Luke

Luke nº 100 - Noviembre 2008
ISSN: 1578-8644
Inés Matute

Ocho años lukeando

Entré a formar parte de Luke hace ahora ocho años. Y lo hice tímidamente, siendo muy consciente –quizás demasiado– de que en ese momento la revista era "cosa de hombres", un invento de unos cuantos amigos vascos. Recuerdo a la perfección mi primera reseña, titulada "Influencia del Zen en el arte occidental contemporáneo", tan extensa que tuvimos que publicarla fraccionada. Recuerdo mis nervios al saberme al otro lado de la lupa, mi inseguridad, mi ilusión y el ciber-dedo de Luzu señalándome dos erratas. Dos erratas. Tierra trágame. Sin saber que ocho años más tarde, tras pasar por las secciones de literatura, arte y opinión, acabaría dirigiendo la revista, sintiéndome enormemente orgullosa de cómo nos había crecido el niño y de cuántos amigos había hecho a este y al otro lado del charco.

¡Qué rápido pasa el tiempo!

A través de los ojos de Luke hemos visto pasar los gobiernos con sus correspondientes desgobiernos, hemos visto pasar libros, películas, discos, conciertos, exposiciones, ideas, proyectos. Hemos asistido al atentado de Atocha y a la caída de las Torres Gemelas, eventos ambos capaces por sí mismos de marcar a toda una generación. Hemos empezado guerras y nos hemos puesto lazos en la solapa. Hemos enterrado a maestros, ídolos de multitudes y algún que otro farsante de portada. En otras palabras: mientras trabajábamos para ti, lector invisible, hemos visto pasar la vida y te la hemos ofrecido tamizada. Se dice pronto: ocho años dando y recibiendo caña. Y mientras tanto, mientras tecleábamos para informaros de ese título que pese a ser magnífico no hallaba hueco en los suplementos culturales, nos hemos casado y nos hemos divorciado, hemos parido a nuestros hijos y llorado al padre muerto intentando que no se notara.

A veces se notaba. Somos humanos.

Cuando Luke nació el ciberespacio estaba menos transitado, no existían los blogs, eran escasos los foros y los intercambios culturales se veían muy limitados. No había tantas revistas, ni espacios propios de esos que tienen un punto de patio de recreo y otro de coto privado de caza. No era esa nuestra intención, y bien claro lo dejamos: Luke es un punto de encuentro de librepensadores, de gente bien formada, comprometida, auténtica en sus errores de juicio y en sus aciertos.

Desde aquí quiero agradecer a todos los colaboradores, tanto los que lo fueron por un mes como los que se quedaron con nosotros varios años, el valioso grano de arena que aportaron. Sin ellos, la revista no existiría o sería otra cosa. Sin ellos no tendríamos tantísimos lectores. Sin ellos, nada.

Supongo que si esto fuera un negocio tendría que colgar el cartel de "se traspasa por no poder atender". Mi vida profesional se orienta hoy hacia otras áreas. Con todo, os dejo en buenas manos, lukeros, las de Pedro Tellería. Yo seguiré enviando reseñas como una colaboradora más, pues admito estar enganchada al invento. Os seguiré leyendo, os seguiré escribiendo. Por muchos años, otros cien números, al menos.

¡Larga vida a Luke!

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