Abril 2001

Cartas del Norte

josé luis garcía
Andreu Martín
Bellísimas personas

No le mires a los ojos, que aunque sea una bellísima persona es un asesino. Andreu Martín, flamante ganador del Premio Ateneo de Sevilla con Bellísimas personas, Premio que desde que abandonara la órbita de Planeta parece afianzarse año tras año en un intento de competir con los grandes, construye con maestría una novela negra plena de intensidad y rigor narrativo que nada tiene que envidiar a las grandes del género. Una joven periodista, Nuria, con un pasado poco clarificador en principio pero fundamental para el desarrollo de la obra, intenta reconstruir desde su supuesta objetividad que a medida que avanza la historia observaremos tan corrompida como la de cualquiera, unos crímenes sin sentido acaecidos en la Barcelona de la transición por un oscuro individuo de perfil nada criminal. Lentamente, irá adentrándose en la sicología del homicida, e irá reconstruyendo una página perdida en la memoria del mismo, que podría ser la de cualquiera de nosotros, en la que se incluirán apreciaciones personales que la ayudarán a entender si cabe los motivos del por qué los cometió, sus móviles y sus sueños. Cuando Ramón Estévez, alias el Mentiroso de Cornellá, sale de la cárcel una vez cumplida condena, no sólo se encontrará con una sociedad hostil que continuamente le recordará su propio pasado, sino con una sombra que le perseguirá allá donde vaya, la de Nuria, quien en su afán por imitar quizás a Truman capote y su Sangre Fría, irá desgranando un relato pleno de aciertos y contrasentidos en el que alternará el estilo periodístico y recreaciones de su invención con párrafos supuestamente sacados de los diarios de la época, en un intento por exorcizar sus temores, sus angustias y sus frustraciones encarnadas de una parte en su circunstancial protagonista y por otra en el supuesto padre de su hijo (es madre soltera) y en la asunción de haber vivido una mentira anidada en su propia familia, que lentamente se descompone como en su día lo hiciera la del asesino de Cornellá. La novela, nos ofrece por otro lado la particular visión y justificación del autor de los asesinatos, y la crudeza de los mismos, confrontándolos con el grotesco y cinematográfico intento por conseguir rescate por un supuesto secuestro, superponiendo en ocasiones su perspectiva con la de otros implicados colateralmente en el mismo: los policías que le detuvieron, su mujer, sus hijos... Posiblemente es esta parte la más lograda, aunque poco hay que objetarle por otra parte a una obra que nace con vocación de entretener y que lo consigue, algo nada fácil en estos tiempos. Todos arrastramos cruces desde la infancia. Mas pesadas o mas ligeras, pero... dice Anna, una amiga de Nuria, en la página 237 de la novela, en un giro literario que nos presenta de alguna forma las claves de la novela. Porque por encima de todo, en ella prevalece la sensación de que lo que le sucede a Ramón Estévez nos puede suceder a todos. Ya que siendo todos bellísimas personas ante los ojos de los demás, también somos susceptibles en un momento dado de convertirnos en víctimas y asesinos cuando estamos sometidos a fuertes presiones. Por eso nunca hay que mirarle a los ojos, porque podríamos reconocernos en su mirada.

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