Junio 2001

La literatura negroafricana en España

ignacio m. sánchez

Pretender hablar de la literatura africana es un despropósito de tal magnitud, y más en este breve espacio, que, incluso si uno se “reduce” a la literatura negroafricana o subsahariana, vayan por delante mis disculpas y la más ardiente solicitud a la compasión y magnanimidad del lector.
Si es que existe una literatura negroafricana en un continente donde conviven miles de lenguas y culturas diferentes, ello es debido a una serie de factores históricos que han afectado, aunque con matices, de una forma homogénea a la mayor parte de la geografía africana: reparto del espacio entre los países hegemónicos europeos, periodo colonial, independencia e imposición de las lenguas coloniales a una gran parte de la población africana y, especialmente, a aquellos que se dedican a la literatura.
Si se prescinde de la superada idea decimonónica de identificar literatura con texto escrito, es evidente que la gran tradición oral africana debería ocupar un lugar destacado en cualquier referencia a las literaturas negroafricanas. Desgraciadamente el panorama en este aspecto es aún más desolador que en lo referente a la literatura negroafricana de soporte escrito.
El general desconocimiento de las lenguas autóctonas y, además, la carencia de una normativa de transcripción morfológica y sintáctica de la gran mayoría de dichas lenguas, presentan no pocas dificultades a la hora de ofrecer al lector europeo, español en este caso, una mínima muestra del inmenso bagaje cultural y artístico de la tradición oral africana.
En su mayor parte, y en lo que se refiere a España, los cuentos y leyendas recopiladas lo han sido en lengua española y traducidos después, en el mejor de los casos, a las lenguas originales; así, en este camino de ida y vuelta, se ha perdido, si no el rigor, sí, al menos, el sabor de la narración. Elementos fundamentales como el ritmo, la gestualidad, el ambiente y la oportunidad quedan eliminados en este tipo de trabajos. No sin razón opina el gran escritor y cineasta senegalés Ousmane Sembène que será el cine el vehículo en que la tradición oral sea conocida por el gran público sin que se pierdan la mayor parte de sus elementos constitutivos.
A pesar de todo lo anterior, sirvan de pista para el lector hispano las recopilaciones de cuentos guineanos de las etnias bubi, fang, ndowé y annobonesa llevadas a cabo por el especialista catalán Jacint Creus, el libro bilingüe fang-español “El regalo venido de otro mundo” que transcribe un nvet fang, de Ramón Sales y publicado, como los anteriores, por el Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo. Más difíciles, si cabe, de encontrar son las recopilaciones realizadas por la desaparecida revista colonial “La Guinea española” o las más actuales y dispersas por las revistas del citado Centro Cultural Hispano-Guineano, “África 2000” y “El Patio”.
La literatura escrita en el África subsahariana aparece por vez primera en el periodo de entreguerras. Estas primeras manifestaciones literarias, que pueden inscribirse en la literatura de exaltación colonial, no aparecen en lengua española hasta años más tarde, cuando se publicaban entre nosotros los libros de los escritores guineoecuatorianos “Cuando los combes luchaban” (C.S.I.C., 1953) del ndowé Leoncio Evita y “Una lanza para el boabí” del fernandino (de Fernando Poo, actual Bioko) Daniel Jones Mathama que apareció casi diez años después (1962) en edición del propio autor.
No es, sin embargo, hasta los años 50-60 cuando aparecen una serie de autores, como Mongo Beti, Ferdinad Oyono, Ousmane Sembène, Amos Tutola, Chinua Achebe..., que con el tema del colonialismo y su respuesta frente a él, escriben una serie de novelas que realmente pueden considerarse africanas al margen de la lengua elegida para escribirlas, cuestión ésta que es el eje temático de algunas de ellas y que ha despertado las más encendidas polémicas. Aún hoy está el asunto lejos de solucionarse, si bien no es este lugar, no sé si decir por suerte o por desgracia, el más apropiado para tratar sobre ello.
En los años 60-80 se producen las independencias, fenómeno de capital importancia para África, que despierta de la pesadilla colonial profundamente transformada: ya no es el África precolonial de la aldea y de la tribu, sino el África actual de la ciudad y de la nación.
En los primeros momentos de la recién estrenada independencia se produce un relativo silencio en la producción literaria debido a que el verdadero centro de interés se encontraba en la política y la mayoría de los intelectuales comprometidos dedican todos sus esfuerzos a la construcción nacional. Pronto, sin embargo, el descontento y la frustración producidas por la aparición de las sanguinarias dictaduras de partido único, la corrupción y la injusticia hacen cambiar la actitud de los escritores africanos; obras como “Les soleils des independances” del costamarfileño Ahmadou Kourouma, “Le mandat” del senegalés Ousmane Sembène o “Tribaliques” del congoleño Henri Lopes son significativas de dicho proceso.
En la actualidad se está escribiendo en una línea más intimista que pretende reflejar al hombre contemporáneo africano con todo lo que implica la complejidad y la interacción del mundo actual, donde lo que se consideraban los centros y los márgenes ha dejado de tener sentido y donde se busca una nueva imagen sincrética de los diferentes estados de la experiencia. Además se está intentando trasladar a las lenguas europeas, con el consiguiente enriquecimiento de las mismas, los proceso sicolingüísticos de las lenguas autóctonas, con lo que se puede hablar de la apropiación real de las lenguas de las excolonias. Sirva como ejemplo el libro del escritor de Costa de Marfil A. Kourouma, “Monné, outrages et défis”.
