nº 163 • Febrero 2015

Espacioluke

Rafael Moriel

Jim Morrison y The Doors

Ray Manzarek, que estaba convencido de que el LSD era la clave de la iluminación, termina alejándose de Morrison para refugiarse junto a sus compañeros en la meditación. Morrison comienza a dudar de su futuro en la banda: se ha transformado en una bestia histriónica y el público acude a sus conciertos a ver un escándalo más que a escuchar su música ...

Los orígenes del mito de Jim Morrison se remontan hasta la contracultura de los primeros años sesenta, cuando el LSD y otras drogas fueron utilizadas inocentemente para abrir las puertas de la percepción.

Jim Morrison y Ray Manzarek se conocieron en la universidad. Compartían su afición por el blues y el cine y congeniaron tanto, que Ray se lo llevó a vivir a su apartamento. Convencido del lirismo de Morrison, Ray lo ficha como cantante para su nueva banda, incluyendo a su compañero de meditación John Densmore como baterista, que a su vez trae a su amigo Robby Krieger para tocar la guitarra.

The Doors fue una banda heterogénea. Densmore provenía del jazz y Robby llevaba tan sólo unos mese tocando la guitarra eléctrica, con una formación en guitarra clásica de flamenco. Así nace The Doors: sin bajista, con influencias insólitas, cuatro tipos absolutamente diferentes conformando ese sonido tan característico de la banda, que a lo largo de su discografía pone de manifiesto que fueron mejores músicos de lo que parecía en un principio.

En 1966 estaba de moda tocar en el Whisky a Go Go. Morrison era muy tímido y por entonces cantaba de espaldas al público. Lo expulsaron del local tras interpretar The End, pero inmediatamente después del incidente graban su primer disco, The Doors (1967), en apenas un par de días. La banda conocía tan bien los temas, que algunas de las pistas se grabaron una sola vez.

Strange Days (1967) y Waiting for the Sun (1968) culminan en el primer desencuentro entre los miembros de la banda, al no incluir el poema musicado de Morrison "Celebration of the King Lizard", en un principio destinado a ocupar una cara entera en Waiting for the Sun.

Soft Parade (1969) supone un antes y un después: Morrison y Krieger componen sus temas por separado y Morrison se presenta borracho y colocado ante sus compañeros.

Ray Manzarek, que estaba convencido de que el LSD era la clave de la iluminación, termina alejándose de Morrison para refugiarse junto a sus compañeros en la meditación. Morrison comienza a dudar de su futuro en la banda: se ha transformado en una bestia histriónica y el público acude a sus conciertos a ver un escándalo más que a escuchar su música.

Comienzan las detenciones de Morrison durante sus actuaciones. Consciente de los problemas y finalmente convencido por Ray, Morrison decide continuar seis meses más. Entretanto intenta enmendar su actitud. Cada vez tocan en recintos más grandes, y el abuso del alcohol y las drogas terminan por abrir un abismo definitivo entre los miembros de la banda. Lejos de mejorar, Morrison está cada vez peor.

Tras dos denuncias por exhibicionismo y lenguaje obsceno, Morrison se entrega en 1969 al FBI, tras ser acusado de mostrar el pene durante un concierto. Una ola de conservadurismo se apodera entonces de Estados Unidos. La música de The Doors ya no se escucha, y Jimi Hendrix y Janis Joplin mueren a causa de las drogas. La contracultura toca a su fin.

Morrison Hotel (1970) supone el reencuentro con el blues. Tras grabar L.A. Woman (1971) en poco más de una semana, Morrison se aleja de la banda para refugiarse en París, con intención de recuperarse. Allí visita a un médico, que le recomienda dejar el alcohol y los cigarrillos. Morrison escupe sangre.

Paseando por París como un completo desconocido, toca con algunos músicos callejeros, rellenando sus cuadernos de poemas y canciones, tomando notas sin cesar. Morrison quedó prendado del hermoso cementerio Père-Lachaise, afirmando que le gustaría reposar allí tras su muerte. Totalmente desconocido en París, fallece en la bañera tras esnifar una sobredosis de heroína muy pura.

Totalmente desconocido en París, fallece en la bañera tras esnifar una sobredosis de heroína muy pura.

jim morrison

Jim Morrison fue enterrado en Père-Lachaise. Su tumba es un punto de encuentro para sus numerosos fans, aunque sus restos fueron finalmente retirados por su familia y descansan en un lugar desconocido. El padre de Morrison, del que su hijo renegó quizá por ser militar y haber dirigido un contingente de portaaviones durante la guerra de Vietnam, afirmó, diez años después de su muerte: «Mi hijo poseía un genio único, que expresó sin censuras».