Junio 2001

Yi Sang: un raro de la Literatura Coreana (III)

mario alonso arango m.

EL CUERPO SOBREVIVIENTE

Grosso modo, diríamos que a este cuerpo corresponde el carácter de una consciencia escindida, debilitada. En el cuento “Alas”, como ya hemos visto, el autor nos presenta no sólo la alegoría de un cuerpo saqueado sino también sus agonías: el texto comienza con la consciencia del personaje respecto a su condición de perdedor (¿Has visto alguna vez a un genio disecarse?), una conclusión que se nos da por adelantado, siendo la narración, una especie de documentación de su muerte.

Lo que resulta evidente es que estamos frente a un personaje nada común, complejo, capaz de pensar con ironía el mundo e incluso sobre sí mismo: ve el sentido común como una enfermedad y le fastidian las necias ordinarieces. Se reconoce en la paradoja como elemento constitutivo de su ser, aunque nos la presenta con la ironía de quien quiere aleccionar con su caso:

Sería bueno que te atrevieras a llevar a la práctica la ironía de tragarte la
comida que menos te gusta. Una paradoja ingeniosa ... También valdría la
pena que te traicionaras en algún momento a tí mismo. Tu obra sería más
sublime y oportuna que cualquiera de los productos acabados nunca vistos.

Detrás de la renuncia y el olvido, ese good bye que reitera varias veces en las primeras líneas, se esconde una aparente máscara de insensibilidad, pues lo vemos ir y venir pensando. Con sus juicios irónicos a propósito de la literatura (Víctor Hugo, por ejemplo) o lo que llama “el cristalizado intelectualismo”, el personaje pareciera estar justificando su suicidio o el de la propia escritura, en tanto que actividad vital. Diríamos que ha sido domesticado y de lo que era no queda sino una conducta refleja, marcada en el texto por la espera de una nueva moneda que ilumine el espíritu. Así mismo la escritura, una hoja de papel en blanco, vacía.

Sólo cuando el cuerpo se tambalea de fatiga, el alma refulge brillante, una
nueva moneda de plata. Tal la nicotina que filtra mi estómago infestado de
lombrices, es una hoja abierta de papel en blanco.

Aquí Yi Sang, permite una lectura del leivmotiv del artista en la sociedad moderna, artista del hambre, sobreviviendo de las sobras. El artista condenado a vivir aislado, reducido su papel a la mera consciencia narcisista: unas veces con la abulia de quien no encuentra su lugar en el mundo, sin un claro papel social. Otras, dedicado a despilfarrar el tiempo mirándose a sí mismo (como sus juegos con el espejo de mano de su esposa que tanto le llama la atención) o creando inútilmente.

A veces, duermo bien. En ocasiones, el sueño me vence de inmediato. Entonces
selecciono cualquier tema y lo medito. Bajo la humedad de la sábana mi
imaginación vuela inventando cosas y armando argumentos. También compo-
niendo poemas.
Pero en el momento de caer en el sueño, todo se disuelve amorfo en el aire
desbordado de mi alcoba, como jabón en el agua.

En Yi Sang, la pulsión de muerte se reitera constantemente. A lo mejor como pulsión de gasto o quizá como el grito de quien al sentir la proximidad de la muerte se aferra a ella e insiste en agotarla. En este sentido resulta difícil disociar vida y escritura en el autor. De la lectura de sus cuentos resalta su obsesión por presentarnos la relación hombre-mujer, siempre escindida, transitoria, imposible. Alrededor de ella se revelan actitudes perversas, pero sobre todo, traiciones. La ironía de asociar Mujer = Tierra laboriosa es como un grito que nos hace pensar en esas nuevas condiciones en que ha caído el país, teniendo que jugar a otras reglas extrañas a su tradición y donde los suyos aparecen desprotegidos, acallados o enredados en el tejido del colonialismo y lo que este representa en el orden existencial: vivir en la somnolencia (otra mutilación más, marcada en el texto por la confusión: aspirinas / adalinas). Nótese como en el orden metonímico se teje la tríada: mundo¤ mujer¤ adalinas¤ mundo.

Mundo:

- vida cansada
- aletas prisioneras de carpas doradas
- trama de ovillo pegajoso



Mujer { - tierra laboriosa

Adalinas { somnolencia


Las connotaciones de cada uno de estos significantes forman un triángulo que podría leerse como la desesperanza. Ya bien lo dice el personaje al final de la historia: “En mi mente di una mirada fugaz a las páginas de mi diccionario y de todas ellas se habían borrado la ambición y la esperanza.”


