Escritores independientes

Viernes 8 de Junio de 2001
Pienso que la independencia no puede entenderse como un absoluto; en tal caso nos encontraríamos ante un imposible ontológico, pues las personas somos animales con muchas capas: biográfica, familiar, social, política, cultural, histórica, genética, lingüística...
En el contexto actual, ser escritor independiente significaría, en mi opinión, disentir de hecho de las coordenadas culturales dominantes, que consideran el producto cultural como un bien de consumo, cuyo valor está supeditado por lo tanto a su capacidad de generar ingresos y de acomodarse al discurso del grupo mediático-editorial de turno.
Por el contrario, la independencia literaria sería colocar la obra literaria por encima de su valor en el mercado y de los apoyos interesados que concita. En el papel resulta sencillo, pero no tanto en la práctica: ¿cuántos autores de talento y con obra están dispuestos a seguir creando subordinando el mercado a su creación y no al revés? Aquí, por otra parte, sería fácil confundir a los que puedan tener talento y obra y estar marginados con los que también puedan estar marginados porque no tengan ni talento ni obra. Así que sí es posible pertenecer a una asociación y preservar la independencia en el sentido relativo que acabo de sugerir, si esa asociación, como es el caso de LEI, tiene las puertas abiertas para entrar y para salir y no nos exige acomodar ni nuestro estilo ni nuestro discurso literario. Si pensara y sintiera lo contrario, yo no estaría en LEI.
Ahora bien, tan importante como el adjetivo independiente es el sustantivo escritor. No creo que podamos llamarnos escritores por el hecho de escribir un relato de higos a brevas con errores gramaticales y dos patadas al diccionario, en los ratos libres entre una siesta y el partido de fútbol, y luego darnos golpes de pecho porque no hemos leído a Gogol y nos consideramos maestros. Ser escritor es escribir y vivir la escritura, amar el lenguaje y luchar por merecerlo, conocerlo cada día un poco mejor, madurar un estilo, aceptar las propias limitaciones y hacer lo imposible por alcanzar tales límites, aprender con humildad de quienes lo han hecho mejor y apreciar el esfuerzo de quienes, quizá, lo hacen peor hoy, pero a lo mejor mañana escriban una gran obra. Es crear despacio, con tesón y paciencia de artesano, la obra propia, y luego presentársela a los demás aceptando de antemano la crítica negativa si ésta es honesta e inteligente.
Hoy, ser escritor independiente significa disfrutar y sufrir con la creación, sin esperar el reconocimiento de quienes se empeñan en convertir la cultura en un estercolero.
Salud,
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José Marzo
jmarzo@arrakis.es
Apdo. 696,
28080 Madrid

Regreso al Tablón

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