nº 167 • Octubre 2015

Espacioluke

Pedro Tellería

Cuadernos Oxford

jaimeurrutia portada

El compositor de tantas joyas ineludibles del rock español reconoce con humildad influencias y ensalza con sinceridad méritos de personajes anatemizados hasta hace poco por el gremio ...

¿Qué tienen en común títulos como Azzurro, Perlas ensangrentadas, Blitzkrieg Bop o Luna de miel? De entrada que son canciones. Después que son grandes canciones. Y finalmente que le gustan mucho a Jaime Urrutia. Por eso las ha incluido en Canciones para enmarcar, el libro que Larousse publicó el año pasado y que recoge cincuenta y cinco canciones (si he contado bien) seleccionadas por el compositor, guitarrista y cantante madrileño.

El libro me ha gustado por muchas razones. La primera de todas es puramente subjetiva: tengo casi todas las canciones que comenta y todas ellas, sin excepción, me gustan como a él, por lo que leerlo ha sido para mí una fiesta y un festín. Además, Urrutia muestra lo que los buenos aficionados intuíamos: que le gustan las canciones de casi todos los tiempos. Es decir, que le gusta la música en general, con mayúsculas, y que no limita ni sus intereses ni gustos a un periodo particular o a un género en especial. Quizá con más retrovisor que catalejo. Quizá un poco mirando más al pasado que al futuro. Vamos, que es como yo.

Urrutia, además, es generoso en la información que proporciona. No tanto sobre canciones emblemáticas o grupos estrella, pues sus datos son hoy fácilmente localizables en Internet, como acerca de la intrahistoria de su carrera profesional, de recuerdos de infancia y adolescencia, y de contactos con los músicos que pululaban por aquel Madrid de la tan traída como llevada, tan elevada a los altares como arrojada a los caballos o condenada a los infiernos, Movida Madrileña. Yo, como era un niño y no estuve por allí, no me pronuncio, pero agradezco mucho los detalles sobre la grabación de Autosuficiencia, por ejemplo, o la semblanza (“otras más”, dirán algunos aburridos) tan tierna y humana de Ignacio Gasca Ajuria, “Poch”.

En El hijo de nadie, otro libro que recomiendo, Loquillo proponía su trío de ases: Méndez, Berlanga y Urrutia. Yo añadiría otros como El Zurdo, Lapido, Álex Díez, Gabriel Sopeña, Aznar… Seguro que me dejo alguno. Tango, copla, rock, punk, country… atraviesan los oídos, pasan por la mente y aterrizan sobre el papel de Jaime Urrutia. El compositor de tantas joyas ineludibles del rock español reconoce con humildad influencias y ensalza con sinceridad méritos de personajes anatemizados hasta hace poco por el gremio (como Augusto Algueró, Nino Bravo, Mari Trini, María Dolores Pradera o Gloria Lasso) y cuenta sin narcisismo (algo tan raro, ¿verdad?) anécdotas y recuerdos. Hace pocas fechas se publicó un extenso documental al que todavía no he tenido acceso. Lo llaman “Maestro” los que lo conocen personalmente. Yo no tengo ese gusto. Pero siempre he pensado que un roquero capaz de componer “Amor de madre” es ante todo (y sencillamente) un músico.