Julio 2001

javier mozas

Reflexiones sobre la reciente arquitectura española (II)

Las Escuelas de Arquitectura

Desde mediados del siglo diecinueve, se abandona en España el modelo de formación que se impartía en las Escuelas de Bellas Artes y se adopta un nuevo sistema, establecido anteriormente en Francia, en el que la enseñanza pasa a ser politécnica. Esto significa dar una mayor importancia a la formación técnica y al conocimiento científico, en detrimento de la componente artística de la arquitectura.
En ese momento, sólo había dos Escuelas de Arquitectura en España: la Escuela de Madrid, fundada en 1844 y la de Barcelona, en 1871. A partir de 1960, se irán creando otras nuevas, en lo que ahora son Comunidades Autónomas, y que han venido a extender la enseñanza de la arquitectura por toda la geografía nacional. Actualmente, además de las de Madrid y Barcelona, existen escuelas públicas de arquitectura en Las Palmas, Sevilla, Valladolid, San Sebastián, Valencia, Granada y Coruña.4

En todas estas escuelas, el arte del dibujo y la sensibilidad estética tiene su importancia, pero las asignaturas fundamentales son las de proyectos, que siempre han estado íntimamente ligadas a la realidad constructiva y a la capacidad técnica del país.

En España, ningún arquitecto insiste en su exclusiva posición de artista, ni únicamente concibe su trabajo desde un punto de vista estético –visión bastante extendida en Francia–, sino que se siente más próximo a la realidad constructiva y se considera un profesional con capacidad para solucionar problemas técnicos. El arquitecto es, por tanto, un profesional bien reconocido socialmente, cuya formación le permite solventar por sí mismo todos los aspectos de la práctica corriente. Sólo en casos excepcionales y cuando la complejidad del trabajo así lo exige, se ve en la necesidad de rodearse de especialistas, normalmente de estructuras o de instalaciones.

Los Colegios de Arquitectos

Hasta 1997, los Colegios de Arquitectos desempeñaban un papel central como garantes del poder que tenía, y sigue teniendo el arquitecto, dentro del proceso constructivo. A través de estas asociaciones profesionales, de adscripción obligatoria, se garantizaba el ejercicio profesional dentro de un ámbito geográfico determinado, se imponían unos honorarios mínimos, siendo el Colegio el que cobraba a los clientes para luego abonárselo al arquitecto y se hacía callar a la competencia.

Con motivo de la publicación, en 1997, por parte del Gobierno, de una ley de medidas liberalizadoras en materia de Colegios Profesionales, se ha empezado a limitar el omnímodo poder de que disfrutaban los Colegios de Arquitectos. Desde esa fecha, la colegiación es única para todo el territorio nacional, se han abolido los honorarios mìnimos, pudiendo ser ya el arquitecto quien cobre directamente al cliente y se potencia claramente la libre competencia.

Sin embargo, los colegios no han perdido toda su fuerza y siguen ejerciendo una cierta presión política para defender al arquitecto frente a otras profesiones como la de los ingenieros, ingenieros técnicos, aparejadores* o arquitectos técnicos.5

Los Colegios de Arquitectos son también auténticos mecenas culturales, que promueven cursos, ciclos de conferencias, editan revistas y procuran organizar un reparto justo del trabajo que les llega a través de la bolsa de trabajo.

Las atribuciones y la ausencia de competencia

En España, los arquitectos han sido, casi de forma exclusiva, los únicos responsables legalmente capacitados para hacerse cargo de cualquier trabajo de edificación. En España, no puede obtenerse la licencia de obra, o permiso de construcción para una casa o vivienda, sea de los metros cuadrados que sea, sin el correspondiente proyecto de arquitecto –en esto, la situación en Francia es algo diferente–. Por tanto, la posición hegemónica del arquitecto español queda manifiestamente patente en todo el proceso edificatorio y es aceptada por todos los agentes intervinientes. La única firma exigida por la Administración en todos los documentos que conllevan el proyecto y la dirección de una obra es la del arquitecto.
“(...) la force d’un acteur, l’archictecte, régule l’ensemble du système. Il possède une vision holistique de la chose bâtie, du programme au chantier et assure ainsi une continuité entre l’action des uns et des autres.”7

