Diciembre 2001

El quintacolumnista

luis arturo hernández
Una Eneida espacio-temporal 2001

22 de Julio de 1969
Poco después de asistir en diferido a la retransmisión en blanco y negro del alunizaje del Apolo XI y el posterior paseo del astronauta Neil Armstrong sobre la superficie lunar en la televisión de un vecino, un suceso en apariencia banal supuso para Arturo H., niño de 11 años, “el amanecer del hombre”: la edición de la Eneida -en rústico blanco hueso- caía desde la estantería de los clásicos de la biblioteca familiar deslomándose a sus pies.

Un día cualquiera de 1970
Un volumen más –Una Odisea Espacial 2001-, nuevo ladrillo de la Biblioteca Básica –RTV-79- que la sufrida familia de clase media va levantando sobre la Luna del espejo del cuarto de estar, guardará su magnetismo–ANOMALÍA MAGNÉTICA- emparedado entre otras dos obras desconocidas y en silencio –y TYCHO, el nombre del enigmático monolito que, como un motivo recurrente, reaparece en la obra de Arthur C. Clarke en honor al astrónomo checo Tycho Brahe, significa en su lengua eslava natal “silencio”-, esperando la mano de nieve que sepa arrancarlo, mientras “el Monitor 79 del Espacio Profundo derivaba lentamente entre las enmarañadas órbitas de los asteroides” de la galaxia Salvat.

ASÍ QUE PASEN 30 AÑOS o Día de Todos los Santos de 2001

“Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos. (...) Así, por cada hombre que jamás ha vivido luce una estrella en ese Universo”.
Arthur C. Clarke

Tras haber rendido culto –seña de identidad de su bobalicona progresía- a la gélida y grávida 2001: Una Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick y haberse devanado los sesos con ese cubo de Kubrick elevado al cubo en cine forum de Cine-Exín –los cine forum sin fin- tratando de desentrañar el sentido oculto del anómalo magnetismo que ejerciera sobre su generación semejante versión cinematográfica, Arturo H –o Arthur- coge, va, agarra y desentierra la breve losa vertical de Clarke –versión literaria de la película- “en su vieja casa materna, a sus más de cuarenta años” -parafraseando a la unamunesca Ángela- y la lee de una sentada –nunca es tarde si la dicha llega, porque la dicha siempre es buena- blandiendo en el aire “las porras de hueso” -de santo-, “el mazo de hueso” –de mazapán- del homínido que “pobló el cielo, no del todo, inexactamente, con dioses”, poco antes de caer, sobre el gabinete de lectura, la NOCHE PRIMITIVA.

QUE 20 SIGLOS NO ES NADA o ALLÍ FUE TROYA

“No sabemos si en las lunas de Saturno se encontrará usted con lo bueno o con lo malo... o tan sólo con ruinas mil veces más antiguas que las de Troya”.
Arthur C. Clarke
“Esto ha de ser Ilión, / estos campos han de ser Troya”
Virgilio, Eneida

Y el primer DESCUBRIMIENTO de Arthur es que la Odisea 2001 se ha trocado, en 2001, en Eneida y que, lejos de la peripecia de un Ulises astronauta –David Bowman-, vencedor de la guerra de Troya, a bordo de su nave espacial “Descubrimiento” en una singladura, sembrada de peligros y tentaciones, por el piélago del espacio interestelar, Una Odisea Espacial 2001 narra el viaje del DESCUBRIMIENTO de una nueva tierra a partir del episodio en que un monolito desconocido –TMA-1-, protocaballo –o potro- de Troya, la Nueva Roca que siembra la discordia entre la tribu de los monos-homínidos de Moon-Watcher y “los Otros”-“profunda veta de xenofobia” inducida por contactos con extraterrestres o “los cinco pánicos separados causados en el siglo XX por las emisoras de radio con La guerra de los mundos de H.G.Wells, como meras consecuencias de esa fatal influencia de los astros-, provoca un “choque de culturas” que despierta el instinto homicida –la violencia como progreso tecnológico- en la batalla por el riachuelo -guerra del agua, la “Guerra” por antonomasia, prefiguración de Troya- sometiéndolos al poder de la Inteligencia cósmica –el Panteón de los dioses del Olimpo de nuestra Vía Láctea- “y a un futuro desconocido hasta para las estrellas”, así “desde el alba de los Tiempos”.

