nº 164 • Marzo 2015

Espacioluke

Javier Lostalé

Poemas de 'El pulso de las nubes'

Javier Lostalé (1942) Premio Nacional de Fomento de la Lectura a través de los Medios de Comunicación y Premio Francisco de Quevedo de Poesía, es autor de siete libros de poemas. Su obra hasta 2002 fue reunida bajo el título "La rosa inclinada", publicada por Calambur. Dos antologías, "Rosa y Tormenta" ( Cálamo) y "Azul relente" (Renacimiento) recogen una amplia muestra de todos sus poemarios hasta la actualidad. Los poemas que se publican en Luke pertenecen a su último libro, "El pulso de las nubes", editado por Pre-Textos. Es autor también del libro de prosas poéticas "Quien lee vive más" ( Polibea)

Poemas

DESNUDO

Tu desnudo tiene la quietud
de una rosa antes del amanecer.
Abandonado en el límite
de la ausencia más pura
emite una luz
en la que entera leo mi vida
sin alterar el secreto de la tuya,
pues quien así se entrega
es sólo ascensión sin tacto,
eternidad de lengua absuelta.
Nadie habite entonces la flotación dormida del amante
hasta que su corazón desborde
y se produzca el bautismo del mundo.
No hay conquista en tu desnudo,
sino postrimería en revelación,
pues principio y fin en él se anudan.
Si me inclino sobre su oscilante cristal de llama
escucho un fulgor de palabras primeras
que me reúne con todo lo amado hasta llegar a ti,
y callo cuanto supe
para reiniciar contigo el tiempo.
Es tu desnudo destino
donde se fecundan aurora y atardecer,
y lo que el pensamiento toca
germina consumación.
No hay en ti desnudo
sino tiempo y espacio en suspensión,
honda sombra con pulso
en la que no dejo de nacer.


HUMILDAD

Qué bello amanecer sin disputa
el de quien nombra el mundo
velado en su propia sabiduría
para así toda música escuchar
con su oído siempre nuevo,
pues posee la inocencia
del total encendimiento.
Como alba acude siempre
a levantar lo desposeído
hasta que crezca un sueño
que en alguien se multiplique.
Callado se apaga a la puerta de su jardín
para que brille intacta la rosa de todos,
y canta luego la dicha plena
de ser en lo que no le pertenece.
En sombra despierta cuanto ama,
y cuanto recibe lo convierte en pulso.
Claridad se le torna siempre
la lenta compañía de unos pasos.
Qué bello amanecer de sumas
para arder en un corazón solo.


NUBES

No tienen memoria las nubes,
su tránsito de espejo en vuelo
se consuma en libertad de luz cambiante.
Apenas necesitamos levantar los ojos
para sentir el leve peso de sus formas,
tan ignorantes de nuestro desvelo
como de la soledad pequeña de unos pasos.
Ángeles insomnes de claridades y tormentas
queman las nubes el pecho adolescente
con su sofoco tibio de pajar.
Y si un viento de sombras las cruza
tiemblan navíos fantasma en cada ventanal
mientras al fondo manos maternas
se posan en un silencio azul.
Oro de sueños siempre en vilo
depositan las nubes en el corazón más solitario,
y el nadador cruza el río
en su propia constelación cegado.
A su paso las torres resumen
la tensión íntima del paisaje,
y entre valles el aire más alto
irradia su secreto.
En su luciente desvanecimiento
las nubes nos ignoran,
pero hay en ellas un fugitivo soplo carnal
que nos anuda sin tiempo ni destino
a la universal pulsación de lo aún no concebido.


NUNCA POR NADIE

Nunca por nadie fuiste deseado.
Pasaste por el mundo
como nube sin sombra.
Tu corazón despoblado
brilló silencioso
en la altitud deslumbrada
de un sueño sin reino.
Injertado en deltas de cuerpos
sin desembocadura,
viviste tu mansa fiebre
en el claro latido de la espera.
Te transfiguraste en el que habló
hasta tocar la mano de sus palabras,
y así, aún más desconocido,
en cautivo desvelo
tu existencia iluminaste.
Rendido desde muy joven
al misterio de no ser llamado,
aprendiste a habitarte
como se habita la tristeza
escrita sin historia.
Tuyo hasta la trasminación
de tu cárcel de luz,
un día te alejaste
sin edad y sin nombre,
mientras un ángel sin alas
cruzaba el cielo de los desposeídos.