La responsabilidad total

La lógica contrapartida a este poder casi absoluto que tienen los arquitectos sobre el proceso constructivo es que deben asumir también una responsabilidad total sobre los daños que puedan producirse. La legislación actual establece que el arquitecto es el último responsable de todos los problemas que pueda presentar una edificación. En la nueva ley de Ordenación de la Edificación, se establece una garantía de tres años para todos los vicios o defectos que afecten a la habitabilidad y de diez años para los que afecten a la seguridad estructural. Los arquitectos que contraten los cálculos, estudios, dictámenes o informes de otros profesionales, serán directamente responsables de los daños que puedan derivarse de su insuficiencia, incorrección o inexactitud, sin perjuicio de las reclamaciones que pudieran ejercer contra sus colaboradores. Estas responsabilidades son consecuencia directa de su gran capacidad de decisión, tanto en el proyecto, como a lo largo de la obra y lógicamente también el resultado de su preparación técnica.

Estos cuatro apartados que he comentado anteriormente definen y caracterizan actualmente el desarrollo de la profesión del arquitecto en España y le dan ese especial carácter que produce resultados con ese “sentido de tectonicidad” que Ignasi de Solà-Morales comentaba. En la arquitectura española actual se valora, “la condición tangible, sensual, no abstracta, táctil y colorística, ligada a los oficios del construir y a los detalles de la ejecución física de los objetos arquitectónicos.”8

Sin embargo, vamos hacia lo inevitable. Se avecinan problemas para esta vía paternalista y protectora de las nuevas vocaciones arquitectónicas. La familia tradicional está desapareciendo, y la forma tradicional de producir arquitectura también.

La arquitectura internacional se está haciendo cada vez más individualista, a la vez que genérica, inclasificable, personal y, sobre todo, se está apartando del control del arquitecto. Se está convirtiendo en el resultado de muchos factores: ambientales, económicos, culturales y sociales; está presionada por los mercados, por los capitales; pero también, la arquitectura actual es producto de la ironía, de la casualidad, de la especialización, del beneficio rápido, del impacto momentáneo, de los medios de comunicación y de la fugacidad de las transformaciones sociales. Es decir, la arquitectura está escapándose del control del agente único –el arquitecto–, y se está empezando a diluir en un mundo de flujos y tendencias, que cambian antes de haber podido ser asimiladas.

En España, el modelo tradicional se está agrietando. Actualmente, muchas familias no tienen descendencia y muchos trabajos iniciados, muchas líneas de investigación, como la de Enric Miralles, no tendrán continuidad. Los hilos conductores sólo existen en las tramas policiacas. Los maestros –ejemplos a seguir–, no siempre dejan discípulos tras de sí y muchos hijos también, algunas veces, matan a sus padres.

Notas:

4 Dentro de las escuelas privadas merece destacarse la Escuela de Arquitectura de Pamplona, fundada en 1964 y controlada por el Opus Dei.

5 La ley de Ordenación de la Edificación ha limitado los edificios que pueden ser proyectados por ingenieros a los que tengan actividades aeronáuticas, agropecuarias, de energía, hidráulicas, mineras, de telecomunicaciones, de transporte, forestales, industriales, navales, de saneamiento e higiene, o sean accesorias a las obras de ingeniería.

7 Catherine Chimits et Guy Tapie. France-Espagne, analyse comparée de la production d’équipements publics, encadré dans le Programme Euro-conception. Ministère de l’Equipement, du Logement et des Transports, 1995. Page 9.

8 Ignasi de Solà-Morales. Guía de arquitectura. España. 1920-2000. Tanais ediciones. Madrid, 1997. Página 22.

Javier Mozas
Arquitecto
Director de la revista de arquitectura "a+t"
www.aplust.net

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