaparecer antes que él, y no miento-, el director del cortometraje, en esta su opera prima, exprime la exposición barajándola como un mazo de naipes, un juego de cartas –de mail-art-, el puzzle de las fichas de una partida de dominó en que el Azar determinara la correspondencia entre la imagen y el subtítulo en uno de los sucesivos pases interminables que –tras la distorsión multimediática a que ha sido sometida la reproducción de Big Bang- permitieran lograr el aleatorio conocimiento de la trama -imperceptible- del celuloide -y/o del argumento-.

Ininteligibilidad absoluta –de color desintegrado, fundido en negro, y/o de palabras al claro silencio reintegradas- que, como en el suicidio y aniquilación artística de Slobodj, pueda arrojar un instante luz en el vacío de la mente del espectador en la cámara oscura.

Como en las antiguas salas de cinematógrafo de feria, el corto se acompaña –como en el estreno al que nos referimos- de un pieza de La peor banda –sonora- del mundo, una sucinta nota única -Glissando de un segundo y pico, parafraseando el título de una obra de teatro en lengua caucásico-.

El programa de mano del festival, que como rudimentario precursor cinematográfico constituye una linterna -más que mágica- manual o un manido cine-libro de bolsillo, no deja de ser al tiempo la entrada al cine y la Co(a)rtada para la exhibición del microfilm.

“La literatura y el arte, en fin, como texto y pretexto del cine” (Buscar en ARTE: “Non plus circa: la pintura del silencio” y/o en LITERATURA: La quinta columna: ¿Otro testamento traicionado?”), parafraseando al postestructuralisto pope de la crítica como guión cinematográfico. Aunque “yo aún diría más”, enmienda Hernandes a Fernandes:

-“parafraseando al postestructuralisto pope de la crítica como guión cinematográfico”.

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