nº 163 • Febrero 2015

Espacioluke

José Morella

Bestiario

Ted Kooser es un poeta norteamericano. Intenta ser claro y llegar a cualquier tipo de lector, no sólo a los acostumbrados a leer poesía contemporánea. Elude lo culto y lo libresco. Eso no significa que sea un poeta fácil de leer o poco profundo. Su temática favorita parece ser nuestro estar yéndonos del mundo, aunque los poemas están salpicados de minúsculos momentos de calidez que nos iluminan y nos alivian. Ganó el Premio Pulitzer en 2005.

GRANJA ABANDONADA

El tamaño de sus zapatos, sobre la pila de platos
rotos junto a la casa, nos dice que era un hombre grande.
También alto, nos dice la longitud de la cama
en el cuarto de arriba. Y bueno, y temeroso de Dios,
nos dice la Biblia de lomo quebrado en el suelo
que el sol muestra polvorienta bajo la ventana.
Pero no estaba hecho para la granja, dicen los campos
plagados de pedruscos y las goteras del granero.

Con él vivía una mujer, nos dicen el papel de pared
de lilas del dormitorio y el hule que cubre
los estantes de cocina; y la rueda de tractor
convertida en arenero nos dice que tenían un hijo.
El dinero era escaso, nos dicen los botes de ciruelas
y tomates sellados en la despensa. Y los inviernos fríos,
dicen los trapos encajados en los marcos de las ventanas.
Se estaba solo aquí, nos dice el estrecho camino rural.

Algo fue mal, nos dice la casa vacía en el patio
atestado de malas hierbas. Las piedras en los campos
nos dicen que no era granjero. Tarros a medio cerrar
en el sótano nos dicen que se marchó apurado.
¿Y el niño? Sus juguetes esparcidos por el patio
como ramas tras una tormenta –una vaca de goma,
un tractor oxidado con la pala rota, una muñeca
vestida con un mono–. Algo salió mal, nos dicen.


ABANDONED FARMHOUSE

He was a big man, says the size of his shoes
on a pile of broken dishes by the house;
a tall man too, says the length of the bed
in an upstairs room; and a good, God-fearing man,
says the Bible with a broken back
on the floor below the window, dusty with sun;
but not a man for farming, say the fields
cluttered with boulders and the leaky barn.

A woman lived with him, says the bedroom wall
papered with lilacs and the kitchen shelves
covered with oilcloth, and they had a child,
says the sandbox made from a tractor tire.
Money was scarce, say the jars of plum preserves
and canned tomatoes sealed in the cellar hole.
And the winters cold, say the rags in the window frames.
It was lonely here, says the narrow country road.

Something went wrong, says the empty house
in the weed-choked yard. Stones in the fields
say he was not a farmer; the still-sealed jars
in the cellar say she left in a nervous haste.
And the child? Its toys are strewn in the yard
like branches after a storm—a rubber cow,
a rusty tractor with a broken plow,
a doll in overalls. Something went wrong, they say.