Noviembre - Diciembre 2014

nº 161

Mares de hierba

Enrique Gutiérrez Ordorika
escaleras
Imagen: © ardiluzu 2014
"Y naveguemos libres por los mares
de la vida, saqueando navíos poderosos,
esquivando los buques de guerra, refugiándonos
en una isla apartada y misteriosa
dónde aún sea el ron dulce y alegres las mujeres”.

Luigi Anselmi, De la nada al olvido

Naufragios

El cielo es azul todos los domingos, suelen decir mis buenas vecinas. Desde que en uno de ellos volví mojado, me apodan el náufrago. Si hubiese sido un martes, ni comentario: “habrá llovido”. Si hubiera sido un jueves, comentarios: “olvidó el paraguas”. Pero los domingos no caen tormentas ni uno coge pulmonías, se muere en la cama ahogado, con 42 grados de fiebre…Y es que es traicionero el mar que hunde los barcos.

El pan de mis desayunos

Navego perdido. Ando buscando un vientre de nata que divise en los espejos. No sueño ni amanece, estoy cosido a una camisa de fuerza por sostener que estoy enamorado. A pesar de la lentitud de los paisajes mudo el vestido de mis ojos a menudo. Giro con el mundo tras la luna, para ver si se derrite. No sueño ni amanece. Encaramado a mi propio desvarío, guardo equilibrio entre el gris de los papeles y el virtuosismo del noctámbulo. Crucificado como Cristo, sangro por el costado en el calvario del panal de las abejas. Pero no sueño ni amanece, y aunque el jarrón carece de flores, te tengo a ti para untar el pan de mis desayunos.

Poema largo

Un poema de amor largo es el que colocados los dos puntos: guarda sus secretos. Aquel que te preguntas si tuvo poeta, y cuando no contesta, oyes sus besos.

Poema corto

Un poema de amor corto es una coma, una pausa en la puntuación que da ritmo a los versos...

Olvido de los pasos

El libro olvido su paso. La aurora aquel día se volvió al continente. Y contenido, el poema estiró los tirantes del pie que ay! le pisaba. Y el hombre que fue olvidó su paso. Y la mujer que quiso ir olvidó su paso. A rastras sus pies, el camino caminan. Y a rastras caminos trepan sus pies, que caminan, caminan, y olvidan sus pasos.

Risas de un mar de hierba

Se secó el cauce del poeta generoso que perdió su discurso en el silbido de las huellas Se secó nuestra lluvia mundana en sus paredes gigantes, se quebró su silueta... Olvidamos herrar su caballo, marcar los senderos del camino certero, retener la señal que indica el recodo. Nos quedó la luz que tiembla en los horizontes, la guadaña del verso de los pies que caminan y la risa de los mares de hierba.

Amor

Un vientre robó el sedal a mis dedos mudos. Y ahora hay un hombre de labios silenciosos y una mujer que le presta sus labios.

Poema de su mundo

Me contempla el vacío de esa mujer que quiso cubrir todos los espacios con el manto de su nada y que, ruboroso, su discurso se coge de mi brazo, para capturar la dúctil presencia, robando al mundo por un segundo el latido de dos corazones que, aún heridos, divagan, divagan, y al amar tocan tierra, y se hacen superficie, y poema de su mundo, que es mundo y no es solitario,