Existe, dentro del panorama literario negroafricano, una parcela que debería sernos especialmente apreciada a los lectores hispanos: la literatura de Guinea Ecuatorial, la única literatura escrita en español en el corazón de África. Sin embargo, y tal y como afirman Verónica Pereyra y Luis M. Mora en su obra “Literaturas Africanas” (Mundo Negro. 1998), “paradójicamente, es la literatura de Guinea Ecuatorial la que más complicaciones presenta por la extrema carencia de publicaciones de crítica y por la dificultad a la hora de hacerse con sus obras”.
La literatura guineoecuatoriana presenta una serie de características que la diferencian del resto de las literaturas del continente y, de forma más visible, de las literaturas de su entorno, especialmente las de la región francófona:
1.- Lo tardío de su aparición, ya que, como hemos visto anteriormente, la primera obra publicada aparece en el año 53 y la siguiente en el 62, casi diez años después.
Durante los años 69-79, tras la independencia, se produce un prolongado silencio debido al asentamiento en el poder de Macías que llevó a Guinea una de las más sangrientas dictaduras del África negra. Con la mayoría de los intelectuales en el exilio exterior o interior y un terrible aumento del analfabetismo, sólo se producen algunas pequeñas muestras de trabajos literarios que no van a fructificar hasta los años 80 tras la caída del dictador cuando aparecen algunas de las mejores creaciones de la literatura guineoecuatoriana: “El reencuentro. Retorno del exiliado” de Juan Balboa Boneke (1985); “Ekomo” de María Nsué (1985); “Las tinieblas de tu memoria negra” de Donato Ndongo Bidyogo (1987); “Voces de espuma” de Ciriaco Bokesa Napo (1987).
Aunque las condiciones socio-políticas de Guinea Ecuatorial no han cambiado substancialmente y aún no existe ni una verdadera democracia, ni libertad de expresión, ni se dan condiciones para la escritura ( no hay, por ejemplo, ni una sola librería en todo el país), gracias a la presencia de alguna institución, como el Centro Cultural Hispano-Guineano, una serie de jóvenes autores surgidos en los años 90, tales como Maximiliano Nkogo, José F. Siale Djangany, Ávila Laurel, Jerónimo Rope..., parece garantizar la continuidad en las letras guineanas.
2.- La ausencia de temas que marcan toda la literatura negroafricana de los países del entorno durante los años anteriores, tales como la presencia del colonialismo y la respuesta ante él de las sociedades africanas.
3.- El conflicto entre lenguas maternas africanas y la lengua española no aparece de forma tan definida y virulenta en las obras de los autores guineanos como en el resto de los negroafricanos, ya que los primeros consideran, en su gran mayoría, el español como el patrimonio de una comunidad, la hispánica, de la que se sienten parte.
De la gran producción de literatura africana en los últimos treinta años, sólo se ha publicado en español una muestra bien exigua: en la revista “Quimera” nº 112-114 de octubre de 1992, aparecen mencionadas 56 obras, y en un apéndice del citado libro “Literaturas africanas”, son 41 autores los reseñados, con el mérito de incluir, aunque no en su totalidad, las obras editadas por el Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo que ha publicado en los últimos años casi todo lo que de interés y relevancia se escribía en y sobre Guinea.
Si se exceptúan, pues, nombres como Nadine Gordimer o Wole Soyinka, avalados por el premio Nobel, el panorama de la edición de la literatura africana en España es desolador.
Muchos son los motivos que se pueden aducir para explicar esta desolación:
- La histórica ausencia de una cultura africanista debida a la presencia de España, refiriéndose al África subsahariana, exclusivamente en Guinea Ecuatorial, presencia que ha sido abordada por los poderes públicos con una mezcla asfixiante entre la materia reservada y el desinterés total y, que a diferencia de políticas culturales como la francófona, ha generado un desconocimiento absoluto de todo lo negroafricano en nuestro país.
- La excluyente vocación europeista de España provocada por lo tardío de nuestra adhesión a la Comunidad Europea.
- La política editorial dominada por los grandes grupos que no arriesgan nada y sólo buscan cotas de mercado.
- La carencia de una política educativa que incentive el conocimiento de otras culturas: ni una sola obra de autores guineoecuatorianos aparece entre las obras de lectura recomendada en los centros de enseñanza.
- La falta de canales de distribución (distribuidores y centros de venta) especializados o, que al menos, den a conocer al público la existencia de las “otras” literaturas.
Así, fenómenos de un enorme interés para nuestra cultura, tales como la existencia, a la vuelta de la esquina, de una literatura africana escrita en español, con su riqueza temática y lingüística, pasarán desapercibidos para el lector español, incluso para el lector potencialmente interesado, si no se pone pronto remedio.
Esperemos que, a corto plazo, obras como “Adjá-Adjá y otros relatos” de Maximiliano Nokogo, “Cenizas de kalabó y termes” de Siale Djangany o “Los poderes de la tempestad” de Donato Ndongo formen parte de nuestras lecturas habituales y que, como quería Chinua Achebe, lo universal cobre su verdadero sentido y deje de ser sinónimo “del estrecho y autocomplaciente provincianismo europeo”.

Ignacio M. Sánchez
Fue director del Centro Cultural Hispano-Guineano de Malabo (Guinea Ecuatorial) desde el año 1991 al 1996. En la actualidad es director y editor de la Editorial Malamba que está especializada en literatura negroafricana y caribeña.

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