2001: UNA ODISEA “ESPECIAL”

“Y comenzaba a leer la Odisea, que era de todos los libros el que más vívidamente le hablaba a través de los abismos del tiempo”.
Arthur C. Clarke

Proyectado a las alturas, el hueso de Moon-Watcher –arco de la lira del rey David- se trueca en la nave espacial “Descubrimiento” –Arca de la Alianza de David Bowman, el arquero celeste- que lleva a cabo su navegación de cabotaje siguiendo la Vía Láctea, al igual que el troyano Eneas –del periplo por el piélago de la Hélade a la singladura aérea por la Pléyade-, perseguido por la maldición magnética del monolito lunar –“Centinela” de otro relato de Clarke- y con Júpiter y las lunas de Saturno –y en particular el satélite Japeto, “Puerta de las Estrellas”- como puertos en que habrá de hacer escala la nave que transporta los penates de la civilización terráquea –almas de los astronautas hibernados en “hibernáculos en forma de féretro” y muertos tras su desconexión a manos de HAL-, en un viaje de ascenso a los Infiernos –canto VI de la Eneida y cap. VI de Una Odisea Espacial- que reconcilia a los dioses de la mitología clásica con los planetas del cosmos.
Consciente de ser la “reencarnación” de Ulises –“aquellas perdidas bellezas(...) estaba dispuesto a volverlas a disfrutar, cuando volviese rico y famoso”-, no obstante Bowman sufre el fatídico influjo de la Luna –“desde la altura la Saturnia Juno manda a Iris a las naves troyanas”, V, 605-, lo que provocará la crisis de HAL 9000 –“cerebro y sistema nervioso de la nave”- y el conflicto psicológico entre el “Ego” –“el conflicto estaba ya lentamente destruyendo su integridad... el conflicto entre la verdad y su ocultación”, con REALIMENTACIÓN COGNOSCITIVA, REFORZAMIENTO DEL EGO, etc.- y las pulsiones de muerte del “Ello” –“Podía cometer errores (...) , pero Bowman no le creía capaz de cometer un asesinato”-, que se resuelve a favor del inconsciente –“no dormía nunca”-, bajo el nefasto influjo de “alguna forma inmaterial de energía” –“una espuma de radiación como la estela de una lancha de carreras, habría brotado con ímpetu de la cara de la Luna, y estaba dirigiéndose hacia las estrellas”-, confirmando que su Destino está escrito en las estrellas –“Su derrotero estaba fijado por las leyes de la gravitación”-.

TRÁNSITO ¡POR JÚPITER!

“Los antiguos, en verdad habían hecho lo mejor que sabían, al bautizar a aquel mundo con el nombre del Señor de todos los dioses”.
Arthur C. Clarke

Pero Bowman, agraciado por los dioses, cuenta con la ayuda de Júpiter tronitonante –“Omnipotente Júpiter, si no has llegado a odiar/a todos los troyanos hasta el último (...)” -bordea recortando los bajos de su piel curtida el mapamundi de la estrella “Europa” –“Tan rápidamente como había surgido del firmamento de proa, Europa se hundió por la popa”- y con la intercesión de Venus ante Neptuno –hijo de “Saturno”, destino último y secreto de la expedición-, no sin pagar el tributo de la pérdida del piloto Frank Poole - ¿agua encerrada en un receptáculo?- evacuado de Betty, la “vaina –vagina- del espacio”, expulsado del líquido amniótico de la cápsula y cortado el cordón umbilical del cable de seguridad por HAL y arrojado al mar etéreo –y deletéreo- de la galaxia –como el piloto Palinuro, engañado por el Sueño en la Eneida-, náufrago sin balsa de salvación lanzado al sueño letal –por cuanto irá al Leteo-, al sueño eterno, al igual que los tres compañeros hibernados “en los más lejanos linderos del sueño, y en las más próximas fronteras de la muerte”-, condenados al Olvido del Hades por los hados del inconsciente de HAL 9000.
Sólo una vez pagado ese peaje, podrá Bowman –“Yo también desciendo del soberano Júpiter” proclamaba Eneas, VI, 123- iniciar solo el “Descenso al Reino de las Sombras”, revelado su destino, con clarividencia solar, por la inteligencia -del Templo- de Apolo y la caverna mental del sibilino HAL, y emprender el viaje hasta “La puerta del sombrío Plutón” guiado por la llave que abre “la Juno –un nuevo lunar- de lo hondo de la tierra”.

