Enero 2001

Influencia del Zen en el Arte Occidental

inés matute
ARS POVERA Y LAND ART

Para el filósofo Zen, la obediencia a los ritmos sutiles y primordiales de la naturaleza es un medio de integración en la vida universal. Cualquier diferencia o manipulación humana, por pequeña que esta sea, crea una ruptura con todo el universo. La unidad armónica sólo se consigue respetando las cualidades de cada elemento. Partiendo de esta premisa, las propiedades plásticas de los distintos materiales derivarán de las propiedades físicas, rechazándose conceptos como “reconstrucción” o “intervención”. Con el Arte Povera, Occidente retomará la preocupación por esta vibración energética de cada material, por la potencialidad creadora de cada sustancia en sí misma y por el modo de manifestarse de cada elemento. Ya no hay protagonistas, y si los hay, éstos son los vínculos físicos que se establecen entre cada material de la naturaleza,y no el material en sí. Como en el jardín Zen, el devenir, lo accidental, marca las relaciones entre los objetos. El Arte Póvera no se manifestará nunca a través de productos acabados, y conceptos como “deshielo”, “condensación” “descomposición” y “desgaste” serán fundamentales tanto en el proceso creativo como en el resultado de la obra póvera.

“La mente del ser humano y la tierra están en un estado de erosión constante; los ríos mentales desgastan riveras abstractas, las ondas cerebrales socavan acantilados de pensamientos; las ideas se descomponen en piedras de desconocimientos; las cristalizaciones conceptuales se separan formando depósitos de razón arenosa. En este miasma geológico se producen vastas dificultades de movimiento, y se mueven del modo más físico. Este movimiento parece estático, pero aplasta el paisaje de la lógica bajo ensueños glaciares”

Robert Smithson

El Land Art actuará directamente sobre la naturaleza dentro de la misma naturaleza y, como en el Zen, la naturaleza en sí misma será utilizada en el múltiple papel de forma-medio-lugar-contenido. Buscando otros paralelismos con el Zen (el jardín Zen es ante todo un paraje para la reflexión), el Land Art reivindicará los espacios vacíos y silenciosos, espacios susceptibles de ser llenados de energía en estado puro. Ocasionalmente, el Land Art también aparecerá dentro de contextos urbanos – destacaremos el Base Plate de Richard Serra: la búsqueda del contraste entre sencillos elementos de orden (el círculo) y el desorden (la ciudad en sí)- pero no es muy habitual encontrar muestras de Land Art fuera de la propia naturaleza .

JOHN CAGE: El conocimiento paradójico

La abstracción americana y el informalismo francés se inspiraron y captaron las formas del Zen. El Neo Dadá llegó más lejos, y supuso un acercamiento conceptual, metodológico e intencional a la filosofía Zen. Además de “el proceso” rescatado por el expresionismo abstracto, comienza a interesar el efecto indirecto sobre el espectador, el anteriormente mencionado “disparador de conciencia”. El mundo, tal y como era percibido por el Zen, deja de ser una individualidad cerrada, puesto que los elementos son interactuantes.

“ Se considera material o concreto a aquel que tiene afinidad estrecha con el sonido que tiene el material”

El nuevo objetivo será liberarnos de la conciencia, tanto en el proceso como en el resultado, o mejor dicho, en el proceso-resultado, pues este resultado es abierto y continuo. Hay que romper con cualquier esquema preestablecido para encontrar la ley o el principio generador de las cosas, hay que “imitar a la naturaleza en su modo de operar”. En 1951 John Cage entrará en una cámara anecoica y escuchará dos sonidos, uno grave y uno agudo, siendo el primero el sonido de su propia sangre en circulación y el segundo el “aullido” del sistema nervioso: la propia existencia autoexpresándose a su manera. Tras esta experiencia, Cage, como creador musical, no buscará la interpretación de la realidad, sino una manera de abrir procesos para que esta realidad actúe y permita al espectador la captación de estos procesos. Llega pues el momento de introducir el factor azar tanto en la composición de las obras como en su ejecución. No obstante, pronto se comprendió que este “azar”, al que posteriormente Cage se abandonaría por completo, escondía algunas trampas. ¿Sería el irracionalismo el nuevo intelectualismo? El I Ching, Jung, y un permanente contacto con las culturas orientales, le acercarían a una nueva clave de interpretación:

“El mejor propósito es no tener propósito. Si queremos aceptar las operaciones del azar, debemos también aceptar el resultado”

Para no extendernos demasiado, añadiremos que las aportaciones conceptuales más significativas de John Cage fueron las siguientes: No imitemos a la naturaleza. Operemos a través del arte del mismo modo en que opera la naturaleza, con el elemento “azar” como uno de los motores básicos. Unamos arte y vida, convirtiendo al arte en mediador o espectador de la propia vida.

