Octubre 2014

Especial: Kepa Murua en Medellín.

nº 160

Catalina Garcés

Kepa Murua

catalina garces
fotografía: © kepa murua 2014

Conversadora infatigable, lectora, poeta, amante de los animales y de la buena literatura. Esta mujer te cautiva por su capacidad de escucha, por su sonrisa a todas horas contagiosa. Cuando lee, su cara brilla; cuando habla, su voz suena dulce. También le interesa la política y con ella se puede hablar de todo: de música punk y de Giordano Bruno, por ejemplo, sin interrupción, con una libertad que se mantiene con un hilo invisible donde no se permite el grito y, en cambio, a todas horas surge la sorpresa.

LA PRIMERA PALABRA

Si la síntesis de toda forma
es la línea,
y también de cada poema,
si lo que queda de la velocidad
es la forma que se extiende infinitamente,
y si lo que existe entre uno y dos
es la distancia como sucesión
en el espacio, y cada número existe
como existe todo lo que es
y todas las músicas
¿por qué esta torpeza?
Por qué dudo tanto de lo que me contiene,
Por qué hay palabras
que no deben ser usadas
pues son de otro tiempo
¿Por qué no usar las más comunes
en su más puro sentido?
Dejar a un lado piedra, silencio,
amor, soledad, odio,
tristeza, distancia, sangre
aire, cercanía, noche, luna, terciopelo
lágrimas, muerte, cuerpo y árbol.
Si también existe y puede ser
plasmada silla, estuche,
zapato, linterna
¿no es poética esta última palabra?
Como lo es baño y cepillo,
¿no pueden hacer estas parte de un poema?
¿por qué sí perfume, copa o botella?
¡Solo música!,
me dicen los que se saben poetas,
pero pienso en todas las palabras:
contaminadas, inventadas,
en el adjetivo que sobra
o que es lugar común,
estoy segura de que ellas
son una sinfonía o un silencio.
Quisiera prescindir de toda norma,
de las comas y de los espacios
Yescribirunpoemaqueseconviertaenunasucesión
deletrascomopuntosenlalíneayenlasíntesisdelasformas.

Avecestambiénescribopoemasdeamor.


CUANDO LA INICIACIÓN NO TIENE NOMBRE

Con sus manos
el iluminado invita a la danza,
en su pecho dibuja el perdón,
sus ojos miran siempre a los ojos de otros
para luego inclinar su cabeza
ante aquel que, en apariencia,
no lo merece.

El oído del iluminado
siempre escucha a las voces
que gritan y que van a la deriva,
a las que no saben lo que dicen,
incluso a las que están convencidas
de que lo que profesan es cierto
aunque estén equivocadas.
Pero también vive el tiempo de las silenciosas,
porque aprender es saber leer las secuencias
y las consecuencias
de deslizarse por la tierra como un recipiente
y no como un discurso
que deba ser pronunciado,
pues el fin suyo es que sean todos
y cada uno los que asuman su propio baile
para que en sus pechos reviva el gran símbolo:
ese que solo aparece cuando
llega el tiempo y el deber a nuestras manos
de una renovada escritura.

Catalina Garcés Ruiz (Medellín, 1980)

Realizó estudios de Literatura y Filología hispánica en la Universidad de Antioquía. Como promotora de lectura trabajó con las Bibliotecas Móviles de Medellín en 2004, donde impartió talleres en las bibliotecas municipales y en las zonas rurales de Medellín. De 2006 a 2011 fue editora del programa Palabras rodantes, proyecto cultural del Metro de Medellín y la Caja de compensación familiar Comfama, en el que se publicaron textos de la literatura universal que se repartieron gratuitamente en las estaciones del metro. Hizo parte de la organización del 22° Festival Internacional de Poesía de Medellín (2012), donde también participó como poeta. Desde septiembre de 2013 trabaja en la biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango de Envigado, Antioquia, como promotora de lectura.