Mayo 2001

juan carlos prieto
El Patrimonio emprende el vuelo

Han pasado algunos años desde que el interés por el Patrimonio, nuestro Patrimonio, el que tenemos en nuestros pueblos, en nuestro entorno cercano, el más próximo, se despertó de un letargo milenario.

Se ha debatido acerca de los modelos de intervención, se ha discutido de quien son las competencias al respecto, se ha peleado por la puesta en marcha de programas más o menos sensatos de restauración y la puesta en valor de los monumentos. Se hacía necesario con apremio la toma de conciencia sobre cómo empezar a desarrollar estos programas. Se necesitaba empezar a andar.

En estos momentos en los que se produce el duro debate por la intervención en el Patrimonio, resulta que no sólo se ha empezado a andar, un buen día nos despertamos con sorpresa viendo que los programas de intervención en el Patrimonio se han cansado de andar y han tomado la determinación de hacer el camino volando.

En los entornos de nuestros monumentos han colocado, o sembrado, porque parece que están sembrados, y además alguien se encarga a diario de regar y abonar con verdadera fruición, puesto que cada vez crecen más deprisa, una serie de mecanismos voladores, unas hélices que con toda seguridad van a conseguir de una vez por todas que nuestros edificios más queridos emprendan al fin el vuelo.

Toda esta serie de artilugios mecánicos, a los que llamamos energías alternativas limpias, se están convirtiendo en los verdaderos puntos de referencia. Aún se recuerda con melancolía cuando el punto de orientación en los pueblos era la torre de la colegiata, el castillo en la peña o las puntiagudas espadañas de las iglesias románicas, que había tantas que todas nos parecían la misma, sin embargo, nos identificaban a la primera el pequeño pueblo donde llegábamos. Hoy, los parques eólicos nos producen la sensación contraria, parece que todo el paisaje está lleno de ellos, y siempre es el mismo, ocurre que al verse desde todos los rincones parece que son muchos. Es una buena ilusión.

La referencia del espacio ha cambiado, la colección de artilugios modifica el paisaje de tal forma, mantiene una imagen de tal potencia, que quizás algún día alguien estime conveniente que para no alterar este nuevo orden paisajístico convendría eliminar el resto de referentes, puesto que las espadañas de las iglesias, las fortificaciones encaramadas en lo alto y las torres de las parroquias podrían confundir al ciudadano y despistarle. Sería oportuno eliminar estas referencias y limpiar los pueblos y ciudades, montes y valles de cualquier punto que perturbe la nueva imagen de la energía limpia.

Para no parecer demagógico, me gustaría aclarar que no es este el foro donde criticar los diferentes tipos de energías, ¿quien puede criticar las energías limpias?. La crítica emerge de la falta de planificación a la hora de zonificar los parques eólicos, de la falta de ordenación del territorio donde no se tienen en cuenta otros criterios que los económicos a corto plazo, el regate corto sin levantar la cabeza para mirar sólo produce pan –abundante- para hoy y hambre para mañana.

Cuando se venía pidiendo que el Patrimonio debería disfrutar del beneficio de programas de mejora en su estado de conservación y el de su entorno, de acondicionamiento del monumento y sus circunstancias, alguien debió traspapelar algún documento o solicitud, alguien malinterpretó la demanda y en vez de acondicionar los edificios, lo que ha hecho es instalarles aire acondicionado o ventiladores, no se sabe si para refrescarlos o para, a golpe de hélice, ahuyentar el pequeño halo histórico que aún le quedaba.

Juan Carlos Prieto
Arquitecto
Director de la Fundación Sta.María la Real
Centro de Estudios del Románico

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