Diciembre 2001

Leer a oscuras

josé lezama
Dostoievski en el teatro de sombras chinescas

(Reseña de Poseído por Dostoievski, de Chun-su Kim, Ed. Bassarai, Vitoria, 2001)

La obra poética del gran escritor coreano Chun-su Kim (Tong-yeon, Corea del Sur, 1922) alcanza, en el más reciente período de su evolución, y en particular en Poseído por Dostoievski, un carácter totalizador en la medida en la que, tomando como motivo de inspiración la obra narrativa del genial autor, compone una dramaturgia lírica hecha de poemas epistolares, cartas cruzadas entre el elenco de personajes del escritor ruso.

Sentimiento trágico de la vida, pues, en esta última etapa de rehumanización poética de Chun-su Kim, y expresión del nihilismo del novelista ruso hecho uña y carne con la herencia de la “poesía del sin-sentido” del período anterior del autor coreano y su gusto por la acumulación de imágenes poéticamente puras, de raigambre fenomenológica. La inquietud cristiana por el hombre que sufre, y la desesperación como catarsis para una humildad inspirada en el misticismo –“Desespérate,/ que desesperarse es corromperse”-, alienta en Poseído por Dostoievski, dramático espectáculo de ventriloquia poética de un Pentecostés oriental, con su don de lenguas de fuego y las revelaciones de un poseso, de un médium poseído por Los endemoniados y otras criaturas del padrecito Dostoievski.

Poemario polifónico -en el más noble y bajtiniano sentido del término-, da entrada a las voces de los solitarios solistas de una de las cumbres de la narrativa rusa por encima del silencio de fondo de los coros de la estepa poniendo en escena la representación no menos bajtiniana del “estilo grotesco” del alma rusa, la contradicción existencial entre espiritualidad y escatología, entre la locura de idiotas de pura bondad y la culpabilidad –la santísima culpa-, entre el deseo sublimado –ángeles femeninos- y la brutalidad más primitiva –de la entrepierna-, entre la danza de la muerte y la vida de “las uñas del pie”.

Y, como telón de fondo de esta polifacética construcción intertextual en que se cuela la Historia de Dios de Rilke, el joven Dostoievski asoma literaturizado por las propias voces de sus personajes –“Si se va a Omsk,/ donde nieva todo el año,/ hay una cárcel famosa/ donde estuvo preso el joven Dostoievski”- o se proyecta la imagen de Dersu Uzala, la “¡Deseada Siberia!”, destino final de tantos y tantos de personajes evocados y madrastra de todas las Rusias, con las venas de sus ríos –el Amur- y los quistes de sus ciudades –Omsk- en el desolador paisaje helado, motivos recurrentes como la repetición cíclica de las estaciones o el ritmo semántico, lúdico, de danza primitiva, de “El lugar”.

Estructurado en cuatro partes, Poseído por Dostoievski finaliza, tras La declamación de Stavrogin –homenaje en exclusiva a Los endemoniados, de patetismo estremecedor-, con El Gran Inquisidor, “esbozo de poema dramático” en que un Cristo resucitado en Rusia, idiota de puro bueno, se convierte en el interlocutor mudo para el parlamento del super-ego freudiano que sentencia el Auto de fe de Los endemoniados de Dostoievski.

Un teatro de sombras chinescas, en fin, que proyecta el pellejo de los personajes en cueros del universo del autor ruso tras el papel de arroz –telón de psicofonías- del libro.

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