Enero 2001

enrique gutiérrez ordorika
"Tiempo, poesía y meditación"

En estos tiempos en los que predomina una cultura de envoltorio y sucedáneos, cuando las apariencias ya no engañan -sencillamente se han adueñado de la realidad-, y los premios literarios y los libros sirven al marketing en lugar de a la literatura, se agradece toparse con una excepción como la que representa el libro de poemas TIEMPO, de la escritora bilbaína María Maizkurrena (Londres, 1962), texto galardonado con el IV premio Antonio Machado en Baeza y que ha sido editado a finales del pasado otoño por Hiperión.

Poemario confeccionado con una singular y difícil sencillez que sólo está al alcance de quien está dotado de un oído natural para la poesía -cualidad que puede cultivarse pero casi nunca aprenderse-, y en el que a través de un estilo austero, apenas sin adornos, con un lenguaje reticente que insinúa o sugiere mucho más que dice, su autora aborda un ejercicio de meditación sobre su tiempo íntimo y, con él, sobre nuestro tiempo presente contaminado por ecos y relecturas de promesas rotas que lo muestran en una perpetua paradoja que tanto lo alumbra como lo oscurece.

Libro que bebe de la tradición de una poesía meditativa en la que resuenan voces como las de Luis Cernuda y otras más lejanas como las de Hölderlin , los románticos ingleses, E. Dickinson o el mismo Eliot, pero dotada de un simbolismo cercano en el que la intimidad de María Maizkurrena reproduce una voz personal con la cual la soledad interpela a la realidad desde la vivencia de un mundo propio.

El título, limitado a un único vocablo: TIEMPO, carente de efectismos, pero plagado de infinitas acepciones y tan sustancial como inagotable en su comprensión, en cierta forma, ya resume el libro en una metáfora para la meditación. El tiempo, aquí, no se circunscribe a una medición cronológica sino a una condición vinculada a la existencia. Ni siquiera es la Historia ni la evolución Como decía el conocido cineasta ruso Andrei Tarkovski "Esos dos términos hacen referencia a una sucesión. Y el tiempo es una situación, el elemento que da vida al alma humana, en el que el alma está en el hogar como la salamandra en el fuego".

El tiempo del que habla María Maizkurrena es el de la existencia y, por tanto, también el de los recuerdos, y a menudo aparece retratado como un asunto atmosférico, sometido a las inclemencias del azar, al que se vuelve la mirada buscando arqueologías perdidas porque como nos advierte la autora "Cuantas veces no soy yo". "No soy yo quien te mira a través del silencio".

Las palabras del poeta van más allá de lo que él otorga como significado; y el lector pronto descubre que el tiempo y la mirada del que busca desentrañar su sentido se ven atrapados por una paradoja continua. "Alguien guía mi mano (un viejo experimento)". Éste consiste en el intento de poner en orden los restos del mundo transcurrido pero "La vida es este río. Y está quieto". La soledad toca aquí con la desesperanza, y el movimiento del río -como la propia existencia- se refleja en una ficción que atrapa al poeta en el desasosiego que conlleva una permanente sensación de pérdida y un irrefrenable afán de claridad. "Más fuerte que la vida es a veces su historia contada por un loco que, entre burlas y veras, prende fuego al reloj" se nos dice. Por eso los poemas buscan una redención "agitando el dolor de la esperanza".

El último tren marcha hacía la derrota pero mientras llega "todavía hay un momento... Algo puede pasar". ¿Qué, si la esperanza es dolor y alguien nos mintió sobre el mundo? "Para nuestra desdicha los poetas románticos tenían las palabras hermosas". "Sólo el presente existe" y nos envuelve en la añoranza de un entusiasmo por las pequeñas cosas que relumbra "entre el dolor y el miedo a la vida". El poeta aquí desciende dominado por la visión del abismo, pero no lo hace al infierno, aunque "El infierno es a veces la memoria", sino a un lugar mucho más terrible, al de la conciencia en el que el tiempo juega con él.

La lectura continúa cuando se cierra el libro. Los ecos continúan en pie sobre las ruinas en las que sigue latiendo la paradoja. Las palabras hermosas siempre mienten sobre el mundo, y sin embargo, el poeta recurre a la poesía para reconfortarnos con ellas y hallar una esperanza. Tal vez su única esperanza sea exorcizar su tiempo viviendo entre versos que ofrecer a quienes leen... Niños, inocentes, soñadores e ingenuos que "aún demandan los tesoros robados" y que sin miedo a aprender a vivir se adentran en un océano sin orillas buscando respuestas con la misma temeridad con la que la conciencia se adentra siempre en la oscuridad...

TIEMPO, de María Maizkurrena, un libro que dicho de una forma coloquial ha llegado a las librerías sin apenas ruido pero en el que cualquier lector mínimamente atento encontrará muchas "nueces". Frutos cosechados a la sombra de una perenne incertidumbre y el arte de la literatura.

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