ISSN 1578-8644 | nº 39 - Mayo 2003 | Contacto | Ultimo Luke
ENTREVISTA
"Rafael Arrabal": Pintor y Land Artista

inés matute

Cómo coordinador del colectivo ECOARTE, ¿podrías informarnos de los orígenes del mismo? ¿qué diferentes líneas de actuación habéis seguido hasta la fecha?

Ecoarte surgió de la necesidad individual de agruparse; también como forma de disponer de una cierta libertad de acción y creación ante la falta de operatividad institucional. En cierto sentido, nació como compromiso con una independencia editorial y creativa que nos llevó a concebir proyectos musicales, performances, e instalaciones públicas y en la naturaleza. El proyecto verdaderamente interesante y a la vez frustrante fue crear un Parque artístico en la Sierra de la Higuera, en Ávila, en el cual trabajamos varios artistas durante dos años. Aunque las autoridades locales, provinciales y autonómicas de Castilla León nos prometieron ayudas, aún las estamos esperando.

Desde que iniciamos nuestra andadura en el año 96, dedicamos 3 números de nuestra revista a fundir creación artística - pintura, poesía, fotografía, música y grabado- con artículos sobre Land Art. A partir del número 4, y sin perder nuestras comunes referencias, dedicamos monográficos a una línea de conexión antropológica evolutiva, empezando por “metamorfosis”, y siguiendo con los números denominados “animalidad”, “piel y frontera”, y “sueños y pesadillas”. Actualmente, estamos considerando la posibilidad de dedicar un número a la muerte, un tema escabroso aunque fundamental para reconocer y asumir que, ya que no podemos evitarla, conviene al menos familiarizarse con ella. Para mí el arte y las relaciones creativas con otras personas son el brebaje espiritual idóneo para comprendernos mejor y afrontar ese miedo ancestral que, aunque se sufra en soledad, nos es común a todos.

Dada tu versatilidad artística, con qué movimientos o artistas te identificas?

Me gustan las dificultades, me crezco ante ellas. Resolver situaciones “artísticamente” con una evidente escasez de medios te obliga a una sabia distribución de los recursos. Cuestionarse si es o no necesario producir objetos de los que el mundo ya está saturado tampoco es un planteamiento superficial o ingenuo. Supongo que por eso mismo siempre me sentí atraído por el arte povera, por el surrealismo hermético e irónico con la vida, por el dadaísmo llevado hasta sus últimas consecuencias. La mayoría de los surrealistas hicieron constantes referencias al potencial creador de la demencia como ruptura con la racionalidad y el orden lógico. Quizás hoy la realidad escatológica supere la ficción creativa, no lo sé a ciencia cierta. Como influencias en mi trabajo, empezaría por Altamira y seguiría por las catedrales góticas, pasando por Long o Goldworthy para retomar a Mantegna y a Vostell en una lúdica pirueta histórica. En mi veo la impronta de las hachas fenicias y del arte procesual, y voy desde Man (el tristemente desaparecido artista alemán de Camelle) a los frescos pompeyanos. De Archimboldo a Smithson, de quien tú misma hablaste al abordar la influencia de la filosofía Zen en el arte contemporáneo. ¡En fin! Del cosechador al cibernauta y del cavernícola al astronauta.

¿Qué opinión tiene un nihilista y un escéptico como tú sobre el momento cultural que vive el país?

Hace veinte años viajé varias veces al antes llamado bloque del Este. La extinta Yugoslavia (a pesar de Tito) fue el país más cultural de aquella Europa: allí encontrabas librerías baratísimas, música asequible al bolsillo de cualquier ciudadano... algo olvidado o imposible hoy en día. La otra cara de la moneda era que la censura obligó a esconderse a artistas geniales que escaparon del yugo opresor al caer el muro de Berlín. El nivel medio del ciudadano del Este, en general (aun con muchas carencias, ¿prescindibles?) era bastante superior al que tenemos aquí hoy por hoy, donde al parecer priman otras “culturas”: la del vacío, la del fútbol, la de la televisión o la moda... De momento, y sin creer en cambios sustanciales, el arte “oficialista” es un espectáculo, un circo donde se celebra el show del colorín en detrimento del arte que ayuda a reflexionar, a conocer o a pasar un buen rato. ¿ Acaso no es ese el espíritu del arte? Una de las salidas posibles al manipulado y comercializado mundo artístico, y con el fin de mantener una relativa libertad creativa ajena a modas y tendencias, es la creación de colectivos, grupos asociativos, acciones puntuales entre artistas y colectivos civiles, etc, que al controlar la gestión cultural y no sufrir censuras, resultan más independientes y funcionales. En este sentido, los artistas más interesantes no siempre trabajan con galerías de arte consolidadas en el mercado, sino que se involucran en proyectos concretos que buscan la resolución de problemas de tipo social, ecológico, etc. Son grupos que participan con una actitud y voluntad de acción, de progresión frente a los problemas actuales: la pobreza, el hambre, el sida, la ecología... Ahí están asociaciones como “Artistas sin fronteras”, “Amnistía Internacional”, “Nunca Mais”, “Burla Negra”o “Greenpeace”. Personalmente opino que el sistema galerístico tradicional se ha quedado obsoleto, lo mismo que pienso que demasiados artistas se han ensimismado mirándose el ombligo. Hay muchos artistas consagrados y enquistados a los que efectivamente les funcionan las ventas, pero que evitan pronunciarse públicamente en todo aquello que pueda comprometerles. Ya sabes, no hay que traicionar a la mano que le da de comer a uno. Todo ello genera un “arte funcionarial” de dudosa estética y carente de toda ética. Creo que hay líneas artísticas actuales más receptivas con los problemas sociales, líneas que son más críticas y subversivas con el sistema, lo cual hace que se piense y se profundice más en los temas complejos. Y con ello apunto a una dinámica constructiva de evolución, y no de involución, tal y como ahora mismo sufrimos. En cuanto a mi, me interesan los artistas dueños de un universo propio, como Zush o como Marina Abramovic, que juega con referencias antropológicas, y también con la vieja y constante relación hombre- naturaleza.

