Septiembre 2014

nº 159

Eres

José Manuel Botana
eres
Imagen: Malena de Botana
Cuando apareció, no lo hizo sola, había dos siluetas sentadas detrás de ella que comenzaron a hablar sin parar entregándome un sobre con varios miles de euros y una foto ...

El oleaje de la música me estremece a través del tiempo de espera, mi reflejo en el cristal es diferido y es que la atmósfera se densifica a cada minuto que pasa; estaba dando el último trago al vaso de agua y despegando la camisa de la espalda cuando la realidad apareció como escarbando en un cajón y una salva de miradas se enfocaron en su cuerpo como proyectiles disparados a discreción.

–¿Eres? –preguntó, a lo que yo asentí–. Nos vamos –dijo–.

Irme no me hacía mucha gracia, me obligaba a cojear pero obviando ese dato la idea era de lo mejor. Me levanté recogiendo el bastón y mi pierna se arqueó no queriendo acompañarme así que como pude hice porque la pierna funcionara apoyado en el bastón bienhechor mientras ella esperaba en la puerta envolviéndome con su mirada sorprendida.

–Voy a por el coche, espérame –dijo.

Cuando apareció, no lo hizo sola, había dos siluetas sentadas detrás de ella que comenzaron a hablar sin parar entregándome un sobre con varios miles de euros y una foto. No había ninguna duda: se habían equivocado de persona y yo también. Miré la foto con el mismo detenimiento que se mira un sudoku de un solo número. La que conducía callaba mientras las de atrás se encargaron de dejarme bien claro lo que había hecho la de la foto.

–¿Por qué no le dan la paliza ustedes mismas y se ahorran este dinero? –pregunté.

Ignoraron mi pregunta y pasaron del susto al asesinato por el mismo precio, primero le corta las manos, luego las orejas… las interrumpí de forma apresurada.

–Sólo un susto y el mensaje que tengo que darle, nada más…

–Aquí es –dijo la que yo creí mi cita deteniéndose en un portal.

–¿Queréis que lo haga ahora mismo? –pregunté envalentonado después de tantearme la pierna.

–Sí, sí, sí –respondieron.

–De acuerdo, lo haré pero luego quiero una cita con la que conduce. Aquí, dentro de dos horas.

No pusieron ningún reparo a la nueva condición así que me dispuse a entrar en el portal con una de las llaves que me habían facilitado, subí por las escaleras hasta la primera planta, pegué la cabeza en la puerta pero al otro lado no se oía nada, cogí otra llave y abrí, nada más entrar supe que había alguien, fui a la cocina y detrás de la puerta de la nevera apareció casi desnuda la mujer de la foto, iba a dar cuenta de un muslito de pollo pero se percató de que una mirada desconocida estaba clavada en ella, le tapé la boca con el muslito y poco a poco se deslizó hacia el suelo, busqué un cuchillo sin soltarla, cada vez le costaba más respirar, me quedé pensando si ayudarla o matarla por asfixia, le quité el pollo de la boca a la vez que le acercaba el cuchillo a la garganta, temblaba y no era por la puerta abierta del frigorífico.

–No pasa nada, ¿me dice su nombre? –pregunté, intentando transmitir serenidad.

–Sofía ...

Le pregunté si quería vivir, afirmó ligeramente, le dije que tenía que irse del país; ella, contenta ante la posibilidad de seguir viviendo comenzó a asentir con fuerza, con tanta fuerza que se clavó el cuchillo cortándose la yugular y poniéndome perdido.

Cogí mi smartphone y vi que tenía un mensaje sin leer, era la chica de la cita, que sentía no haber podido acudir, que había tenido que salir con unas amigas, que la disculpase y para compensarme enviaba una foto. ¡Cómo se parecía a la que yacía en el suelo!

Obra: Eres
Técnica: Composición fotográfica
Artista: Malena de Botana
www.josemanuelbotana.com
jmb@josemanuelbotana.com
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