“And what is the purpose of writing music? One is, of course, not dealing with purposes but with sounds. Or the answer must take the form of a paradox: a purposeful purposelessness or a purposeless play. This play, however, is an affirmation of life -- not an attempt to bring order out of chaos nor to suggest improvements in creation, but simply a way of waking up to the very life we're living, which is so excellent once one gets one's mind and one's desires out of its way and lets it act of its own accord “

MIRÓ: LA REALIDAD COMO ESPEJO

“Limitándome a unas pocas líneas, intenté dar al gesto una calidad tan individual que se convertía en casi anónimo, como un acto universal. A causa de ello, existe quizás una cierta similitud entre estos trabajos y lo que podría llamarse pintura contemplativa o meditativa. Por eso pedí que pusieran un banco delante de las telas. Así la gente puede sentarse a contemplarlas hasta sumergirse en ellas”

“Los espacios vacíos, los horizontes vacíos, todo lo despojado me ha impresionado mucho siempre”

Miró

Durante su primer viaje a Japón, Miró entra en contacto con numerosos artistas locales, visita templos y museos nacionales y queda especialmente impactado por el arte Zen, por la plenitud del vacío, la integración de la naturaleza, el movimiento como eje que reúne los elementos, la utilización del azar, la espontaneidad controlada, el protagonismo del trazo. Todos estos elementos, sin embargo, ya eran conocidos por el gestual Miró, un Miró que ya había viajado a EEUU en los años 40 y había bebido de las fuentes de la vanguardia americana. La renovación estética de su obra tras la visita al Japón se nos hará evidente por la introducción del goteo y la utilización de todo tipo de materiales, desde el agua sucia con la que limpiaba sus pinceles a cualquier resto no orgánico encontrado en su taller. También incluirá un vocabulario formal inspirado en los signos de la pintura china. Miró sintoniza, asimismo, con otro aspecto muy peculiar del Zen: el humor, un humor no abordado por la generación de lo abstracto. El humor en la filosofía Zen es un elemento paradójico, que utilizando la razón escapa a ella, que siendo ciertamente emotivo escapa de la emotividad. El humor, requiebro de la imaginación, despierta a la conciencia dormida en los esquemas tradicionales. Cuando uno contempla los inmensos azules de la serie “Bleus”, no sólo el vacío se hace presente, sino que ese mismo vacío inunda todo el espacio más allá de los márgenes del cuadro. Es una ausencia luminosa y azul, una sonora y expansiva carcajada.

CONCLUSIÓN

Como última consideración, resta anotar que el arte del siglo XX se ha ido trazando a través de una trepidante sucesión de buscadores. Amantes de lo experimental, soñadores, aventureros todos, estos buscadores osaron, de múltiples maneras, dar respuesta a cada interrogante planteado desde el ámbito de lo existencial. Artistas que se aventuraron a adentrarse en un viaje hacia tierras desconocidas, que no dudaron ante largos caminos jalonados de trampas y rechazos, ante senderos sin salida. Quizás sus respuestas pierdan validez a corto plazo, o quizás nunca hayan apuntado en la dirección correcta. Error o acierto, sólo nos queda depositar nuestras esperanzas en esos hombres del hoy y del mañana, creadores curiosos y perseverantes, que aunque en un determinado momento de sus vidas decidan interrumpir el viaje, antes descubrirán, para ellos mismos o para nosotros, espacios fecundos, puertas abiertas al infinito. Algunos de los maestros que les precedieron creyeron encontrar en el Zen un hilo de claridad, una pista para recomponer la identidad, una guía para reconocer el mundo con ojos nuevos, con un nuevo estado de conciencia o, lo que es aún mejor: con los ojos del nuevo hombre, silencioso y receptivo ante las fuerzas del universo. En nosotros está continuar tan ardua tarea, aprender de sus errores y convertir sus aciertos en algo más que un marco de referencia. La búsqueda continúa, el proceso sigue abierto...

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