Luke

Luke nº 103 - Febrero 2009
ISSN: 1578-8644
Juankar Landa

Gabriel Abril (On the road, la conexión asturcatalana)
Segunda parte

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Cuando la canción de autor se convirtió en pasarela de teenagers empecé a temblar: Javier Álvarez, Serrano, Guerra..., ellos me lo confirmaron. Había una juventud conservadora que aplaudía aquella emergencia que hablaba de anarquía y bohemia. ¿Estamos hablando de un balance de daños aunque sean colaterales?

Era una anarquía de salón, una bohemia adolescente y necesaria que hemos vivido todos. A mí me pasa con los discos de Barón Rojo, Leño o Barricada, que eran los que en los ochenta tenían una actitud marginal muy atractiva, románticamente hablando, y necesaria en los tiempos que vivíamos entonces. Los cantautores que citas son mucho más domésticos, y el contenido global de sus discos tiene la comodidad de circular por una carretera ya asfaltada por todas aquellas bandas, que se mojaron de verdad y abrieron el camino. Por eso, su mensaje pierde fuerza cuando tratan temas sociales, los que hablábamos antes, y ganan cuando hablan de su cotidianidad. Los he escuchado porque soy un enfermo de la música e intento estar al día, pero al final acabo recurriendo siempre a lo que de verdad me emociona: Dylan siempre, Springsteen por supuesto, Lou Reed en la etapa de New York, toda la época de Chapa Discos en los ochenta y muchos desconocidos que me sorprenden con canciones mágicas. Por eso quise hacer un programa de radio, para rendir un homenaje a todos esos artistas de nuestro país que trabajaron en el lado oscuro, como decía aquella canción de Alarma. De momento lo vamos consiguiendo cada semana en COM Radio.

Creo que hablar de música fantástica es hablar de literatura fantástica en la música, que puede ser hablar de lo que tipos tan geniales como tú ilustran. Nos cuentas “5 minutos para el fin del mundo” como esa broma interminable del amor perdido.

Es lo que decía antes sobre el amor. Puede tratarse de muchas maneras. Decir a alguien que le quieres, cuando faltan cinco minutos para que todo se vaya al garete, no dejar de ser una simpática venganza, un poquito acto de cobardía y, además, tener todo ello cierta gracia, cierto humor negro. Una manera de decir “mira lo que nos hemos perdido los dos por andar haciendo el tonto en vez de estar comiéndonos a besos”. Es una buena canción para ligar. A mí no me ha funcionado, pero sé de gente que ha utilizado esto de que sólo quedan cinco minutos y sí. ¡Cabrones!

Si tenemos un león en el garaje (que es lo mismo que tener un Tarzán feo en la cárcel, Roca), ¿no sería genial hacer una segunda parte, con un BMW en el zoo? El capitalismo debe encontrar su contrahimno, y por ahí vas.

Habrá que pensarlo. ¡Estás descubriendo en mis canciones contenidos sociales que ni siquiera había imaginado! Te diré que me tienen sorprendido las cábalas que se hace la gente con “Un león en el garaje”, cuando lo que se dice en la canción es literalmente fiel a la historia real. La chica a la que está dedicada la canción tenía un SEAT León y un garaje. La escribí de memoria. Un día iba paseando por el barrio de Gracia en Barcelona, camino del estudio, y al ver entrar un coche de estos en un garaje me vino a la cabeza la frase. Es lo que decíamos antes sobre las canciones de amor, yo necesito un argumento para empezar a trabajar en un disco y siempre son relaciones que fracasan. ¡A este paso el rock acabará conmigo!

El año 2009 lo empiezas con presentaciones. Háblanos del formato que vas a utilizar y de los repertorios que vas a utilizar. ¿Repasar los tres trabajos? ¿Interpretar versiones?

Básicamente seguimos con la política de tocar en sitios donde se den unas condiciones mínimas. Prefiero hacer menos conciertos, pero garantizar que la gente va a oír y entender lo que decimos. Eso repercutirá después si repites en la misma sala y el público se ha llevado un buen recuerdo. Es posible que vuelvan a verte y se traigan a otro amigo, a su hermano o a su novia. Así es como funcionamos.

Generalmente utilizamos el formato acústico: piano, guitarra y voz. Me acompaña Kyke Serrano, que es mi teclista desde hace años. Pero esta vez he decidido desempolvar la Stratocaster y hacer un poco de ruido, sentir de nuevo una batería y un bajo contundentes. Para eso hay que adaptar el repertorio, un repaso, efectivamente, a los tres discos y alguna canción nueva. Lleva mucho trabajo, pero me apetece mucho. Además, en 1989 hice el primer concierto, así que en 2009 cumpliré veinte años en esto y quizá habría que hacer algo para celebrarlo. Le estoy dando vueltas y enseguida se me ocurren planes descabellados. Luego vuelvo a poner los pies en el suelo. Como a Hannibal Smith de El Equipo A me encanta que los planes salgan bien, y para eso hay que hacerlos acordes con el momento en el que estamos.

Gabriel Abril
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