Junio 2001

javier mozas

Reflexiones sobre la reciente arquitectura española (I)

Anna Klingmann(1), en un artículo crítico publicado, analizaba la producción arquitectónica actual y detectaba la importancia, cada vez mayor, que cobra el término “genérico” y su ismo correspondiente “genericismo”. Lo define como la tendencia a anular las diversidades y a promover la cohesión de identidades; todo ello como resultado del fenómeno de la globalización. Viene a decir que nos encaminamos hacia una arquitectura sin estilo donde la carencia de contenidos y la ausencia de forma es producto de la economía global. Una arquitectura que deriva por la “no distinción” y que desea ser “no deseada”. Plantea que, como reacción a los excesos de la década de los ochenta, todo el esfuerzo se centra en invertir –como ocurre en la publicidad– en la imagen, en la impresión a primera vista, en el instante y en la necesidad de producir un efecto inmediato, que no requiera reflexión.

Esta valorización de lo genérico significa dos cosas. Por un lado, la constatación de la existencia de un “real invisible”, como si la arquitectura se tratara de un juego de fuerzas ocultas, a lo Sim-City(2), donde, con gran sentido del humor, conviven las decisiones políticas, los sindicatos, los ecologistas y las empresas contaminantes, con la lógica de lo invisible como regla del juego.

Pero también, por otro lado, aceptar lo genérico significa asumir la falta de anclaje de la arquitectura, que se sustenta en objetos autocomplacientes que condensan las disparidades del programa en un volumen único, donde la geometría reina en forma de cubos o paralelepípedos, que no son otra cosa que expresiones mudas de lo genérico.

El interés de la crítica internacional es potenciar a toda costa esta dicotomía. El arquitecto que se precie, o tiene que amasar el edificio en burbujas redondeadas, blobs(3) imposibles, o tiene que amontonar cajitas, boxes, una encima de otra. No tiene otra salida. Es decir, que la crítica, además de establecer clasificaciones sin sentido, lo que hace es obligar a que sus divisiones y subdivisiones cuelguen sólo de estas dos partes: Rem Koolhaas o Herzog & de Meuron, Rotterdam o Basilea, pliegues o cajas, Architectural Association de Londres o ETH de Zurich, fotomontajes a todo color, con modelos anoréxicas en monopatín y mucho verde, o dibujos de línea negra, asépticos y con gran detalle en los pavimentos.

La importancia de la familia

En España ocurre algo diferente. El interés que muestra la crítica internacional por la arquitectura española reside en la dificultad que se le presenta para clasificar la producción española en las dos categorías que he mencionado anteriormente. Los jóvenes arquitectos españoles se rebelan contra ese afán clasificatorio de la crítica internacional, que hace que cada artista o arquitecto deba tener algo de insecto, con un género ya previamente asignado. O eres blob, o eres box.
En España las cosas funcionan de otra manera. La importancia de la especie, de la familia, del grupo de amigos, entendido como la pertenencia a un clan, a un grupo social que te da apoyo y sustento, es clave en el desarrollo profesional de los arquitectos. En España, te clasifican por quien es tu padre, o tu abuelo y no por si haces pliegues o cajas. Con unos buenos padrinos es más fácil acceder a concursos restringidos, a dar clase en las Escuelas de Arquitectura, a hacerte tu propio nombre. Te clasifican por tus antecedentes familiares, por donde vives, por la escuela en la que has estudiado, por tus influencias, por las cosas que haces... es decir, por tu vida familiar y social.

La ausencia del padre y la presencia del abuelo

En el panorama arquitectónico español, los medios especializados han otorgado la categoría de figura a demasiados arquitectos, con una edad difícil, en torno a los cincuenta, quienes, en el fondo, no acaban de creérselo y, sólo pensando en perpetuarse, devoran constantemente a sus hijos, diciéndoles que quien no está con ellos está en su contra.

Es por esto, por lo que muchos arquitectos jóvenes han abandonado las enseñanzas paternas y acuden a los abuelos en busca de protección y acogida. A los dos grandes abuelos de la arquitectura española actual, Rafael Moneo y Oriol Bohigas, les ha caído encima el enorme peso de sacar adelante, no ya a sus hijos, a quienes ya tienen muy crecidos y son capaces de valerse por sí mismos, sino a sus nietos.

Pero lo peor no es eso. Lo que no perdona un padre es que te cambies de lado: “o estás conmigo o estás contra mí, ¡decídete!” Esto ha colmado la paciencia de los más jóvenes, quienes han acabado huyendo de la casa paterna y aproximándose a los abuelos. Pero en casa del abuelo, los arquitectos jóvenes deben observar una conducta sensata y una trayectoria coherente. Si de la escuela de arquitectura salieron haciendo “moneitos”A, nadie les va a permitir ahora que se pasen a los fotomontajes con la modelo de CKB en primer plano, por lo menos hasta que su padre salga con los pies por delanteC y ya puedan comer huevosD.

Condiciones especiales

Pero ¿por qué en España se han dado, hasta ahora, unas condiciones especiales que han motivado el reconocimiento internacional de la calidad de su arquitectura? Las razones están claras y se pueden condensar en cuatro: la formación esencialmente técnica y práctica de las escuelas de arquitectura, la función de control y de promoción cultural de los Colegios de Arquitectos, las enormes atribuciones y poderes sin competencia que tiene el arquitecto en el proceso edificatorio y su contrapartida, la responsabilidad total con que la legislación carga su trabajo de creación y de producción arquitectónica.

Notas:

1 Anna Klingmann ha estudiado en la Architectural Association de Londres. De 1995 a 1997 ha colaborado en los estudios de Zaha Hadid y de OMA. El artículo al que me refiero ha sido publicado en el número 3, de marzo de 2000, en la revista suiza Werk,Bauen+Wohnen

2 Sim-City: juego de ordenador, creado por Will Wright, donde se simula el proceso de nacimiento, formación y desarrollo de una ciudad. El jugador decide cómo quiere que sea la ciudad, controla el crecimiento de sus edificios y los flujos de personas y de capitales, convirtiéndose en alcalde virtual.

3 blob: una gota de líquido, una masa redondeada, o punto con forma amorfa.

Javier Mozas
Arquitecto
Director de la revista de arquitectura "a+t"
www.aplust.net

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