Noviembre 2001

Leer a oscuras

josé lezama
Dos rarezas de intensidad poética: Tambor de Luz de José Morella y Del ojo al hueso de Olvido García Valdés

Tambor de luz es el primer libro de poemas de José Morella (Ibiza, 1972), un breve pero intenso recorrido literario sobre la oscuridad y la luz que plasma con formas breves y precisas un mundo donde el solitario y el amante se dan la mano en una comunicación de contenidos turbios y a veces espirituales.

Publicado por ediciones Osuna, Tambor de Luz destaca por un cuidado lenguaje y una retórica contenida que como golpes de luz se suceden en los poemas que escribe José Morella “con letras de viento y fibrosos pedazos de carne”. El cuidado lenguaje y la presencia de la vida como una escenografía válida de la poesía actual son dos troncos que sustentan la luz de este libro.

La oscuridad se refleja en algunos poemas que como ráfagas se pasean sin adentrarse de golpe en los significados de la vida que impregnan estos raros pero intensos mísiles de luz. Qué más se le puede pedir a un primer libro que tiene pensamiento, música, poesía y atrevimiento y que se pasea entre referencias de Alejandra Pizarnik y Juan Gelman, con una voz que es finalmente la de José Morella.

Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, 1950) es reconocida por sus numerosos libros de poesía y ensayo. Del ojo al hueso es un libro maduro que se abre a la anatomía del cuerpo desde los sentimientos y las sensaciones que depara el paso del tiempo. La mirada de la poeta dibuja con un leve discurso el paisaje de la memoria donde la vida alcanza su sentido al acecho de la muerte. Pero este susurro reconoce en los ojos la complicidad del silencio, aquello que notamos que nos falta, lo que la vida acusa en la mirada pero que con ningún gesto es capaz de aniquilar sin destruir el pensamiento.

El libro es extenso, los poemas largos e intensos, se habla del recuerdo como se mira una foto antigua, se intuye la familia, una casa, un pasado en un paisaje abierto junto a cosas que tienen nombre y que con tiempo se enumeran en un presente constante. El ojo de la poeta recuerda los detalles como si los abriera en un sueño, y la carne siente cómo crujen los huesos pese a todo. Luego la escritura busca su trance y se adhiere al pensamiento con modos de conversación y mecanismos propios de quien pierde la facultad del habla.

La mirada externa recuerda, la mirada interna sufre, la muerte acecha y la poesía se conduce con una fonética extrema. Pero Olvido García Valdés, espera, aguarda, demora la respuesta con el fin de hablar de lo que el ojo ve y el cuerpo siente, pues con el sufrimiento todo se explica sin ocultarse como si la poesía fuera en algún momento señal de vida. Del ojo al hueso es un libro que siente el vértigo y el dolor forzando las medidas del tiempo entre los hombres. El dolor es vulnerable, pero la poeta se distancia de su padecimiento gracias a que por momentos habla de lo que el cuerpo le pide que exprese, por mucho que se derrumben las paredes interiores del alma. Llega entonces a un refugio de palabras propias que ya no le parecen extrañas. La muerte interpreta su propia música, sonido que la poeta toca con las palabras que empezaron siendo recuerdo y que finalmente son contemplación y entonación de un paisaje eternamente dolido, pero nuevo, con esperanza, en un emotivo y maravilloso libro.

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