Es por eso que podemos ver en este personaje el grito ahogado de un sujeto a quien la realidad inmediata no le tiene destinado más que la guarida, el apartheid como su único espacio. Esa especie de isla donde todo se detiene, allí donde la voluntad y la conciencia están condenadas a la inercia circunstancial y al despilfarro creativo. “Ni siquiera hago planes en la vida vegetativa que llevo debajo de la sábana. Nunca pierdo mi tiempo haciendo elucubraciones con nada que sea activo.” Aquí como en la tradición literaria, los temas de las islas, los sueños (aunque debería ser el letargo profundo, que se repite múltiples veces en el texto) y los espejos se asocian a la idea de la eternidad, y por extensión a un destino de la repetición. No sin razón, la isla es para muchos el símbolo de aislamiento, soledad y muerte. A este personaje, pues, no le queda más que vivir la fragmentación, su tragedia nos recuerda los postulados dadaístas, donde lo casual y absurdo se complican y tienden a abrirse a un clima de extática y desenfrenada fantasía. Allí donde se está contra la acción y a favor de la contradicción continua. Por eso su odio al sentido común, a la lógica y su constante duda. El personaje termina por ser un sujeto cortado en sus alas para hallar la complementariedad, la voluntad de un destino propio o incluso el amor. Como a todo cuerpo sobreviviente no le quedan más que cicatrices: las huellas de sus alas imaginarias.

Del futuro, entonces, como ya lo hemos dicho, no queda más que su abolición. Qué otra cosa pensar si el personaje después de verse enfrentado a la horrible verdad del mundillo de vida de su esposa y en riesgo de ser expulsado de su espacio y de perder la vida termina por aceptar su mutilación o justificarla:

Éramos una pareja que cojeaba, destinada a no armonizar los pasos. Para mi
mujer y yo no había necesidad de poner lógica a nuestras conductas. Tampoco
era necesario defendernos con explicaciones. Fuera o no verdad, que hubiera
o no mal entendidos, nada de eso importaba. Aún con pasos de cojo, cada uno
debía seguir andando a su manera infinitamente ... ¿o no?

Para finalizar, Yi Sang con este texto nos aproxima al mundo de las contradicciones, donde el título mismo no es más que otra perversa paradoja, pues las alas cuya simbología remiten a la libertad no son más que un imaginario textual. Allí donde el sujeto se detiene en la acción (Me detuve en mis pasos ... ) para ahogarse en sus deseos (...y quise gritar). En cuanto a una explicación de este orden de las paradojas, recuerdo lo que dijera el crítico Mario de Micheli, a propósito de las circunstancias en que nació el Dadaismo:

Para comprender cómo nació Dada es necesario imaginarse ... el estado
de ánimo de un grupo de jóvenes en aquella especie de prisión que era
suiza en tiempo de la Primera Guerra Mundial ..
.

Y qué otra cosa no sintieron los intelectuales coreanos, entre ellos Yi Sang, al tener que sufrir la violencia estructural de ver invadido física y espiritualmente el país, reducido a ser sólo un cuerpo sobreviviente, saqueado por los caprichos del colonialismo.

BIBLIOGRAFÍA

- Beristáin, Helena. Diccionario de retórica y poética. México: Editorial Porrúa, S.A.
1985.

- Cho Don-il. Korean Literature in cultural context and comparative perspective.
Seoul: Korean Studies series Nº 1, Jipmoondand Publishing Company. 1997.

- Chung Chong-wha. Modern Korean Literature: An Anthology, 1908-1965.
England / New York: Kegang Paul International Limited. 1995.

- De Micheli, Mario. Las vanguardias artísticas del siglo XX. Madrid: Alianza
Editorial. 1979.

- Kim, Hunggyu. Toward Problematic Continuity: un example. In: Understanding
Korean Literature. USA: An East Gate Book. 1997.

- Kim, Yoon-shik. Understandign Modern Korean Literarature. Seoul: Korean Studies
series Nº 2, Jipmoondand Publishing Company. 1998.

- Sym Myung-ho. The making of Modern Korean Poetry: Foreign Influences and
Native Creativity. Seoul: Seoul National University Press. 1982.

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