Luke nº 118 - Junio 2010 (ISSN: 1578-8644)

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Ballets Olaeta (I)
... Aquí tiene el lector la génesis, el desarrollo, los momentos difíciles, los gloriosos y el final de esta compañía de intérpretes ...

Alberto López Echevarrieta

[ver Ballets Olaeta II]

En cierta ocasión, el gran Maurice Bejart dijo que el baile es una forma de llegar a la belleza, de dominar cada músculo y lanzarlo a la felicidad. Si este aserto es verdadero –y Bejart sabía un rato del tema– Segundo de Olaeta (creador de los Ballets Olaeta) elevó la danza vasca a la categoría de ballet y lo hizo por propia satisfacción personal, posiblemente sin saber la repercusión que iba a tener su labor recopiladora y creadora, por y para evitar que se perdiera algo tan consustancial con la cultura vasca como es su folklore.

Marqué la estructura del libro basándome exclusivamente en la historia de los Ballets Olaeta. que casi es tanto como decir en la historia del ballet vasco. Aquí tiene el lector la génesis, el desarrollo, los momentos difíciles, los gloriosos y el final de esta compañía de intérpretes junto a las obras que representaron. De cada una de ellas se ofrece el argumento y el elenco de su estreno. Intencionadamente no se hace un análisis de ellas por dos razones: espacio (había que dosificar la parte escrita y la fotográfica) y el convencimiento personal de que eso es tarea de un musicólogo y no de un historiador.

Así, la cronología de los hechos me ha llevado a destacar tres etapas fundamentales en los Ballets Olaeta. En la primera sitúo a Segundo de Olaeta, txistulari de Gernika, al frente de la Banda Municipal. Segundo se nos muestra como un hombre inquieto que convence a los munícipes de que junto a la banda es preciso crear una Academia de Música que sirva como escuela de dantzaris, txistularis y bertsolaris. Salsero, como era, lo consigue, pero su labor no queda ahí: funda un grupo, el Elai Alai, donde aglutina las diferentes especialidades de su academia. De esta forma monta espectáculos muy amenos donde hay lugar para la danza, las pequeñas obritas de teatro en euskera y los bertsolaris, algo desconocido hasta entonces.

Casado con la también gerniquesa Rosario Torrezuri, Segundo mantiene varios trabajos al margen de la música: es representante de radios, corresponsal del Banco Guipuzcoano… Y no sé si en los momentos de ocio o al revés recorre los pueblos recogiendo datos de los mayores en torno a danzas en trance de desaparición que se bailan y bailaron. Y si su labor al frente de la academia constituye un trabajo sobresaliente, ¿qué decir del compendio de danzas que realiza? Gracias a él conocemos hoy piezas tan destacadas del folklore como San Miguel de Arretxinaga y las variaciones de los aurreskus, los suletinos, etc.

La segunda parte se ocupa de una de las pruebas más difíciles para el grupo. Cuando todo va bien suele decirse que vendrá en seguida alguien a enmendar la plana. Así fue en nuestro caso: llegaron la guerra incivil y el bombardeo de Gernika, que a esta familia (ya para entonces habían nacido Víctor, Javier, Lourdes y Lide, cuatro de sus cinco hijos) le pilló de lleno. Exilio a Francia y prueba de fuego para Rosario. Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una extraordinaria mujer. Ciertamente, aquí Rosario hizo gala de un valor increíble al embarcar con los cuarenta y cinco niños del Elai Alai rumbo a Burdeos, ignorando el idioma francés y hablando apenas castellano. Mareos en el trayecto, incertidumbre al final… Y sacó adelante a todos los niños, entre los que estaban sus hijos.

Al llegar Segundo –y contando con la ayuda tendida por el clero francés–, surgieron las actuaciones y la estabilidad alimenticia y ropera del grupo. Actuaciones en París, admiración de todos y oportunidades más tarde para crear grupos de danzas en la zona de Biarritz donde, ya en plena II Guerra Mundial, les pillaron los nazis.

Los Olaeta, con el resto de los miembros del Elai Alai que aún no habían retornado a sus familias tras la disolución del grupo, vivían en un pequeño chateau situado en la cima de una colina, en pleno campo, en la zona de los Pirineos Atlánticos. Un día recibieron la visita de un alto oficial alemán. Preguntó: Olaeta jauna?, en correcto euskera.

Segundo, al oírle, perdió el miedo inicial y siguió la conversación en este idioma. El nazi le dijo que había organizado unas jornadas de cultura vasca para la oficialidad alemana y quería que el grupo que dirigía Segundo interviniera con canciones y danzas. Aquello sonó a orden.

El día de la cita, los alemanes fueron a buscarles con un camión y les llevaron al salón de un hotel que estaba profusamente adornado con svásticas e ikurriñas, así como detalles vascos (cestas para el juego de la pelota y objetos similares).

Los integrantes del Elai Alai cantaron canciones tradicionales vascas. Al final, el organizador les pidió que interpretaran el himno vasco. “¿El Gernikako Arbola?”, preguntó Segundo. “No, le dijo el alemán, el Gora ta Gora. “Es que esa canción ha sido prohibida por Franco”, se excusó Segundo. “Aquí mandamos nosotros. No Franco”, le contestó el nazi. Y con lágrimas de emoción, aquellos niños cantaron el himno vasco a los uniformes que habían bombardeado Gernika.

¿Quién era el misterioso alemán que hablaba correctamente euskera? Apuesto a que se trataba del doctor Paul Schmidt, Dolmetscher (maestro de traductores) de la Universidad de Berlín, el mismo que sirvió de intérprete en la entrevista Hitler-Franco celebrada en Hendaya el 23 de octubre de 1940. Tuve ocasión de entrevistar a esta persona en su casa, a orillas del lago Tegensee, al sur de Munich. El reportaje fue publicado en el periódico Pueblo y me dio la pista. Las pistas me hacen pensar que se trata de quien ordenó cantar el Gora ta gora a los Olaeta.

Es más, Paul Schmidt era la persona destinada a ser gobernador de Euskadi de haberse llevado a cabo la Operación Félix, que consistía en la invasión de la península para cerrar el Mediterráneo a los aliados por Gibraltar.

Schmidt procedía de la Universidad de Berlín, donde, a finales del siglo XIX y principios del XX, existió una corriente importante de acercamiento hacia el euskera. En realidad, hubo un grupo de lingüistas alemanes muy interesados en nuestro idioma, hasta el punto de que editaban su propia revista, Euskara, dirigida por Karl Hannemann. La revista llevaba dos lemas en su cabecera: Organ für die Interessen der Baskischen Gsekllschaft (Órgano para los intereses de la sociedad vasca) y Txipitasunean handitasunak lo egiten du (En la pequeñez duerme la grandeza).

ballets olaeta

Ficha técnica:

Ballets Olaeta: Ochenta años de ballet vasco
BASSARAI ARTE
Alberto López Echevarrieta
168 páginas