ISSN 1578-8644 | nº 39 - Mayo 2003 | Contacto | Ultimo Luke
ARQUITECTURA
"Inauguraciones"

juan carlos prieto

Eugène Ionesco

Entre los dos propósitos que tiene la arquitectura, como defendía Bertrand Russell, el puramente utilitario (Utilitas Vitrubiana), y el político de inculcar una idea a la humanidad por medio del esplendor en su expresión en piedra, es este último el que más interesa en la actualidad, no obstante estamos en épocas electorales, y la arquitectura se convierte otra vez en una de las bazas más importantes para nuestros representantes políticos a la hora de esgrimir sus habilidades en materia de desarrollo y gestión de la obra pública.

Básicamente la historia nos enseña que las grandes obras de construcción de templos y palacios eran concebidos para inspirar el temor de los dioses y el poderío de monarcas, aunque en algunos casos no se perdía la oportunidad de glorificar comunidades como en el caso de las primeras operaciones de carácter urbano de la antigüedad clásica.

La baja Edad Media y el Renacimiento, a pesar de mantener la misma tradición que en épocas pasadas, introdujo con el desarrollo del comercio un nuevo concepto de magnificencia a través de la arquitectura mediante la construcción de mercados, lonjas y palacios, esta vez en manos de comerciantes que curiosamente tenían a su servicio monarquías y noblezas de toda Europa, representandose en Venecia y Génova la máxima expresión de la arquitectura comercial.

El amplísimo desarrollo arquitectónico renacentista de tres siglos de duración encuentra a finales del siglo XVIII, con la revolución francesa, un punto de inflexión y desde entonces los estilos arquitectónicos tradicionales han perdido su vitalidad y sobre todo su seguridad.

El desarrollo industrial en los siglos XIX y XX acompañado del avance de las ciudades, la burguesía y la posterior consolidación de las democracias en las últimas décadas, nos han traído nuevos modelos de desarrollo, reflejándose en intervenciones urbanas e interurbanas mediante grandes infraestructuras que han hecho posible la transición de economías basadas en el sector primario hacia las basadas en los sectores secundarios y terciarios.

Estas grandes obras públicas han requerido de importantísimos esfuerzos inversores, y los que los representantes políticos no han perdido la ocasión para salir en los medios de comunicación reclamando con oportunidad en unos casos y oportunismo en otros su protagonismo en la gestión.

En la actualidad el mecanismo es sencillo, los procesos de imagen se han trasladado incluso hasta los pequeños proyectos, es más, se programan con antelación e incluso se inventan actuaciones por el mero hecho de tener la oportunidad de aparecer en los medios de comunicación inaugurando lo que sea y las veces que sea, al inicio de las obras, cada una de sus fases, al final de las mismas aunque no hayan concluido y hasta cuando se reforman.

Resulta que cada cuatro años tenemos que asistir –ya lo vemos como algo natural- a un sin fin de inauguraciones donde se da importancia excesiva y hasta excepcional a iniciativas que no deberían significar ni más ni menos que la tarea propia de quien representa a la sociedad con responsabilidades públicas, no publicitarias.