Febrero 2001

Leer a oscuras

borja de miguel
Alessandro Baricco

A pesar de no ser uno de mis favoritos, entiendo que haya a quienes les entusiasme este autor. Y es que hay que saber reconocer los trabajos bien hechos por encima de los gustos personales, más aún cuando las leyes del mercado lanzan a la fama a escritores mediocres simplemente por motivos económicos y olvidan (por el mismo motivo) a otros válidos. No es el caso de Alessandro Baricco, cuyo éxito comercial es importante y, sin embargo, debajo hay auténtica calidad y pasión por la literatura.

Por merecido reconocimiento, dedico este espacio a Baricco, y en especial a su obra Novecento:

Danny Boodman T.D. Lemon Novecento es abandonado al nacer, presuntamente por una mujer emigrante, en el Virginian, el vapor que realizaba el trayecto entre Europa y América. Adoptado por el marinero que lo encontró, Novecento crece en este barco y no llega nunca a bajarse de él. Un don especial le lleva a tocar el piano como nunca nadie antes lo había hecho, por encima de estilos y maestros, incluso del jazz, que por aquellos tiempos (primera mitad de siglo) centraba el interés musical. Desde el momento en que, aún de niño, se sienta al piano y, para sorpresa de todos, comienza a tocar una música “pequeña y… hermosa”, este instrumento se convierte en el hilo conductor de la historia. Tocará en la banda del Virginian y conocerá a Max, el joven trompetista que nos cuenta su historia, la de este pianista genial capaz de ver a través de los ojos de los demás y que nunca logrará poner un pie fuera del barco en donde nació. Reflexiones y sentimientos con los que el lector se identifica son los que afianzan la historia y hacen que no sea unos simples hechos curiosos.

Pensada como monólogo teatral, esta obra refleja perfectamente el estilo de Baricco. Sus historias, siempre “humanas” (cargadas de sentimientos) y situadas en un tiempo relativamente lejano, se desarrollan alrededor de personajes extravagantes, misteriosos y con cierta carga simbólica. Las “rarezas” de Novecento podrían comparase con las de Pekisch (inventor de artilugios imposibles), Mormy (el niño capaz de detener el tiempo con su mirada) o el Sr. Rail, entre otros personajes de sus novelas. La belleza en sus textos siempre está en lo pequeño, en el detalle, y en el impacto emocional de la trama en sus personajes y, por consecuencia, en el lector. Y al hablar de la escritura de Baricco no se puede omitir la técnica. Experto en ella, sus textos son auténticas construcciones en donde cada elemento es conscientemente colocado en pos de un equilibrio casi matemático. Al principio me molestaba esto; ahora lo entiendo como parte esencial de su estilo: lo que cuenta lo quiere contar así y así debe ser contado: no importa que se entrevean los “trucos” que mantienen la intriga, las anticipaciones, los retardos… Lo importante es tener una “buena historia a cuestas y alguien a quien contársela”, y si la técnica ayuda, bienvenida sea. Casi como Novecento con la música, Baricco escribe por encima de técnicas y trucos.

Y para terminar, señalar que Novecento fue llevada al cine por el director Giuseppe Tornatore, con música de Ennio Morricone y protagonizada por Tim Roth, bajo el título de “La leyenda del pianista en el océano”. La grabación comenzó en 1997 con las inevitables modificaciones que las adaptaciones cinematográficas exigen. Después de esto, quien se sienta atraído puede leer Novecento, aunque tendrá que saltar en la librería primero sobre la montaña de “City”s, su última y gruesa novela que promete un nuevo éxito.

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