Mayo 2001

Ahopetik

alfonso garcía de la torre

“Composición, interpretación, y algo más”

El tremendo avance tecnológico en espiral que vivimos puede parecer ajeno al músico, pero es evidente que facilita determinadas tareas y permite desarrollar al máximo una idea o un apunte compositivo. Estimo de vital importancia algo que a veces se olvida, y que los compositores de otras las épocas tenían muy presente, ya que también lo experimentaron: el conocer y aplicar la tecnología de nuestro tiempo, tanto en la composición como en la interpretación, siempre abre nuevos e interesantes caminos de investigación.

Sería difícil enumerar aquí y ahora la gran cantidad de ocasiones en las que un compositor ha propuesto, un intérprete ha recogido la idea y finalmente un ingeniero ha desarrollado un avance tecnológico que permite abordar la obra musical desde otra perspectiva. Por último una empresa decide que el producto final se puede comercializar, creando así, en el caso de tener la suficiente difusión, una nueva herramienta para la composición o la interpretación musical. Avances en los instrumentos musicales (cualquier instrumento orquestal es producto de un largo y sofisticado proceso de mejora técnica), sintetizadores (de ser prototipos experimentales a popularizarse en casi todos los estilos musicales), ordenadores (actual elemento musical de primer orden), sonorización, etc.

Por citar un ejemplo orientativo, en el campo de la informática y la electrónica musical existen multitud de aplicaciones específicas fruto de esta cadena que parte del compositor: sintetizadores, ordenadores, programas de análisis y procesamiento del sonido, creación de nuevos sonidos, asistencia a la composición, controladores de equipos MIDI, edición de partituras, etc. El problema suele surgir en muchas ocasiones cuando los fabricantes deciden hacer negocio y lo comercializan todo, parte o por entregas; y el compositor-consumidor puede llegar a utilizarlo también todo, parte o en “económicas” entregas. Se ha creado en cierto modo la necesidad de disponer anualmente del último artilugio y opinar del mismo, aunque al final nunca se lleguen a utilizar todas sus posibilidades reales. Incluso en diversos foros de creación actual se habla más de tecnología que de música, más de la resolución de problemas técnicos que estéticos, sintiéndose el compositor casi en la obligación de adoptar una terminología eminentemente científica para no mantenerse al margen. Paradójicamente podemos encontrar en la misma tecnología una salida para esta situación de indigestión técnica.

Actualmente el compositor, al igual que ocurre en cualquier otro campo artístico, se encuentra con la oportunidad de conseguir una gran cantidad de información útil. Gracias a la formidable expansión de Internet habida en estos últimos años, tenemos acceso a numerosos datos que pueden servirnos para elaborar un determinado proyecto artístico. Por otra parte resulta complicado, por no decir imposible, intentar asimilar todo lo que se ofrece de auténtico interés artístico, y más aún si se opta por realizar un proyecto que sea de ámbito interdisciplinar. No dejamos de sorprendernos al descubrir algo nuevo en la red, y muchas veces uno debe imponerse, al mismo tiempo que “enreda”, un continuo trabajo de filtraje y selección.

Una de las consecuencias de todo esto es que el compositor está situado frecuentemente en una encrucijada en la que tras una elección concreta descubre que coexisten a su vez diferentes vías en el sendero. Muchas de estas vías serán accesorias, pero el embrión de algo interesante para la composición final de la obra se consigue siempre tras un manejo ágil de todo tipo de información. También cabe la oportunidad de recrearse en la propia elección, estableciendo un compromiso temporal con aquello que ocasionalmente pueda ser impulsor del trabajo creativo en general. En un mundo en el que prima por encima de todo la especialización en todos los aspectos, reivindico la posibilidad de experimentar, desechar o adoptar caminos ya explorados o solamente esbozados. Eso sí, después habrá investigar y valorar, determinando los pasos a seguir para desarrollar con rigor un auténtico discurso musical. Mientras se compone siempre hay tiempo para disfrutar del paisaje.

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