Abril 2001

El Arte de la Muerte

inés matute

Cata que vendrá a deshora
La tragedia del vivir,
No te descuides ahora,
Ensáyate cada hora,
Para que sepas morir

(Ramón Gómez de la Serna, de “Los muertos y las muertas”)

Erasístrato y Herófilo se dedicaban al estudio de la anatomía abriendo los cuerpos de los condenados a muerte estando estos aún vivos. También es conocido el fervor con que Miguel Ángel anatomizaba sus cadáveres, clavándoles una vela en el ombligo para así poder estudiarlos durante las negras horas de la noche. Está pues claro que hay que saber ser cadáver, pues en el desempeño de este honrado oficio – con o sin la ayuda del doctor Von Hagen- vamos a emplear muchos años. Y es precisamente el doctor Gunther Von Hagen, autodenominado “apóstol del arte anatómico”, el punto de mira y objeto de crítica de este artículo.

La exposición Mundos Corporales está batiendo records de visitantes en todo el mundo: En Berlin, más de 175.000 personas han visto en un mes la obra de este cuestionado artista, o lo que es lo mismo, 200 cadáveres sometidos a un proceso de plastificación, invención del excéntrico anatomista, cuyo único objetivo, según propias declaraciones, es entretener mostrando los secretos anatómicos del cuerpo humano. En la exposición, que después de pasar por Berlín cubrirá una gira por toda Europa, puede verse a una embarazada con un feto de ocho meses, a un caballo con jinete al estilo de las más clásicas estatuas ecuestres, o una colección de fetos en todos sus posibles tamaños y variantes. La Iglesia, tanto católica como protestante, ha destacado, tras celebrar funerales por los muertos con los que se comercia, el carácter degradante de la muestra.

¿Estamos ante un nuevo doctor Mengele? Von Hagen, sabedor de la inevitable comparación con el médico más experimental del nazismo, responde que su inspiración nace del cientifista espíritu renacentista, y que lo que él hace nada tiene que ver con el sadismo. Su método de plastificación – probablemente hasta ahora experimentado en cuerpos de delincuentes y vagabundos de la ex URSS, dato no confirmado - consiste en extraer todo líquido del cuerpo y sustituirlo por un material plástico que lo vuelve consistente. Los componentes de su equipo nos aseguran que ya hay una lista con más de 3000 voluntarios a la plastificación y a la “vida en muerte eterna”, o por decirlo de otra manera; al show post mortem. En una de las obras se han invertido más de 8000 horas de trabajo y unos 43 millones de pesetas. ¿Una inversión justificada? ¿Cuánto cuesta hoy convertirse en una momia de lujo? ¿Hablamos de arte o dar gusto a un exhibicionista cuya necesidad de mostrarse va más allá de la propia vida?
Como dice Marañón, “nadie más muerto que el olvidado”.
Quizás sea este el más profundo horror que atormenta nuestros sueños: fundirnos en la nada, que de nosotros no quede ni la carne ni el recuerdo. No es este un tópico nuevo, y ya en la antigüedad filósofos y científicos estudiaron las distintas posibilidades del post mortem:

- La inmortalidad del alma personal según la doctrina católica.
- La inmortalidad del alma personal según el concepto poético. (Paolo y Francesca en la Comedia de Dante)
- Inmortalidad del alma con ingreso en otro cuerpo, a través del olvido (Transmigración)
- Inmortalidad por entrada en un Todo que respira el aliento del mundo (Wagner, panteísmo)
- Inmortalidad por retorno instantáneo del principio de vida; no del alma personal en el acto del morir, puesto que la Nada es inexperimentable y por lo tanto no es del todo real, sino retorno a la conciencia primigenia.
- Disolución del alma lenta o rápida tal y como se disuelve el cuerpo (Átomos libres para la eternidad)
- Disolución del alma en componentes espirituales, paralela y distintamente a la desintegración del cuerpo.
- Experimentación de la Nada. Caída en lo imposible a la razón.
- Metamorfosis infinitas e imprevisibles. (Involución)
- Metamorfosis infinitas e imprevisibles (Evolución)
- Metamorfosis infinitas en parte previsibles (Eterno retorno)
- Algo enteramente impensable.

Si en algún lugar encajaría nuestro esperpéntico doctor Von Hagen sería en una particularísima versión del Eterno Retorno, el cual dejaría de ser eterno al fallecer el propio doctor muerte e interrumpirse el proceso.

Personalmente opino que la exposición tiene más de morbo que de arte, y que es el morbo lo que movió a dos millones y medio de personas a pasear entre tan polifacéticas momias en Japón. Si se trata de medicina artística, una y mil veces preferiré el bellísimo cuadro “Lección de anatomía”, de Rembrandt, y si se trata de conmover mis sentidos ante la inevitable muerte, antes La pietá que un feto embalsamado. Triste es pensar que en los tiempos que corren, ni siquiera es necesario nacer para alcanzar los anhelados diez minutos de gloria.

Los cadáveres de última generación juegan al ajedrez, lucen palmito en un macabro cat walk y saludan a la cámara en un eterno plano fijo. Los cadáveres de última generación han dejado de ser unos tipos fríos y estirados. ¿Morboso? No. Directamente repugnante.
Un repugnante show mass mediático

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