nº 162 • Enero 2015

Espacioluke

Claudia Capel

Jardín poético

I. La voz de las flores

Para los persas, el jardín simboliza un trozo del edén de Zaratustra. Sus cuatro elementos naturales son el agua, el cielo, la tierra y el mundo vegetal. Cultivan jardines aromáticos para inspirar los sentidos y eligen las flores y hierbas por su perfume, como la flor de la seda, las adelfas, el jazmín.

Hafiz de Shiraz pregunta en uno de sus versos: "¿Qué hay mejor que el placer, la charla, el jardín y la primavera?". En su Diván hay gazales dichosos de perfume: "Celosa está la violeta del perfume de tus trenzas y ante la abierta flor de tu sonrisa el capullo de rosa sus pétalos desgarra. / ¡Oh, rosa cuyo aroma me embriaga! ¡No dejes que se muera así tu ruiseñor, incansable cantor de tu belleza!... / … Cesta de flores tu belleza, y el del dulce cantar, Hafiz, tu ruiseñor".

El amor en la poesía sufí tiene algo de divinidad en el tiempo, en la flor, en el vino, en el deseo y, por supuesto, en los libros. El poeta Sa'adi, autor de dos clásicos del sufismo, el Bostán (Jardín de frutas) y el Gulistán (Jardín de flores) considera que jardín y libro son lo mismo: "¿Para qué es una canasta de flores? / Llévate una página de mi libro / Una flor se marchita en unos días / Pero las flores de mi jardín / Siempre serán agradables".

Abol-Ghasem Hassan ibn Ali Tusi, de nombre poético Ferdosí, que significa "el hombre del paraíso", eleva esta comparación jardín/libro a la poesía: "Las construcciones prósperas se destruyen / con la lluvia y los rayos del sol; / yo he fundado un alto castillo de poesía / al que no dañarán ni el viento ni la lluvia".

El Rubaiyat de Omar Khayyam, compuesto de cuartetos profundos, astrológicos y perfumados por los círculos del tiempo, ve flores en el cielo y el cuerpo de las rosas:

XVII

La brisa de la primavera refresca el cuerpo de las rosas.
Y en la sombra azulada del jardín, acaricia también el cuerpo de mi amada.
A pesar de la plenitud que gozamos, olvido nuestro pasado.
¡Tan seductora es la caricia del Presente!

CXXI

Las estrellas dejan caer sus pétalos de oro. Mas
¿Por qué todavía no esmaltaron mi jardín?
Como el cielo derrama sus flores por la tierra,
vierto dentro de mi cáliz negro un vino color de rubí.

El poeta místico Molaví desata el amor en el jardín contra la soledad del cielo, prefiere la "cárcel" de un amor en la tierra a la libertad solitaria y eterna. "Si estoy sin ti en los cielos, triste estoy como / una nube oscura. / Si estoy contigo encarcelado, es como si / en un jardín estuviera".

El lenguaje alado de la poesía persa, envuelto en perfumes y símbolos naturales, nos recuerda que la lectura de un poema en el banco de un bosque, a la luz de un jardín o bajo la luna de un árbol es la esencia del jardín poético. Quizá, las ciudades serían más felices si en sus jardines nos encontráramos para leer poesía en vez de tanto encierro digital. Quizá nosotros seríamos más felices si paseáramos por cualquier jardín, mano en mano, con el corazón abierto.

"No es momento para quedarse en casa,
sino para salir y entregarse al jardín..."
Rumi