nº 163 • Febrero 2015

Espacioluke

Alex Oviedo

Cámara oscura

Me decía una amiga a la salida de Siempre Alice que le había gustado la película porque esperaba poco de ella. Justo lo contrario de lo que me había pasado a mí:

esperaba tanto de la cinta sobre esa mujer diagnosticada de Alzheimer que tras la imagen final me invadió el regusto amargo. Como de película ya vista, de historia otras veces contada. De sobremesa para un fin de semana de lluvia. Admitamos que el tema jugaba en su contra: no siempre es fácil tratar la enfermedad sin caer en la sensiblería o en los lugares comunes —algo que logran sus directores Wash Westmoreland y Richard Glatzer—, o no recrearse en los males del Alzheimer (podía haberlo hecho con la llegada de la protagonista por primera vez a la clínica, por ejemplo). El hecho de que Alice sea una profesora dedicada al lenguaje planteaba además una interesante reflexión sobre los diferentes estadios de la enfermedad. La presencia de una actriz como Julianne Moore ponía en punto más interesante al filme. Porque Siempre Alice se sostiene gracias a la interpretación de Moore, hasta el punto de que a uno le queda la tentación de preguntarse si la película hubiera sido la misma sin ella. La norteamericana es una actriz que sabe desdoblarse en papeles intensos frente a otros más gastronómicos, pero en todos muestra su gran versatilidad. Lo hizo en Las horas, interpretando a la infeliz esposa lectora de Virginia Wolf, o a la actriz porno de los setenta en Boogie Nights, o a la ama de casa en un mundo cuasiperfecto en Lejos de cielo —en todas ellas nominada a los premios Oscar—; pero también en otros papeles más convencionales como el de la agente antiterrorista en Next, la presidenta del Distrito 13 en Los juegos del hambre e incluso en la pirata informática de Asesinos (en este último caso si duda lo más interesante de toda la película). Que el papel principal de la doctora Alice Howland recayera en Moore ensombrece la actuación del resto de actores (en especial el de la más que sobrevalorada Kristen Stewart), pero subraya la importancia de una actriz que sabe enfrentarse a su madurez en un mundo tan brillante como el de Hollywood.