ASCENSO A LOS INFIERNOS o EN BUSCA DEL FUEGO PERDIDO

“Ahora, Kaminski, Whitehead y Hunter alcanzarían Saturno antes que él... pero no antes que Frank Poole”.
Arthur C. Clarke

Condenados a vagar navegando sin sepultura por el Aqueronte, Poole –“El gesto de Poole era el eco del capitán Acab cuando, pegado a los flancos de la ballena blanca, su cadáver había hecho señas a la tripulación del Pequod, llamándola a su fatal destino”-, Kaminski, Whitehead y Hunter –“Con mucho, la tarea peor había sido el vaciado de los féretros giratorios en el centrífugo”-, David hiere mortalmente al Goliat del Espacio en la cabeza –“Está usted destruyendo mi mente... (...) me voy a convertir en nada...”- y se lanza , embarcado en el Arca de la Santa Alianza –“Él era el Embajador Extraordinario –Plenipotenciario- de toda la Humanidad”- al asalto de los Cielos – el Tártaro: ¨Allí los viejos hijos de la Tierra, la raza de Titanes”; “Sólo una de ella –Titán- poseía atmósfera, pero ésta era una tenue envoltura de ponzoñoso metano”; y el Elisio en el Hades-, en un descenso – lo que está arriba está abajo en esta reconciliación mitológico-astronómica- al Olimpo –“mundos portadores de nombres de dioses y diosas que se desvanecieron sólo ayer”-, elevado en loor de santidad –“si más allá de esto había aún algo, su nombre no podía ser otro que el de Dios”-, en vuelo directo hacia el Ojo que Todo lo Ve, ¿Dios? –“EL OJO DE JAPETO era un ojo sin pupila”- atravesándolo, con resonancias mórficas de un estrato afilado como una navaja barbera que seccionara el globo ocular de la Luna –anticipación del guión cinematográfico de Viaje a la Luna que pensaba dirigir Buñuel- en Un perro andaluz –“que me enseñes el camino y descorras las puertas sagradas a mi paso”-, en pos del Más Allá –“Sólo una gran losa vertical (...) ¡es exactamente como el objeto que hallaron ustedes en la Luna!¡Es el hermano mayor de TMA-1! (...) El objeto es hueco... y sigue y sigue... y... oh, Dios mío: está lleno de estrellas”-, del Caos –“aquí había un perfecto vacío”- del vacío infinito que se identifica con los infiernos –“escala del infierno hacia el cual estaba descendiendo” (...) Más allá de los reinos del mar y la tierra y el aire y el espacio, se hallaba el reino del fuego”- vencido el temor a estrellarse contra cualquier estrella, “entre un gran río de soles” y en la “Gran Estación central de la Galaxia”,“bajo la protección de alguna inteligencia controladora y casi omnipotente”.