¿Que opinas sobre la mediatización de los medios de comunicación y su influencia en el Arte y la Cultura?

Pienso que los medios de comunicación están básicamente ideados y programados para imbecilizar a las masas, para sumar más teatralidad y espectáculo a la escena artística (y eso que la cultura se relega a las últimas paginas de los periódicos y a los últimos segundos, si sobran, de los telediarios). Todo ello va en detrimento de lo que podríamos denominar una “ educación para la cultura”, de la reflexión profunda. Parece que ya no hay nada que cuestionar. Parece que ya no se formulan nuevas preguntas. Eso parece. Nunca en la historia hemos tenido más posibilidades de acceso al conocimiento, pero, ¿a qué viene este divorcio entre el conocimiento y la información? Foucault ya vaticinó que asistimos ensimismados a la comunicación de la demencia.

En el cono sur, sin embargo, los artistas abordan la locura, el vacío, el dolor y la violencia desde el cabreo existencial y el desgarro creativo. Tienen otra fuerza. Algunos llaman a esa actitud “arte emergente”. Aquí los medios apoyados y alimentados por la carencia de ética política, que sólo piensa en rentabilizar a corto plazo, la falta de escrúpulos de la prensa, y el constante insulto televisivo, genera monstruos, seres que se vuelcan en el deporte y en el ocio como salida fácil al vacío consumista. Aunque no solo los medios de comunicación sino también las instituciones artísticas, galerías y el propio sistema educativo han promovido un vacío de argumentos sobre el arte contemporáneo, de lo cual se deriva un enorme recelo social hacia el arte y el colectivo artístico. Para la sociedad sólo existen los guettos de elite cultural, apartados para los supuestamente entendidos. Como alguien dijo, muy acertadamente, “arte para los artistas”. Y yo añadiría: y también para los coleccionistas, para los que se sirven de la estética como disculpa o argumento.

¿Cuál crees que debe ser el papel del artista hoy en día?

El artista no puede ser indiferente a su entorno, inmune a lo que sucede a su alrededor; los creadores podemos y debemos aportar nuestro trabajo y esfuerzo a la comprensión y al análisis de este complicado mundo que nos toca vivir. En algunos casos planteamos más preguntas para mayor desconcierto, pero en otros se demuestra que el arte, en su expresión más creativa e imaginativa, es uno de los últimos reductos de libertad verdadera, algo que puede servirnos como bálsamo contra la manipulación mediática a la que nos vemos sometidos. Aunque creo que es difícil ser artista sin tener una personalidad algo exagerada – y me refiero a una vanidad y a un ego desmedidos- yo creo en un tipo de artista que, ajeno a la comercialización de su obra, es reflexivo, intuitivo y esencial tanto en lo individual como en lo social. El artista contemporáneo debe ir a contracorriente. Su “mensaje” debería excitar el sentido critico, la duda, debería estimular y cuestionarlo todo al tiempo que se fascina por aquello que le provoca. El hombre es el único animal que tiene la virtud de dejar huellas que traspasan el umbral del tiempo y que llegan a ser contemporáneas. Pensemos en los frescos clásicos, en la pintura rupestre o las catedrales góticas. Quizás esto debería funcionar como estímulo para buscar, ante todo, la calidad en la ejecución de la obra de arte. Ahora podemos tener una mirada abierta a otras culturas e impregnarnos, sin prejuicios, de sus misterios. El artista, o el hombre del siglo XXI, por generalizar, debería pensar con el corazón y sentir con la cabeza, buscar el siempre difícil equilibrio entre inteligencia y emociones, la lucidez mental y el animal interior, la razón y el instinto.

Y si nos comparamos con otros países europeos...

Si nos comparamos con el escenario europeo, nuestra situación es realmente desastrosa, sobre todo en cuanto al intervensionismo institucional que rige hoy en día. Vaya como ejemplo el recientemente cerrado Centro del Carmen de Valencia, un icono del arte comprometido, atrevido y accesible a jóvenes artistas, cuyo cierre ha sido el fruto de una prepotencia política ciega e ignorante. Parece ser que resulta más rentable construir parques temáticos, invertir en los toboganes de Benidorm y el Warner Bros madrileño...

Aunque el arte contemporáneo ocupa un papel importante entre la industria del ocio y la cultura del pensamiento, políticamente se está utilizando el destino de recursos culturales a la construcción de aparatosos y espectaculares museos o mausoleos, generando grandes negocios en el mundo de la construcción, el turismo, la decoración y la especulación inmobiliaria. Recursos que deberían destinarse a la promoción, a “hacer cantera”, al intercambio cultural con artistas de otros países, países donde sean compatibles ambas líneas de actuación y donde las asociaciones tengan un verdadero poder en el ámbito de la cultura. En general recibimos más de lo que nos exportan nuestros próceres, y a pesar de tener artistas reconocidos internacionalmente, muchos tienen que salir del país por la falta de proyectos y apatía institucional, con lo cual solo queda confiar en los proyectos privados, que por desgracia ofrecen pocas garantías de continuidad y supervivencia. El poeta Vicente Núñez decía que “cultura es dar la cara al caos”. Estamos en un momento muy apropiado para recuperar dicha reflexión. En época de crisis se agudiza el ingenio, la imaginación y cierto tipo de cooperación combativa.