Julio 2001

El error

javier berasaluce

Nuestras fotografías son ventanas por las que podemos asomarnos a un mundo en el que, en apariencia, todo transcurre como en el que vivimos: reconocemos los escenarios, las caras y las escenas que aparecen en ellas, el asunto está controlado. Pero basta con mirar con atención para darnos cuenta de nuestro grave error.

Allí, una roca es un ojo de un animal fantástico que nos vigila, la muñeca se convierte en presentadora de una función inquietante y la atracción-árbol devora a la gente que parece divertirse. Poco más sabemos de ellas y de ese mundo, y lo que antes era mirar algo derivado de un acto trivial como (suponíamos) es el fotografiar, deviene en tener delante una imagen que ha desatado los hilos que la unían a nosotros, y que nos desasosiega profundamente.

No comprendemos como en el piso de enfrente hay un esqueleto asomado a la ventana, que una piscina contenga agua negra o que nos digan que el niño que aparece en la foto del álbum familiar ,somos nosotros (¿dónde está ahora ese niño?).

De nuestro tiempo quedarán estas imágenes de ese mundo paralelo que, pasado el tiempo, se confudirán con la realidad. O que, tal vez, al final comprendamos que fueron la realidad desde donde estuvimos soñando nuestras vidas.

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