“RECEPCIÓN” EN UN MUNDO DE REALIDAD VIRTUAL

“La cápsula espacial estaba descansando sobre el pulido piso de una elegante y anónima ‘suite’ de hotel, que bien podría haberse hallado en cualquier gran ciudad de la Tierra”.
Arthur C. Clarke

Aquella mitología judeo-cristiana de cuya “Arca de la Alianza” es portador lo recibe en forma de Biblia -Biblioteca en papel Biblia “La humanidad había narrado en cien mil generaciones todo cuanto pasaba de aquel modo”, palimpsesto de hojas en blanco dispuesto para ser reescrito –en un reencuentro con el papel para un troyano, procedente de Pérgamo, denominación de origen del “pergamino”-, y es entonces cuando Bowman descansa en el Leteo –“Así, por última vez, David Bowman durmió”- e inicia en su placentera cápsula placentaria su “precipitada regresión” intrauterina donde se funden ontogénesis –“una criatura abrió sus ojos y empezó a llorar” y filogénesis-“allí estaba el origen de muchas razas junto con la suya”- que lo llevan a renacer del ánima mundi –“Ante todo sustenta cielo y tierra y los líquidos llanos/ y el luminoso globo de la luna y los titánicos astros/ un espíritu interno y un alma que penetra cada parte/..., le explicará Anquises a Eneas- y, liberado al fin de las ataduras de su pasado -“las fuentes de la memoria estaban casi secas”, atravesará “la puerta de albo marfil del Sueño” –“A todas esas almas, / cuando gira la rueda del tiempo un millar de años, /llama un dios en nutrido tropel a orillas del Leteo, / por que, perdido todo recuerdo del pasado, tornen a ver la bóveda celeste”(...) -.

¡MI CAASA! o HA NACIDO UNA ESTRELLA

“CONCERNIENTE A LOS E.T. : (...) Ellos eran naves espaciales. (...) Mas a pesar de sus poderes, semejantes a los de los dioses, no habían olvidado del todo su origen, en el cálido limo de un desaparecido mar”.
Arthur C. Clarke

Como un nuevo Ave Fénix renacido de sus cenizas, en unas dimensiones previas a la existencia del Tiempo y el Espacio –“Y aquí deseaba estar, en la parte más lejana de aquel abismo en el firmamento, aquella serpentina banda de oscuridad vacía de toda estrella”; “Aquí el Tiempo no había comenzado”; “ahora, (...), conoció los primeros atisbos de la Eternidad que ante él se abría”-, Bowman el arquero espacial se convierte en el boomerang de ida y vuelta de la Inteligencia del Cosmos o, mejor, en el tomahawk que intercepta “el soñoliento cargamento de muerte” del imperialismo de la civilización griega del siglo XXI –El Imperio norteamericano y el antiguo imperio soviético- contra los apergaminados del Oriente asiático –“los megatones en traslación que circulaban en órbita florecieron en una silenciosa detonación”-, confirmándolo como “SuperBowman” –era “el amo del mundo”, con el planeta Tierra como un juguete al alcance de la mano-.

25 de Diciembre de 2001
Tras un otoño caliente de conflagraciones –y deflagraciones- bélicas en el que la nave espacial Mars Odyssey ha rondado el planeta Marte, Arturo emergió a ese “Firmamento Extraterrestre” de Una Odisea desde el inframundo del “Descenso a los Infiernos” de la Eneida, en el “infierno” bibliotecario celador de secretos eróticos, heréticos y diuréticos, siempre de la mano de los buenos oficios de Planeta DeAgostini, a tiempo de abandonar al memorión “Funes el memorioso”, el que fuera su primer y rudimentario computador personal –“Estaban siendo pulsados los muelles de la memoria; en recuerdo controlado, estaba reviviendo el pasado”- para transvasar el copión de sus recuerdos al potente “Hal 2001”, convertido en un cyborg con la memoria delegada en su inteligencia electrónica –“El conflicto entre mente y máquina podía ser resuelto al fin en la tregua eterna de la completa simbiosis”-, antes de ponerse a contar – Polifemo androide- ovejitas eléctricas y emprender su navegación virtual por el proceloso piélago de Internet, “botando” este manuscrito de su Eneida Espacial 2001 en la botella arrojada a las aguas como un pecio salvavidas, de portal en portal –otro 25 de diciembre-, remando para salir a buen puerto.

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