nº 162 • Enero 2015

Espacioluke

Alex Oviedo

Cámara oscura

En un estudio de hace casi cincuenta años, los sociólogos franceses Pierre Bourdieu y Jean Baudrillard analizaban la relación que existía entre la moda y la evolución de las sociedades modernas

En épocas de crisis económica, la moda femenina se recortaba, se reducía el tamaño de las telas, al igual que en tiempos prebélicos se militarizaba creando cortes más rectilíneos. El cine parece vivir igualmente temporadas marcadas por las modas, por los acontecimientos que se dan en el exterior, por las preocupaciones que marcan la vida política. De ahí que Estados Unidos —verdadero catalizador de las temáticas cinematográficas— viera en el conflicto de Vietnam, por ejemplo, un tema que explicase su propia derrota militar a través de filmes como Apocalypse Now o Platoon; o filmara un sinfín de películas catastrofistas (recordemos El planeta de los simios) cuando el miedo a la guerra nuclear formaba parte del día a día. O buscara héroes solitarios del tipo James Bond e Indiana Jones para subrayar que siempre existe alguien capaz de acabar con el mal (desde Spectra a la Alemania nazi).

En los últimos años se ha dado una curiosa proliferación de las películas de superhéroes y no sólo porque Marvel haya visto un filón en la lucha de sus Vengadores contra un enemigo exterior —que ha dejado de ser la Unión Soviética, ni siquiera ciertos hombres codiciosos capaces de primar el dinero fácil incluso acabando con el mundo, sino que el peligro viene de los confines del universo—. El ser humano contra todos o contra sí mismo si no logra unirse para el bien común. De ahí que personajes como Thor, Iron Man, el Capitán América o Hulk acaben uniendo sus fuerzas por obra y gracia de aquellos Vengadores primigenios nacidos del cómic.

¿A qué se debe entonces la llegada de filmes que recuperan la Segunda Guerra Mundial, no sólo aquéllas que hablan directamente del conflicto bélico, sino también las que tienen la guerra como trasfondo argumental? Es el caso de Corazones de acero, con Brad Pitt ejerciendo de sargento de artillería al mando de un tanque en abril de 1945 o Invencible (Unbroken), película dirigida por Angelina Jolie que narra la vida del atleta olímpico Louis Zamperini que sobrevivió no sólo a un naufragio sino también a su internamiento en dos campos de concentración japoneses. Sin olvidar The imitation game, en la que Benedict Cumberbatch da vida al matemático Alan Turing, el hombre capaz de descifrar los códigos de la máquina nazi Enigma.

¿Acaso la aparición de todos estos filmes muestra una preocupación general sobre la guerra o sólo es una nueva moda de cara al entrerenimiento?